Sólo para indecisos
El País, Montevideo
Hace ya muchos años, en la reelección de Helmut Schmidt como Canciller Federal de Alemania, tuve la ocasión de recorrer ese imponente país con Günter Grass, Premio Nobel de Literatura de 1999. El Partido Social Demócrata le pedía que fuera a lugares polémicos, en carácter de alguien no afiliado.
Recuerdo una gran asamblea universitaria, en que le reclamaban por mil y una cosas, a lo que él respondió, diciendo: "Señores, yo me levanto y miro mi cara al espejo al lavarme los dientes y les aseguro que no me deja feliz. Luego me pongo a trabajar, ocho a diez horas y el día en que un diez por ciento de lo que escribí lo considero aprovechable, es un buen día. De noche, suelo tomar unos vinos con amigos, con los que discuto, concordamos en algunas cosas, discrepamos en otras. Entonces, si no puedo estar totalmente de acuerdo ni con mi cara, ni con lo que escribo, ni con mis amigos, ¿cómo Uds., pueden pedir estar 100% de acuerdo con un partido? Eso no es posible y si alguna vez lo sienten, es que están en un totalitarismo o Uds., están tontos. La política es un balance entre lo que me ofrecen y lo que me aseguran. Luego de haber sufrido la guerra y haber tenido que tomar un fusil para defender a mi país, conducido por gente nefasta y terrible, yo lo que quiero es garantías". Y allí Grass enumeraba una serie de críticas al gobierno de Schmidt, para terminar: "Todo lo que Uds., critican es verdad, pero yo sé que este señor es serio, que no va a meter a Alemania en ninguna aventura bélica, que está enfrentando al terrorismo, que no va a tener problemas con los vecinos, que no retaceará mi libertad de expresión ni mis derechos fundamentales, que pertenece a un Partido democrático al cual no estoy afiliado pero que nos asegura una posición seria adentro de una Europa en paz….". Y por allí seguía, enumerando no los ofrecimientos que le seducían sino las garantías que le daba la actuación ya probada de ese gobernante y ese partido.
Esta anécdota viene a cuento de lo que tendremos que decidir el próximo domingo. Por cierto, quien escribe pertenece a un Partido, el Colorado, y en las encuestas está claro que figura ya entre los votantes de la fórmula Bordaberry-De León, en la Lista 2000. Votamos por convicción y por tradición, con esperanza, porque hay una mirada hacia el futuro, un intento de visión del país como el que se tuvo no sólo en el pasado ya lejano de Don Pepe o Don Luis Batlle sino en el más reciente.
Si bajo los últimos gobiernos de ese partido se derrotó la inflación, luego de 50 años de tasas de dos dígitos, si se inició la política forestal que ha promovido las mayores inversiones en Uruguay, si se fundaron los CAIF para la primera infancia y las escuelas de tiempo completo, si se logró la mayor caída de pobreza de la historia, si se salvó el sistema de seguridad social con la Reforma Jubilatoria, si se dieron concesiones como las que hoy permiten inaugurar un Aeropuerto nuevo y un Puerto renovado, sentimos que hay una enorme garantía. Quienes hicieron posible esos logros, están detrás de quienes hoy, más jóvenes, ofrecen el concurso de su energía.
A su vez, los nacionalistas sentirán lo suyo. Pero quienes votaron al Frente o quienes, aun sin haberlo hecho, puedan sentir que este gobierno tiene ribetes positivos, pese a la magra cosecha recogida en el tiempo de mayor bonanza de la historia ¿qué pueden esperar hoy sobre el futuro con el candidato frentista?
Ya fue Ministro y no hizo nada. No quiso debatir con nadie y eso hoy se entiende porque cada vez que ha abierto la boca en temas de gobierno, ha generado un estallido. Ahora ya le están cancelando las entrevistas concedidas, por temor a que siga hablando. Es natural: dice que la violencia de los años 60 estaba justificada, que a la justicia se la pasa por…., que los uruguayos somos incapaces de tomar una azada y que hay que traer bolivianos o ecuatorianos, que los periodistas son, en la mejor hipótesis, "chorizos" o "nabos", que da lo mismo cambiar o no la Constitución porque igual después no se cumple, que el ideal de sociedad serían los Kung San que "trabajan dos horas por día y el resto la pasan chusmeando y de joda"…
Ahora bien, si el Presidente -nada menos- afirma que "con una actitud pontifical, en un terreno filosofal queda preso de muchas de esas expresiones, algunas de ellas que son simplemente estupideces"; si el hoy líder organizativo del MLN, Julio Marenales, confiesa que "es un hombre del que es difícil saber lo que piensa" y que "es un signo de interrogación" (Crónicas, 28/8/2009); si su compañero de fórmula ha dicho que su camino "es el del caos y el fracaso, allí no se ve ningún rumbo y sus propuestas no generan confianza" (El Observador, 16/6/2009); si la señora de Seregni "no sabe que va a pasar si es electo para ejercer la Presidencia" (Búsqueda, 10/9/2009); si todo esto lo han dicho en este mismo año los más calificados voceros frentistas, ¿hay alguien que pueda sentirse garantizado en algo? ¿No es esto un formidable salto al vacío, cuyas consecuencias hoy nadie puede prever? ¿Tiene sentido despreciar lo razonable, aun con carencias, pero con certeza, para arrojarse al mar sin salvavidas? ¿Por qué pedir la perfección a quien ofrece una alternativa cierta, ante el agujero negro de un viaje sin rumbo?
Quien aún esté indeciso, que piense en lo de Günter Grass, que quería asegurarse -nada más ni nada menos- que nunca más tendría que tomar un fusil contra su voluntad para luchar en una guerra que no quería.
- 23 de enero, 2009
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