Derecho a la alimentación
La semana pasada se cele- bró el “Día Internacional de la Alimentación”. Organizaciones y personas protagonizaron marchas y comunicados públicos donde protestaban por la situación de pobreza y la constante violación del llamado “derecho a la alimentación”. No sorprende que continúen habiendo pobres y hambre si aquellos que dicen defenderlos prefieren ser parte del problema en vez de ser parte de la solución.
Dicen los protestantes que exigen el cumplimiento del decreto 32-2005 del Congreso en donde se plantea que “…es un derecho de todos los guatemaltecos acceder a una alimentación que satisfaga sus necesidades nutricionales y sociales…”. ¿Cómo no vamos a seguir siendo pobres con esa mentalidad? Creer que la pobreza y el hambre se acabarán por decreto es, precisamente, lo que nos mantiene subdesarrollados. Fácil, ¿no? Ahora que ya pasamos la ley, sentémonos a exigir y esperar su cumplimiento. Es decir, que otros trabajen para alimentarnos.
Exigen “soberanía alimentaria”. Lo cual se traduce en que seamos los guatemaltecos quienes produzcamos nuestros propios alimentos e impidamos su importación. Como si el proteccionismo fuera prosperidad. ¿Qué sentido tiene producir comida si podemos traerla de otros países más barata? ¿No se trata de hacer que los alimentos sean más accesibles a aquellos que, precisamente por ser pobres, no pueden pagar precios altos? Producir por producir no es equivalente a prosperar. La prosperidad solamente se alcanza con medidas inteligentes y productivas.
Dice el procurador de los Derechos Humanos que su institución forma parte del denominado “Frente Contra el Hambre” y que ello ha sido reconocido por el “Relator Especial de Naciones Unidas Sobre el Derecho a la Alimentación”. Felicidades a ambos. Suena bonito expresar la preocupación e indignación por la situación de pobreza y hambre de millones de personas alrededor del mundo. Pero en vez de andar indignándose y haciendo informes, esas personas e instituciones más bien deberían trabajar para, efectivamente, eliminar la pobreza. Lo malo es que eso no se logra hablando. En vez de vivir de donaciones y fondos públicos, deberían de usar toda esa energía para crear algo. ¿Qué tal una empresa para que puedan ofrecer algún tipo de empleo productivo? Ahí se les acabó el entusiasmo y la energía… Protestar es fácil. Ser parte de la solución es mucho más difícil.
La realidad es que el hambre y la pobreza tienden a reducirse con el desarrollo que trae la prosperidad económica. Eso se logra haciendo lo que hacen millones de empresarios cada día alrededor de Guatemala y el mundo. No suena tan lindo, pero es lo más efectivo. ¿Quieren acabar con el hambre? Permitan que los empresarios trabajen y florezcan. Mejor dejen de hablar y pónganse a producir.
- 23 de julio, 2015
- 28 de enero, 2025
- 27 de enero, 2025
Artículo de blog relacionados
The Wall Street Journal Americas El 4 de mayo pasado, Chevron Corporation se...
14 de mayo, 2012- 27 de marzo, 2007
BBC Mundo Incertidumbre. Es la palabra con que el analista Jesús Silva Herzog...
2 de septiembre, 2012El Blog de Montaner Carlos Alberto Montaner nos explica en qué consiste el...
21 de julio, 2020