La ineptitud “socialista”
Quien en el exterior le escucha la exaltación de su “gobierno socialista del siglo XXI”, pensará que en Venezuela ya fue construido el paraíso terrenal, y que los pobladores de esta tierra disfrutamos de todas las excelencias de la vida.
Que no se le ocurra venir a comprobarlo. En vez del paraíso terrenal topará con el infierno, con el colapso general, con la absoluta insatisfacción colectiva e individual, con un ex país en ruinas, en caída vertical y acelerada hacia su desaparición como sociedad organizada.
No se hable ya de libertades ciudadanas, de Derechos Humanos, de democracia. Eso pasó a la historia, desplazado por un régimen fasciocomunista, directamente dependiente de la tiranía fidelista, a la que gozosamente sirve el procónsul de la colonización cubana. En copia fiel de la actual realidad cubana, rige aquí un gobierno militarista que, desde luego no tolera ninguna expresión de disidencia, por civilizada que sea y que la reprime con toda la saña del militarismo más primitivo y salvaje.
Comúnmente, los regímenes dictatoriales suelen ser eficaces en el orden estrictamente material. Construyen obras de beneficio colectivo, garantizan la prestación de buenos servicios públicos. También roban a dos manos los dineros de la nación, pero invierten algún mínimo porcentaje del presupuesto en construcciones, como para ocultar la estafa. Pero ni en tal área gana punto alguno el desgobierno del dueño y señor de esta tierra. Así como es absolutamente arbitrario e inepto en el orden ciudadano, en el orden político, lo es igualmente en el orden administrativo.
Después de once años de actuación, durante los cuales ha percibido por el solo concepto de renta petrolera un billón de dólares, se ha ganado sin discusión en el ámbito universal el galardón reservado al gobierno más inepto. No solamente no ha construido nada útil, sino que ha destruido toda la estructura que encontró. En vialidad, en salud, en educación, en seguridad pública, en servicios colectivos. El gobierno del procónsul de Fidel Castro no confía la responsabilidad de los cargos relacionados con la satisfacción de las necesidades de la población a expertos, a técnicos, a profesionales comprobadamente capaces y probos. Sino a sus militares de confianza, miles de los cuales controlan hoy la administración pública. Ejemplo emblemático es el del Ministerio de la Salud, antes de Sanidad y Asistencia Social. Dicho Ministerio estuvo siendo regentado durante largo tiempo, y hasta hace poco, no por un médico, como fue lógico y tradicional. Sino ¡por un militar! Eso explica que el sistema de electricidad nacional haya colapsado totalmente en todo el territorio nacional, y que hasta el servicio elemental y fundamental de suministro de agua también acuse severas y graves deficiencias. ¡Hasta en Caracas! ¡Hasta en Maracaibo, la capital petrolera!
Y con tales credenciales aspira el procónsul de Fidel Castro a venderse como líder universal, como ejemplo de buen gobernante.
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