El capital intelectual de Estados Unidos
En 1970 la huelga de los obreros de la General Motors redujo el Producto Interno Bruto (PIB) de Estados Unidos en un 4 por ciento y se calcula que fue la razón del pobre 2 por ciento de crecimiento que experimentó el país en los años siguientes.
Hoy la decadencia de todas las industrias automotrices de Estados Unidos apenas incide en un punto porcentual. Casi la totalidad del PIB radica en servicios, en el sector terciario. De este sector, la producción intelectual derivada de la educación es creciente. Sin mencionar que hoy casi nada se produce sin la intervención directa de los inventos informáticos más recientes derivados de la academia, desde la producción agrícola en los países exportadores hasta la industria pesada, mayoritariamente establecida en países llamados emergentes o en vías de desarrollo.
Durante gran parte del siglo XX ciudades como Pittsburgh, Pensilvania, florecieron como centros industriales. Ricas y sucias, este tipo de urbes fue una herencia de la revolución industrial. Hoy es una ciudad limpia que vive y es reconocida por sus universidades.
En el último año, el llamado research corridor de Michigan (consorcio que forman la Universidad de Michigan y la Universidad Estatal de Michigan) aportó 14 billones de dólares al estado sólo de los beneficios directos generados por sus inventos, patentes e investigaciones. Estos beneficios han crecido el último año y aún más en proporción en un estado que fue la casa de las grandes automotoras del siglo XX y que hoy se encuentran en decadencia.
Es decir, una parte de los beneficios directos derivados de la producción de «capital intelectual'' de una universidad en el puesto 27 y otra en el 71 del ranking nacional de Estados Unidos, en un año suman el mismo capital monetario que todo lo producido por un país como Honduras. Este factor de producción intelectual explica, en gran parte, por qué sólo la economía de la ciudad de Nueva York y su área metropolitana equivale a toda la economía de la India (en términos nominales internacionales, no de compra interior), de un país de más de mil millones de habitantes y con un gran crecimiento económico debido a su producción industrial.
Hoy en día el 90 por ciento del PIB de Estados Unidos deriva de bienes «no manufacturados''. El valor monetario de su capital intelectual es de 5 trillones de dólares –casi el 40 por ciento del PIB total– lo que equivale por sí solo a todos los rubros juntos de la dinámica economía de China.
Si el imperio americano, como todos los imperios habidos y por haber, de formas directas o indirectas ha pirateado las materias primas de otros países, no es menos cierto que durante mucho tiempo y sobre todo hoy en día los países emergentes y por emerger piratean gran parte de los derechos de autor de inventos norteamericanos. Por no mencionar que sólo la falsificación de marcas norteamericanas le resta a los productos originales 200 billones de dólares anuales, lo que supera por lejos el PIB total de países como Chile.
El mayor riesgo de los países emergentes es dejar descansar su actual desarrollo en la exportación de materias primas; el segundo, confiarse en la prosperidad industrial. Si los países emergentes no se ocupan de invertir con fuerza en la producción intelectual, confirmarán, quizás en una década o dos, la división del trabajo internacional que sostuvo las grandes diferencias económicas durante los siglos XIX y XX.
Ahora está de moda proclamar en los medios de todo el mundo que Estados Unidos está acabado, quebrado, a tres pasos de la desintegración en cuatro países, a dos pasos de la ruina final. Me da la impresión que la metodología de análisis no es del todo precisa porque se confunde deseo con realidad.
ero cuando se hacen pronósticos sobre el año 2025 o 2050 en gran medida se proyecta el presente sobre el futuro subestimando las innovaciones radicales que hasta un status quo prolongado puede producir. A principios de los años 70, los analistas y presidentes como el mismo Richard Nixon estaban convencidos que el surgimiento y el éxito final de la Unión Soviética sobre Estados Unidos era inevitable.
El dramático crecimiento del desempleo en Estados Unidos es su mejor oportunidad para acelerar esta reconversión. En todos los rankings internacionales las universidades norteamericanas ocupan la mayoría de los primeros cincuenta puestos. Este monopolio no puede ser eterno, pero es allí donde radica su principal capital.
El autor es escritor uruguayo y profesor de la Lincoln University.
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