UnoAmérica
Nos quieren convencer de que el comunismo feroz se acabó. El Polo Democrático Alternativo oculta que su núcleo duro es el Partido Comunista Colombiano, cuyo brazo armado son o fueron las FARC. Decimos “son o fueron”, porque ahora no se sabe si el PCC manda en las FARC, o estas mandan en el partido. Durante décadas Pedro Antonio Marín, alias Manuel Marulanda fue miembro del Comité Central del Partido Comunista, junto con Jaime Caicedo y Manuel Cepeda Vargas.
Vale la pena recordar varios episodios de la llegada del comunismo al poder en el este europeo, arribo que dio lugar a una frase famosa de Churchill que describió la toma del poder en Europa del este como la caída de una Cortina de Hierro que dividía a Europa en dos. Terminada la Segunda Guerra Mundial, los aliados occidentales recuperaron Francia, Holanda, Bélgica y los otros países invadidos por los nazis y ocuparon buena parte de Alemania, Italia y otros países de occidente, pero las tropas soviéticas quedaron en el este: Austria, Polonia, Checoslovaquia, Hungría, Rumania y Bulgaria. Allí los partidos comunistas eran minúsculos. La votación que lograron en Hungría en las únicas elecciones libres de postguerra fue de 17%. Pero los gobiernos del este europeo dependían de las comisiones de ocupación, y la voz predominante en dichas comisiones era la de la Unión Soviética, respaldada por su ejército. La libertad lograda en 1945 se perdió para 1948. Se logró salvar Austria, sometiéndose a una estricta neutralidad.
El proceso en Hungría fue típico. A pesar del pobre resultado electoral, la mayoría, de otro partido, fue obligada a incluir a los comunistas en el gobierno y, más grave aún, a entregarles el Ministerio del Interior, y con él, la policía. Utilizando la policía, especialmente la policía secreta, los comunistas poco a poco intimidaron a la mayoría para tomar mejores posiciones. Eran comunes las detenciones arbitrarias y los asesinatos. Lo que vino fue la aplicación del terrorismo para consolidar el poder. El gobierno, de mayoría no comunista, prefería hacer concesiones para guardar la paz. Así, poco a poco, el comunismo se quedó con el poder absoluto. Aquí en Colombia se expresó claramente alias Simón Trinidad. Cuando algún periodista ingenuo le preguntó que con que participación en el poder se contentarían, Trinidad le respondió que con todo el poder. Pero todavía hay quienes creen que entregando cargos a comunistas, confesos o no, se apaciguan. Estos ingenuos creen que se puede compartir el poder pacíficamente con quienes profesan una ideología totalitaria.
En Hungría la iglesia se opuso al proceso terrorista del comunismo, y por ello fue atacada sin misericordia. Se encarceló al cardenal Mindszenty y a otros prelados, y se llegó a fusilar a sacerdotes opositores, acusándolos de cualquier delito. También que se promovió una disidencia dentro de la iglesia, buscando y alentando a unos curitas comunistas llamados “sacerdotes de la paz”. ¿Esto suena parecido a lo que vivimos en Colombia y Venezuela? En Venezuela se insulta y amenaza a la jerarquía eclesiástica y Chávez está promoviendo a unos cuantos sacerdotes “bolivarianos”. En Colombia se ha asesinado y secuestrado a sacerdotes que han disgustado al ELN o las FARC, sin provocar protesta alguna de los sacerdotes de la llamada teología de la liberación. Recordemos también que un sacerdote afecto a esa corriente llegó a ser el máximo jefe del ELN.
Una vez afianzado en el poder el partido Comunista, se estableció en Hungría una dictadura de línea stalinista con todo lo que ello implica: estatización de todo, incluido el agro; control absoluto a la prensa, la educación, la justicia, etc. El Estado establecía incluso el lenguaje que podían utilizar los escritores, por ejemplo. El gobierno húngaro obedecía ciegamente a Moscú. En el poder quedó Matyas Rakosi, jefe del partido comunista.
Con la muerte de Stalin en 1953, se creyó en muchos países de la órbita soviética que se lograría un avance hacia un comunismo menos arbitrario. En Hungría logró el poder dentro del partido Comunista un ala reformista cuyo principal exponente fue Imre Nagy. Pretendía lograr algo similar a lo que había logrado Austria: una neutralidad en la Guerra Fría y una economía mixta. Pero pronto la cauta reforma se convirtió en una abierta rebelión encabezada por estudiantes. Miembros de la policía secreta fueron atrapados y algunos asesinados. Los procesos políticos durante este período fueron complejos. La reforma se le había salido de las manos a los gobernantes y se había convertido en revolución popular generalizada. Después de algunas vacilaciones Moscú resolvió aplastar el levantamiento. Las cinco divisiones rusas acantonadas en el país fueron reforzadas con 20 adicionales. Las tropas rusas con sus tanques entraron y el combate se desarrolló calle a calle. La revuelta libertaria fue finalmente aplastada con fuerza brutal.
El cardenal fue liberado durante el breve tiempo en que los alzados tuvieron en sus manos el gobierno, pero al ser sofocado el levantamiento y derrocado el gobierno moderado, se vio obligado a asilarse en la embajada de Estados Unidos. Allí duraría muchos años, hasta que Moscú resolvió negociar su exilio. Nagy, por su parte, se refugió en la embajada de Yugoslavia, un país comunista pero independiente de Moscú. Sin embargo, fue entregado y fusilado dos años más tarde.
Hoy hay un museo interesante en Budapest dedicado a mostrar el sufrimiento de Hungría bajo el comunismo, que utilizó todos los métodos usuales de las dictaduras brutales: terrorismo, asesinatos, campos de concentración, juicios amañados, etc.
Este ejemplo no se debe olvidar. En otra ocasión hablaremos del caso de Checoslovaquia y su revolución llamada la Primavera de Praga de 1968, que también fue brutalmente aplastada.
Los mismos pasos que se dieron en Hungría se están dando en Venezuela, y en Colombia la arbitrariedad de la Justicia nos debe alarmar. Se nota en la Fiscalía y en la Corte Suprema de Colombia un total desprecio por la realidad de los hechos que se someten a su examen. La justicia se politizó y actúa en forma similar a la falsa justicia que han sufrido los países sometidos al comunismo.
¿Será que el comunismo logra el poder utilizando el poder judicial, que parece actuar casi siempre a su favor? Ya se respira aquí el terror que ha caracterizado al comunismo en Hungría y en otros países. Vale la pena reflexionar y reaccionar ante la arbitrariedad que se ha apoderado de nuestra justicia.
[1] Datos del Instituto Hoover