Igualitico que en Cuba
Seguro habrá por allí quienes, con distintas triquiñuelas, pamplinadas o por oportunista sumisión, sigan alegando que, para compararnos plenamente con la caribeña Madre Patria Socialista y Mar de la Felicidad, faltan, por ejemplo, los crónicos fusilamientos de los denominados contrarrevolucionarios, ergo opositores democráticos al régimen tiránico. Pero sí hay en el país fusilados, y muchísimos, aunque no los ajusticien en paredones. El fusilamiento en Venezuela es moral, cotidiano, procaz, colectivo, indistinto, incluso transmitido por radio y televisión, a veces en "cadena" nacional, y los verdugos que disparan lo hacen desde las más altas esferas del poder. ¿O no?
Pero también hay en el país ejecuciones físicas. Son los exterminados por sicarios y por funcionarios policiales que decidieron hacer "justicia" por cuenta propia ante la indiferencia (¿o complicidad?) del alto Gobierno. ¿Y cómo clasificar a las víctimas (118 mil en once años de revolución bonita) de la delincuencia desatada y no combatida? La responsabilidad de esas ejecuciones, porque es una de tantas formas de ejecución, es enteramente atribuible a un Estado indolente, secuaz, maleante y violento que se sirve de facinerosos (grupos anárquicos que actúan a sus anchas, en nombre del "poceso" contra toda la sociedad civil, sin distingo de raza, sexo, religión, militancia política, condición socioeconómica o cualquier otra característica) para "disuadir" acciones de la disidencia.
¡Ahhhhh!…¿Y qué decir de los compatriotas, muchos camaradas, entre ellos niños, que fallecen todos los días por falta de atención o recursos en los destartalados hospitales públicos? ¿No es esa otra manera de ejecutar a la población indefensa y carente de medios para atender su salud?
No son estos los únicos rasgos que nos asemejan a la Cuba tiranizada por los sanguinarios hermanos Castro durante el último medio siglo. También nos igualan, entre otras muchísimas peculiaridades, el centralismo personalista, el deterioro generalizado, los atropellos, deficiencias y penurias, los controles, restricciones e intervencionismo del Estado, así como el desconocimiento y despojo de la propiedad privada, como el ya célebre centro comercial ubicado en La Candelaria, usurpado por el régimen forajido para instalar su feria endógena socialista.
Como si no fueran suficientes las calamidades que nos asemejan al vejado y depauperado pueblo cubano, se añaden más trabas para viajar al exterior, la falta de luz, agua y otros servicios, de nuevo la escasez de productos indispensables, la inflación y progresivamente la pérdida de puestos de trabajo. Las fugas del país son otro rasgo.
Para parecernos más a la isla, la respuesta al brote de males es aumentar la burocracia (la dependencia), pero con funcionarios cubanos. Así creamos ministerios para afrontar los apagones, la sequía, recoger la basura, etc.
- 23 de julio, 2015
- 4 de septiembre, 2015
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