Hacia una visa común latinoamericana
MADRID. – Mientras los 27 países de la Unión Europea acaban de aprobar la creación de un servicio exterior común con embajadas en todo el mundo, la mayoría de los países latinoamericanos no pueden siquiera ponerse de acuerdo en ofrecer una visa común para los turistas de otras partes del mundo a tiempo para la copa Mundial de fútbol del 2014 en Brasil. ¡Que ironía!
Cuando leí la noticia sobre la inminente creación del servicio exterior común de la UE durante una vista a España, no pude evitar comparar lo que está ocurriendo en Europa con lo que está pasando en Latinoamérica.
En Europa, durante una reunión en Luxemburgo la semana pasada, la UE acordó los primeros pasos para la constitución de un Servicio Exterior Europeo, que según se espera, será el cuerpo diplomático más grande del mundo. El nuevo servicio diplomático europeo tendría 5000 diplomáticos y funcionarios, y un presupuesto de $75 mil millones para sus primeros tres tres años a partir del 2010.
La UE ya permite en su territorio la libre circulación para sus ciudadanos y turistas extranjeros, tiene una moneda común –el euro– y está a punto de designar al primer presidente europeo.
En Latinoamérica, pese a las docenas de cumbres en las que los presidentes proclaman la definitiva integración regional, varios países ni siquiera mantienen relaciones diplomáticas con sus vecinos, o están tan peleados entre si que no tienen relaciones comerciales fluídas.
Ecuador rompió relaciones con Colombia en el 2008 tras la incursión colombiana contra un campamento guerrillero en territorio ecuatoriano. Chile y Bolivia sólo mantienen relaciones consulares desde 1978, a raiz de una disputa territorial. Perú retiró recientemente a su embajador en Bolivia por comentarios insultantes del presidente boliviano, y llevó a la Corte Internacional de la Haya una disputa territorial con Chile.
Argentina y Uruguay prácticamente no se hablan por un conflicto en torno a una planta papelera en Uruguay que, según funcionarios argentinos, contamina el medio ambiente. Venezuela retira periódicamente a sus embajadores de Colombia, Perú y otros países, según cual sea el país que sea objeto de la última rabieta del presidente venezolano.
Lamentablemente, estos y otros conflictos están resultando en un alarmante aumento del gasto militar, y en un freno al comercio regional.
El gasto militar en Latinoamérica ha aumentado un asombroso 91 por ciento en los últimos cuatro años, hasta alcanzar el año pasado los $47,200 millones, según el Instituo Internacional de Estudios Estratégicos de Londres.
Los países latinoamericanos también están pagando un alto precio comercial debido a su mutua desconfianza. Durante una visita reciente a Perú, un ministro me decía que Perú está a punto de empezar a exportar gas natural a México, mientras su vecino, Chile, está a punto de empezar a importar gas natural de Indonesia. La disputa fronteriza entre ambos países ha dificultado la exportación de gas natural entre ellos.
En América Central, cinco pequeños países tienen monedas diferentes, y reglas comerciales propias. Un productor avícola guatemalteco me dijo que le resultaba más barato exportar pollos de Guatemala a China, que de Guatemala a Costa Rica.
Lo que es más absurdo aún, muchos países latinoamericanos ni siquiera tienen acuerdos que permitan que turistas de otras partes del mundo puedan visitar la región con una visa única.
La Organización Mundial de Turismo estima que para el año 2020 habrá 100 millones de turistas chinos por año. Pero muchos expertos en turismo coinciden en que Latinoamérica probablemente se pierda la avalancha de turistas chinos debido al problema de las visas: muchos chinos que barajen la posibilidad de viajar a Latinoamérica querrán visitar más de un país de la región, y probablemente sean desalentados por el esfuerzo y el costo de obtener varias visas diferentes.
Algo semejante puede ocurrir para la copa Mundial de fútbol del 2014 y para los Juegos Olímpicos del 2016 que se celebrarán en Brasil.
Mi opinión: En vez de firmar declaraciones grandilocuentes proclamando la definitiva integración latinoamericana –que son muy emotivas pero por lo general carentes de acuerdos concretos– los líderes latinoamericanos deberían seguir los pasos de la Unión Europea.
La UE se inició hace más de cinco décadas con acuerdos concretos de intercambios comerciales de carbón y acero, que luego fueron ampliados para incluir cada vez más productos. Luego se acordó la libre circulación de personas, la moneda común, y ahora se está creando un servicio exterior común y una presidencia común.
Los países latinoamericanos, con el potencial turístico de sus bellezas naturales y su riqueza cultural, deberían emitir una visa común antes del Mundial de fútbol del 2014, como preludio necesario para atraer millones de turistas asiáticos más adelante. Eso serviría más para crear empleos y reducir la pobreza que miles de discursos.
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