El Brasil capitalista en ascenso y la Venezuela socialista en ruinas
El capitalista siglo XXI, Lula Da Silva, el mismo que sigue con rigor las recetas del FMI, es amigo del alma de Obama, de la señora Clinton, de Ben Bernanke y de Bill Gates, asistente asiduo al Foro del Davos, invitado permanente al “Grupo de los 8” y miembro del “Grupo de los 20”, defensor de la inversión extranjera en Brasil y promotor del BRIC, partidario de no atrasar un solo día los pagos de la deuda brasileña y de que el estado de derecho, la libertad de expresión y la división de poderes se respeten de manera escrupulosa en su país, y por tanto, responsable de que el “Gigante do SUR” sea la primera economía del mundo occidental en salir de la crisis, se dio el viernes un paseíto por Venezuela, se dignó visitarnos y adivinen con qué agenda, finalidad e intención.
Pues Lula, el presidente de los Estados Unidos de Brasil (también conocido como “O país mais grande do mundo”), vino a Venezuela ( y ahora sí: agárrense de las manos o apriétense el cinturón), a promover el socialismo del siglo XXI y a la revolución chavista, a cantarle loas al estatismo y la colectivización de la sociedad, a declararle la guerra al FMI y a la economía global y proclamar y nutrir la idea, según la cual, el capitalismo -que él promueve y consolida en Brasil-, es perverso, maldito y destructor y debe desaparecer cuanto antes de la faz de la tierra.
Eso sí, estas últimas ideas (digamos que ideológicas y estratégicas), susurradas en privado y en un portuñol que deja brechas a la ambigüedad, al “yo no dije eso”, o “se me interpretó mal”, de modo que, si Chávez le declara un día no lejano la guerra a Brasil, se alía con el próximo presidente republicano de USA y cuenta los cuentos de las reuniones Chávez-Lula, Itamaratí pueda desmentirlo y alegar que “fueron cuestiones de que el ex presidente Lula no hablaba muy bien portuñol, o de una mala traducción”.
O también del sol abrasador que chamuscó el encuentro del viernes de los dos compinches, del capitalista y el socialista, heraldo de un chubasco que después los puso a temblar, en la Mesa de Guanipa, al norte del Estado Anzoátegui, mientras revistaban las primeras siembras de soya en el país al parecer con “financiamiento” brasileño, y que los perseguiría hasta la churuata, donde, al final, se retiraron a disfrutar de aire acondicionado, luz y agua sin cortes, abundantes exquisiteces, tragos (es famosa la afición de Lula por el Buchanan 18), canciones de protestas y las puyas que se lanzaron uno y otro por la rapidez con que crecen sus respectivas prominencias abdominales (en coloquial: barrigas).
De todas maneras, conmovedora la afición de los compinches por los detalles étnicos, localistas y folklóricos, por cuanto, prefirieron la churuata amazónica que los une, a una jaima que les prometió Gaddafi cuando fueron a visitarlo a la que se trajo para la cumbre África-UNASUR en Margarita el mes pasado, pero que, no obstante el gesto, no cuadra con la tranquilidad de conciencia del populismo sudamericano.
Requisito que si llenaba el sombrero de cogollo típico de los campesinos venezolanos (prenda con la cual se identifica mucho Chávez, que es un llanero que, extrañamente, no sabe montar a caballo, ni nadar) que lució Lula, y el casco de obrero metalúrgico de Chávez, sin duda que en honor del proletario que llegó a ser presidente de Brasil.
Y por supuesto, que nada de noticias impresas, radiales o televisivas, aunque llegaran de las 30 televisoras, 120 emisoras de radio y 400 periódicos que tiene Chávez a su disposición y paga con dinero del estado, a cuyos cancerberos podía filtrárseles que en ese instante, precisamente en el instante en que terminaban el tercer escocés y se disponían a picar laulau ahumado (encargado quizá al “Tony Bar” o “La Cumbre” de Ciudad Bolívar) y huevas de lisa de Margarita o Coche, miles de manifestantes en San Cristóbal que se habían lanzados a protestar por la inseguridad, el desabastecimiento, los apagones y los cortes de agua, eran barridos de las calles por la Guardia Nacional, con bombas lacrimógenas, perdigonazos y peinillazo limpio, “con gas del bueno” como dice Chávez, y detenidos y llevados a los tribunales y acusados de un delito nuevo, no conocido hasta ahora en Venezuela, de uno de origen, definición y calificación chavistas: “SER COLOMBIANO”.
Imágenes que, a lo mejor, también noticiaban sobre el secuestro y masacre, hace unos días no más, de 10 ciudadanos de ese país ejecutados por guerrilleros del ELN en territorio venezolano, y que Chávez tolera, permisa y se niega a investigar, porque, supuestamente, se trataba de espías del gobierno de Álvaro Uribe, definidos por la dogmática al uso como “espías, oligarcas, paramilitares, pitiyanquis y enemigos de la Revolución”.
¿Le contó Uribe a Lula en su visita de hace dos semanas a Brasilia de que en Venezuela hay campamentos guerrilleros del ELN y las FARC bajo la complacencia de las autoridades venezolanas, de que existe también una virtual “limpieza étnica” contra los colombianos que los elenos y paracos definen como “uribistas, espías, contrarrevolucionarios y pitiyankis” y condenan a muerte y ejecutan para confort y ahorro de los socialistas vernáculos?
Quién sabe… entre tantos recuerdos de su amistad mutua con Obama, de la necesidad de fortalecer los lazos entre las dos economías y de que Lula contribuya a que el tratado comercial USA-Colombia se firme para el 2010 y represente los intereses de los países capitalistas de la región en la próxima reunión del G-20 en Londres.
Y de seguro que Lula lo prometió, e inclusive le “sugirió” a Uribe que hiciera algunas concesiones en el acuerdo USA-Colombia sobre las bases militares, para tranquilizar a los “locos del barrio”, y sobre todo, al más peligroso y repelente de todos, “al loco Chávez”, al hombre que tenía en este momento en frente, conminándolo a firmar otros cartapacios de convenios comerciales, culturales, deportivos, agrícolas, etc, etc, etc, con tal que no se reuniera con la oposición democrática venezolana, ni oyera los gritos de los reprimidos en San Cristóbal, ni de los 10 colombianos asesinados en Chururú, ni de los millones de venezolanos que se asan en el calor tropical, se alumbran con velas y dejaron de bañarse, porque en la revolución chavista y socialista, electricidad y agua “NO HAY”.
Como tampoco dejó que se informara que ahora, cuando se disponían a saborear “váquiro a las hierbas de la región”, una delegación de estudiantes que, luego de una huelga de hambre de una semana, consiguió reunirse con un organismo al que Chávez le tiene fobia y no permite que ingrese al país, la Comisión de Derechos Humanos de la OEA, para explicarles que en Venezuela, cientos de presos por delitos de conciencia, a quienes no se le formulan cargos, ni se les juzga y si se les juzga con decisiones que los favorecen, el estado se niega a obedecerlas, como sucedió recientemente con el empresario, Eligio Cedeño, se pudren en las cárceles.
De modo que, apenas tiempo para bagatelas como la posible solución de la crisis hondureña, y a prepararse para la firma de 15 nuevos convenios que otra vez inundarán a Venezuela de productos manufacturados brasileños malos y caros, excedentes agrícolas no precisamente de la mejor calidad, carne y enlatados que no pocas veces se pudren en aduanas, almacenes y frigoríficos, acuerdos para la entrega de nuevos pozos petroleros y bloques de gas a PETROBRAS, la construcción de una refinería a pérdida en Pernambuco con petrodólares venezolanos y contratos, contratos, muchos contratos para un gigante brasileño de la construcción, los chanchullos, los sobreprecios y la corrupción: Odebrecht.
En definitiva: que un hampoducto por el cual se traspasan entre 12 mil o 15 mil millones de petrodólares anuales al gigante del sur, y se nos manda entre 400 0 500 millones de dólares, literalmente, en espejitos y medallitas y como cobro de la factura de respaldar a Chávez en la construcción del socialismo, hacer la revolución y barrer a los Estados Unidos de la faz de la tierra.
Pero mientras, Lula llama a Obama todos los días y le ofrece garantías premium para que las empresas gringas tengan en Brasil un paraíso protegido e inviolable, continúen con el flujo de inversiones y se le promete que, si los argentinos se ponen muy cómicos, Brasil rompe con el MERCOSUR y negocia un tratado bilateral con USA.
Y tiene razón Lula: la salud de la economía de Estados Unidos es fundamental para la economía de Brasil, porque si no: ¿a quién le vende Chávez millón y medio de barriles diarios de petróleo a 80 dólares el barril, y hace la provisión de recursos con las cuales financia la ineficiencia y corrupción de miles de empresas brasileñas, todas lulistas, socialistas, trabalhistas y chavistas?
- 23 de enero, 2009
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