El Salvador: La reforma tributaria…, ¿y la reforma estatal?

Dado que los impuestos son, en última instancia, la única fuente genuina y sostenible para financiar el funcionamiento del aparato estatal de un país, el simple hecho de estar hablando de reformas tributarias abre la puerta para cuestionar la forma en que el Estado gasta su dinero. El dinero de usted, para ser más claro.

Dicho cuestionamiento es válido en la mayoría de los países latinoamericanos, no siendo El Salvador la excepción a la regla, sobre todo en momentos en que existe un peligroso incremento de la brecha fiscal: ingresos decrecientes y gastos crecientes. Mala combinación, en verdad.

Y aunque es habitual responsabilizar a la crisis internacional de todos los problemas económicos (siempre hay que encontrar alguien a quien culpar, obviamente…), una mirada honesta de la realidad muestra que las inconsistencias fiscales existen en El Salvador desde hace tiempo: la crisis simplemente las puso en evidencia. Agravadas.

Hay ineficacia en la recaudación: evasión y elusión. Hay ineficiencia en el gasto: subsidios mal enfocados, derroche y falta de control. Asimismo, el funcionamiento del Estado suele ser malo: son demasiadas las cosas que deja de hacer.

Es cierto, todas esas cosas también fallan en muchos países latinoamericanos, ante lo cual caben dos reflexiones: a) que mal de muchos consuelo de tontos, y b) que las autoridades salvadoreñas no pueden actuar sobre la realidad de los demás países…, pero sí sobre la de El Salvador. Dos perogrulladas…, a menudo olvidadas.

Aparece entonces la "doble imposición": se pagan impuestos para tener policía, pero las empresas tienen que pagar seguridad privada para impedir asaltos (incrementando gastos, que paga el consumidor). A nivel individual las cosas no son diferentes: ocurre con la educación, la salud y el transporte. Piénselo.

Es por eso, que lejos de ser éste un mal momento para hacer una reforma tributaria, es un buen momento para hacer dos reformas: una tributaria y otra estatal. Para exigirle al Estado eficacia y eficiencia en el uso de su dinero. Del dinero de usted, ya sabe.

Veamos algunos números. Según el informe presentado por el Ministerio de Hacienda a la comisión de Presupuesto de diputados el pasado 12 de octubre, la recaudación que se proyecta obtener en el año 2010 es de $3,053.7 millones.

Se trata de una cifra alta y difícil de alcanzar: el informe indica también que la recaudación del año 2008 había sido de $2,980.9 millones, pero Fusades alerta que hasta septiembre del 2009 la caída acumulada de la recaudación, comparada con el mismo período del año anterior, fue de nada menos que $248.5 millones.

Es decir, suponiendo de manera ingenuamente optimista que en octubre, noviembre y diciembre del 2009 se recaude lo mismo que en iguales meses del 2008, la recaudación real del 2009 apenas sobrepasaría los $2,700 millones. La cifra final seguramente será menor.

¿Por qué se presupuesta entonces que la recaudación del 2010 superará en por lo menos unos $350 millones a la recaudación real del 2009? La respuesta no cabe duda será: por la reforma tributaria.

Pero ese esfuerzo fiscal resulta inconsistente con el hecho de anunciar, por ejemplo, que habrá "Draw back seguro hasta tener una política integral", tal como pudo leerse días pasados en los periódicos. Se trata del reintegro del 6% del monto de ciertas exportaciones.

Revisando viejos periódicos, muy fácil con la Internet, puede verse que el 26 de noviembre de 2003, hace casi 6 años, este diario informaba que el "TLC desmontaría el draw back", agregando que en el por entonces lejanísimo año 2010 la Organización Mundial del Comercio (OMC) lo prohibiría.

En verdad, no debería ser necesario que la OMC prohíba algo: hay mejores formas de fomentar las exportaciones que poner alegremente unos $25 millones anuales en la bolsa de (ciertos) exportadores.

Ese dinero, que es su dinero ("su" de usted, claro), luciría mejor en el Hospital Bloom, en escuelas carenciadas, y en un buen sistema de transporte público. Esa es la reforma estatal.

Hasta la próxima.

*Ingeniero. Máster en Economía (ESEADE, Buenos Aires). Columnista de El Diario de Hoy.