Honduras: La comedia e’ finita
Mel" Zelaya -caricatura bufa de Sargento García bananero- ya toma camino a ser un pie de página histórico, donde quedará como un perfecto pelele.
Honduras ha pagado con creces la suprema imprudencia de lanzar desechos tóxicos a plena vía pública internacional. Al sacar a "Mel" para San José, convirtió lo que jamás debió pasar de pleito doméstico en "cause célébre" internacional. La ropa sucia se lava en casa. Pero todo este sainete ha servido para poner de relieve algunas tristes características de la actualidad hemisférica.
Primero, desnuda la completa impotencia, que ya raya en lo ridículo, de aquella entelequia llamada OEA; y ante todo la bancarrota moral de aquel inepto politiquero chileno que escogieron por secretario general -gracias a una compraventa de votos que caracteriza las elecciones al cargo desde tiempos del tristemente recordado Orfila.
Segundo, desenmascara la intrínseca impotencia del atajo de histriones, mininapoleones y capitanes Araña -buche y pluma no más- que sin otro argumento que un cerro de billetes pretenden montar una suerte de "socialismo" destructivo y cleptómano en pleno siglo XXI, como tapadera para megalómanas ambiciones de poder.
Tercero, revela la hipocresía de una comunidad internacional "democrática" -cuyo vario pinto elenco incluye personajes como Obama, Lula, Zapatero, Bachelet y el dúo Kirchner- mil veces más pendiente de imágenes y apariencias que de la justicia y la realidad de los hechos.
Finalmente, deja en claro ante el mundo que el mal llamado "Imperio" norteamericano fue el único capaz de poner orden en el entuerto hondureño. Auténticos diplomáticos -como el discreto subsecretario de Estado, Thomas Shannon, legado por George W. Bush- pudieron arreglar las metidas de pata y atropellos migratorios de sus superiores.
Zelaya, saldrá ahora de su "guarimba" brasilera, adornado con una esterilizada banda presidencial, a enfrentarse al Congreso y Corte Suprema de Justicia de su propio país. Los mismísimos que tanto ha difamado ante el mundo.
Serán ahora los hondureños -víctimas de frívolos ensañamientos de la "comunidad internacional"- los que decidan su propio futuro.
Será ahora la Corte Suprema de ese país -¡aun sin visas norteamerica- nas!- la que en definitiva decidirá lo que pasará en Honduras. ¿Qué pesará más en sus conciencias? ¿El futuro de su país o la posibilidad de visitar Disneyworld?
Honduras consolidará su aprendizaje democrático, el mundo pasará la página, y -por ahora- la comedia e' finita. Hasta la próxima función.
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