Obama y Latinoamérica, un año después
Un año después de la elección del presidente Barack Obama, es hora de preguntarse si sus ambiciosas promesas de campaña sobre Latinoamérica se están cumpliendo, o si –como otros antes que él– se está olvidando de la región.
Démosle un rápido vistazo a sus principales promesas de campaña sobre la región:
• Obama, que nunca había tenido demasiado contacto con Latinoamérica antes de lanzarse a la Presidencia, prometió crear «una nueva alianza de las Américas'' para acabar con «años de negligencia'' hacia la región. Sin embargo, la promesa quedó trunca como consecuencia del derrumbe económico de fines del 2008.
• Obama me dijo en una entrevista durante la campaña que, para obligarse a sí mismo a tener a Latinoamérica siempre presente, convertiría las cumbres de Estados Unidos con América Latina –la Cumbre de las Américas– en un evento anual, en lugar de una reunión de cada tres o cuatro años, como ahora. Obama no ha hecho esa propuesta desde que asumió la Presidencia.
• Obama prometió designar un Enviado Especial para las Américas, como una forma de que la burocracia gubernamental le preste más atención a la región. Hasta ahora, no lo ha hecho.
• Obama prometió cerrar la prisión estadounidense para terroristas en la base naval de Guantánamo, Cuba. Tras asumir la Presidencia, Obama ordenó que la prisión se cerrara el 22 de enero del 2010. Los funcionarios de la Casa Blanca dicen ahora que ese plazo podría prorrogarse, pero que sigue firme el compromiso de cerrar el centro de detención.
• Obama prometió hacer una reforma inmigratoria –incluyendo la legalización de millones de inmigrantes indocumentados– y convertirla en una «prioridad absoluta'' durante su primer año en el cargo. Los funcionarios de su gobierno dicen que esperan que el tema sea tratado en el congreso en el 2010.
• Obama prometió durante la campaña «aumentar sustancialmente nuestra ayuda externa a las Américas''. Aunque la crisis económica estadounidense ha postergado estos planes, en abril Obama respaldó la decisión del G-20 –el grupo constituido mayoritariamente por países industrializados– de ampliar los préstamos del Fondo Monetario Internacional a los países en desarrollo, así como también incrementar la representación de las economías emergentes en el consejo directivo del FMI.
• Con respecto a Cuba, Obama había prometido «permitir inmediatamente viajes familiares y envíos de remesas ilimitados a la isla''. Como presidente, Obama ha ordenado e implementado ambas medidas.
• Obama prometió dejar atrás las políticas unilaterales del gobierno de George W. Bush. La mayoría de los diplomáticos latinoamericanos aplauden a Obama por haber condenado la destitución del presidente hondureño Manuel Zelaya del 28 de junio pasado, y por haber trabajado junto con los países de la región para restituir el estado de derecho en ese país.
• Obama prometió una mayor cooperación con México. Funcionarios mexicanos le reconocen el mérito de haber respaldado la Inciativa de Mérida para ayudar a combatir a los carteles de narcotráfico, y por ordenar a las agencias policiales estadounidenses que arremetan contra el contrabando de armas de Estados Unidos a México. También aplauden el hecho de que no suspendiera los vuelos a México cuando estalló la pandemia de gripe porcina H1N1 en México a principios de este año, mientras que Cuba, Argentina y otros países latinoamericanos sí los suspendieron.
Cuando le pedí a Arturo Sarukhan, el embajador mexicano en Washington, que calificara el desempeño de Obama con respecto a México, me dijo: «En una escala de 1 a 10, le daría un ocho''.
En general, los funcionarios de la Casa Blanca dicen que lo mejor que puede hacer por la región Obama es resucitar la economía estadounidense. Eso hará crecer el comercio, las inversiones extranjeras y los envíos familiares de Estados Unidos, y acelerará el crecimiento económico latinoamericano y caribeño, según afirman.
Mi opinión: Obama no ha convertido a Latinoamérica en una de sus principales prioridades de política exterior, ni es probable que lo haga. En rigor, no es del todo su culpa: ha tenido que concentrar su energía en revertir la crisis económica que heredó, y no ha podido designar su propio equipo para Latinoamérica porque senadores conservadores del partido republicano le han bloqueado la confirmación de su nominado, Arturo Valenzuela, para el cargo de jefe de asuntos hemisféricos del Departamento de Estado.
Pero Obama ha logrado cambiar la imagen de Estados Unidos en Latinoamérica, hasta el punto que la mayoría de las encuestas revelan que se cuenta entre los líderes más populares en la región. Ahora el gran interrogante es si usará ese capital político para cumplir su promesa de campaña de ser «un implacable defensor de la democracia'' y ayudar a los pobres de la región. Yo sigo creyendo que lo hará, aunque –en vista de las circunstancias, y de sus propias prioridades– estoy algo menos convencido de ello que un año atrás.
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