Uruguay: Zapatero a sus zapatos
El País, Montevideo
Se acabó el tiempo, los uruguayos vamos a definir, cuál de los dos, Luis Alberto Lacalle o José Mujica, será el próximo presidente de la República. Para esta decisión es que el Constituyente otorgó 30 días más para que la ciudadanía reflexione. El resto de las personas elegibles en el ámbito nacional ya está decidido, solo resta ver quien encabeza el Poder Ejecutivo.
Por tanto el Uruguay define a fin de mes si quiere a Mujica como presidente, con un Frente Amplio detrás suyo, distinto, una izquierda dominada en forma fehaciente por su famosa barra, que gracias al apoyo popular obtenido, gobierne únicamente de acuerdo a su leal saber y entender. O por el contrario a Lacalle en la jefatura de gobierno, obligado a procurar acuerdos para hacer caminar al país.
En este contexto, nos nacen dos análisis primarios. Lacalle es mejor político que Mujica, conoce más los vericuetos estatales, sabe lo que es lidiar con la estructura burocrática e institucional del país, tiene mayor experiencia en los temas internacionales y no necesita que le expliquen al oído las consecuencias de malas acciones en materia económica. Por el contrario Mujica hace gala de su honradez, de su sinceridad y de su sensibilidad para con los más necesitados. Pero el mismo presidenciable ha dicho hasta el cansancio que el cargo le queda grande y utiliza el eufemismo del trabajo en equipo para intentar licuar sus falencias en preparación y conocimiento para el momento en que esté solo él y su alma teniendo que decidir sobre alguna situación crítica en el día a día de un Presidente normal.
Por eso si la decisión presidencial fuera una competencia de aptitudes, no existiría ninguna consultoría, de esas que evalúan desempeños que no le diera mayor puntaje y calificación al Dr. Lacalle.
Por suerte la democracia es más compleja, y la voluntad de los pueblos es la que prevalece frente a cualquier elemento objetivo. Pero en este cruce de caminos, el Uruguay puede si se ayuda a sí mismo, lograr el equilibrio de tener al mejor en el área ejecutiva y a los mejores controlándolos, complementando sus pensamientos, y hasta exigiendo que sus ideas sean tenidas en cuenta.
Un gobierno de Mujica hará cálculos matemáticos y les dará a los sectores del Frente el resultado exacto en cargos a los votos obtenidos y pesará más el apoyo político del Ministro en cuestión a su preparación o profesionalismo en la materia… Por el contrario, Lacalle está obligado por las circunstancias a colocar en el gabinete a personas que tengan la suficiente talla moral, y profesional para no verse en problemas en el Parlamento Nacional. Recurrirá necesariamente a ciudadanos de varios partidos que sopesen la vulnerabilidad parlamentaria a fuerza de capacidad de gestión y preparación. En el caso de darle el poder absoluto a Mujica, los controles tendrán el límite de la mayoría parlamentaria frentista, y el que se haga el vivo recurrirá a la fuente partidaria para pedir auxilio.
Otro cantar será con Laca-lle. No habrá lugar para los "vivos": el primero que la embarre lo sacan, o el primero en cometer una burrada de gobierno o decir una palabra de más, sabe que queda sin empleo a la media hora.
Eso es calidad democrática, es el nuevo paso que debemos asumir para no mirarnos de reojo y que en definitiva el 100 por ciento de los compatriotas estemos representados.
- 23 de julio, 2015
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