Elecciones en Honduras, sí o sí para salir de la crisis
Santiago. - A poco más de tres semanas de la elección presidencial, Honduras vive una nueva tensión: se quebró el acuerdo entre representantes del depuesto presidente Zelaya y los del mandatario de facto, Roberto Micheletti, a pesar de los esfuerzos de la OEA y de diplomáticos estadounidenses por establecer un pacto entre ambas partes y consolidar un acuerdo que restituya la democracia en el país caribeño.
El conflicto aún sobrevive, Zelaya continúa atrincherado en la embajada de Brasil en Tegucigalpa, con el deseo irrenunciable de volver al poder y terminar su periodo en enero. En este ambiente, los seis candidatos a la presidencia (ver infografía) batallan por conseguir el voto de 4,7 millones de hondureños inscritos, tratando de dejar atrás la crisis que ha captado la atención regional por más de cuatro meses.Sin embargo, en opinión de analistas el conflicto político no tendrá alcance a nivel electoral, incluso si es que Zelaya no cumple con el gesto de entregar la banda presidencial, por lo que la crisis política no determinará quién será el próximo mandatario de Honduras.
“La solución al problema político no será trascendental en la intención de voto”, dice Michelle Taylor-Robinson, profesora asociada de la Universidad de Texas. “Tampoco la postura que los candidatos tengan respecto al tema”. Para la académica, el fenómeno coyuntural tiene impacto, en términos de votos sólo en la élite, pero no en el resto de la población, señaló a AméricaEconomía.com.
Si bien la solución al conflicto es importante para entregar garantías a las elecciones, ambos procesos transitan por carriles distintos. Adolfo Facussé, presidente de la Asociación Nacional de Industriales de Honduras (ANDI), indicó que los partidos políticos han hecho un esfuerzo por no contaminar el proceso eleccionario con la crisis. “Se ha tenido muchísimo cuidado, de hecho los candidatos no se refieren al tema para no enredarse en el problema”, dijo el empresario, agregando que el sistema electoral está funcionando “sin problemas”.
Cortoplacismo domina la escena. Entonces, ¿qué determinará la intención de voto de los hondureños? Taylor-Robinson cree que la respuesta a dicha interrogante hay que buscarla en la composición del padrón electoral. “Los votantes vienen mayoritariamente de sectores pobres y con baja alfabetización; ellos buscarán que sean resueltos sus problemas más urgentes, hablar de políticas a largo plazo no captará la adhesión”, indicó.
En línea con lo anterior, Claudio Fuentes, director del Instituto de Ciencias Sociales de la Universidad Diego Portales (ICSO-UDP), señala que los ejes del discurso de los candidatos giran en torno al empleo, la seguridad, obras públicas, etc. “Las reformas institucionales aparecen en un segundo plano. Por ahora la prioridad de los aspirantes a la presidencia será aumentar la participación de la ciudadanía”, indicó a AméricaEconomía.com.
Para Fuentes, uno de los factores que explican la ausencia de discursos rupturistas o de fuerte cambio es que los aspirantes al sillón presidencial surgen del mismo sistema político.
“No hay candidatos que vayan contra el establishment”, dice. Y tiene razón, los candidatos de las dos grandes fuerzas políticas que aspiran al poder son parte de la historia política reciente de Honduras. Elvin Santos, del Partido Liberal, fue ex vicepresidente durante el período de Manuel Zelaya. En tanto, Porfirio Lobo, del Partido Nacional, ha ocupado cargos en el Poder Legislativo desde 1990. El resto de los candidatos, Carlos H. Reyes, Bernard Martínez, Felícito Ávila, César Ham, están todos ligados al mundo sindical y a movimientos sociales que ya han sido actores políticos en el país.
Ambos analistas coinciden en que hasta el momento las candidaturas carecen de un proyecto político contundente y más bien sus propuestas son cortoplacistas.
Según Taylor-Robinson, Lobo es quizás el único de los candidatos que tiene una campaña relativamente desarrollada, destacando el hecho de que sus ideas surgen del diálogo con varios grupos de interés. En tanto, Elvin Santos carece de un discurso que tenga una plataforma programática, y apela a las características de su partido para captar votos. “Un candidato racional y estratégico debería visitar a comunidades, entregarles alimentos, ropa, medicinas y prometerles sacarlos de la pobreza. Hablar de políticas a largo plazo no tiene credibilidad”, concluye la académica.
La elección como una oportunidad. Las garantías para que el proceso se desarrolle de manera normal es la principal preocupación de las instituciones políticas hondureñas y de la comunidad internacional.
Para Taylor-Robinson el Tribunal Supremo tiene incentivos claros para que los comicios del 29 de noviembre se desarrollen con normalidad. Son dos: primero, porque Honduras tiene varias experiencias de elecciones libres y sin corrupción en la historia reciente, una senda a la que desea retornar; segundo, porque más que nunca garantizar la transparencia del proceso significaría dar una señal a la comunidad internacional de que Honduras avanza decidida en materia democrática.
Para Fuentes, del ICSO-UDP, la participación de observadores de organismos multilaterales y el monitoreo permanente de Estados Unidos también contribuirá a que el país logre una “transición rápida” y genere condiciones estables para el nuevo gobierno.
Más allá de quién gane la elección, el término exitoso de proceso electoral debería ser uno de los pilares que repare la institucionalidad quebrada tras el 28 de junio, y que al mismo tiempo alivie la democracia, que ha mostrado signos de una evidente fragilidad, y ha encendido además las alarmas respecto a la vuelta de los golpes cívico-militares, como opción en el menú de la política regional.
- 23 de julio, 2015
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