La violencia en Juárez crea un auge en El Paso

The Wall Street Journal

El Paso, Texas. – Esta ciudad en la frontera con México vive un auge, a medida que empresarios que huyen de la violencia en Ciudad Juárez cruzan el Río Grande y abren discotecas y restaurantes de moda aquí.

La violencia en México le ha dado un inesperado impulso económico a El Paso, una ciudad de más de 600,000 habitantes en el extremo occidental de Texas. La tasa de desempleo aquí era de 9.8% en septiembre, equivalente al promedio nacional pero mucho menor que en otras ciudades fronterizas como Brownsville y McAllen.

Cindy Ramos-Davidson, presidenta ejecutiva de la Cámara de Comercio Hispana de El Paso, dice que se han visto saturados de solicitudes de empresarios de Juárez que quieren asentarse en El Paso. En los 12 meses hasta el 31 de julio, más de 200 compañías abrieron sus puertas, un alza de 40% respecto al mismo período del año pasado.

"Es la mayor migración de mexicanos acaudalados [a El Paso] desde la Revolución Mexicana" de 1910, dice Beto O'Rourke, concejal de El Paso.

No todos los recién llegados son refugiados de la violencia. Otro factor que está impulsando la economía de la ciudad es la expansión multimillonaria de Fort Bliss, una base militar que está atrayendo a miles de soldados y ayudando a la industria local de la construcción, dice Bill Gilmer, un economista en la sucursal de El Paso del Banco de la Reserva Federal de Dallas.

Pero El Paso está atrayendo a cientos, tal vez miles, de residentes de Juárez en busca de un lugar seguro donde vivir. No hay una estimación oficial del influjo, pero agentes de bienes raíces reportan un alza en las ventas de casas a residentes de Juárez. La tasa de ocupación de apartamentos es de 92%, más alta que en ciudades como Houston y Dallas, donde la tasa ha caído por debajo de 90%, según MPF Research, que compila este tipo de información.

No es difícil entender por qué: el número de asesinatos en Juárez se disparó en la primavera de 2008 y aumentó a más de 300 al mes en agosto y septiembre de 2009, los niveles mensuales más altos de un año particularmente violento.

Tras varios intentos de secuestro, hace unos meses Aril Anzures y su familia se mudaron a El Paso y abrieron una sucursal de la cadena de siete restaurantes de burritos que tienen en México. "Se estaba poniendo muy mal", dijo Anzures. "No somos ricos, pero teníamos que viajar con guardaespaldas".

Dijo que no teme por su seguridad en El Paso, donde Burritos Crisostomo ofrece las mismas tortillas de harina y rellenos frescos que en México. Muchos de sus clientes son también expatriados de Juárez. El negocio va tan bien, dijo Anzures, que espera abrir otro local en El Paso en las próximas semanas.

Rafael García solía fabricar partes plásticas para aspiradoras, pero huyó de Juárez tras ser secuestrado. Ahora tiene un restaurante en El Paso, donde sirve platos típicos de México.

Recién llegados como García están importando una vida nocturna que no existía en El Paso. Antes, mucha gente en busca de fiesta sencillamente cruzaba el río para ir a México.

Lariza Varela, de 28 años y quien trabaja para una firma financiera, ha reducido sus visitas de fin de semana a Juárez y ahora acude a un nuevo bar de El Paso llamado 33. "El Paso es muy aburrido, pero aquí ponen música en español y es casi como estar allá", dice. El bar cuenta con muchas meseras que se aseguran de que los clientes no tengan que levantarse para comprar más cerveza, como en Juárez, y cada fin de semana, un músico jovial canta rancheras.

Carlos Chávez dijo que él y su hermano abrieron el bar para reemplazar el que cerraron en Juárez después de que sus clientes dejaron de ir debido a la violencia del narcotráfico.

A pesar del temor de que la violencia cruce la frontera a El Paso, la ciudad sigue siendo una de las más seguras del país para su tamaño, según estadísticas federales, con 10 asesinatos en 2009.