Aventuras de globos y globeros
El País, Montevideo
Por qué una familia estadounidense pensó que sería una buena idea hacer creer que un niño se había ido volando en un globo sin control, no queda claro. Pero eso ocurrió hace días y fue tomado como cierto hasta que se advirtió que el infante estaba oculto en un sótano y no volando en la barquilla. Ahora los padres del chico enfrentan acusaciones ante la justicia.
Sea como sea, es oportuno recordar que no se trata del primer engaño vinculado con un globo. El 13 de abril de 1844 el periódico "New York Sun" anunció que el aire "se convertirá en una vía de circulación común y conveniente para la humanidad… El Atlántico ha sido cruzado con un globo… y en el inconcebiblemente breve período de 75 horas, de costa a costa". La historia de esta aventura del presunto globo, bautizado "Victoria", fue cocinada por nada menos que Edgar Allan Poe, quien hacía varios días que preparaba el ambiente para ello.
Ya el sábado 6 de abril, el diario había brindado detalles de la improbable aeronavegación emprendida desde Inglaterra por los señores Monck Mason y Harrison Ainsworth, quienes en su diario personal, relataban cómo habían iniciado vuelo con un globo de seda, comentando que a pocos minutos de despegar, habían llegado a la costa oceánica, desde donde pensaban emprender rumbo a París, operando con un sistema direccional de timón y hélice.
Se sentían felices, comentaban, cuando, "Apenas habíamos terminado de gritar nuestra alegría, un accidente imprevisto ocurrió y nos descorazonó en no pequeño grado. La varilla de acero que conectaba el resorte con la hélice fue súbitamente sacada de lugar y en un instante quedó colgando fuera de nuestro alcance. Mientras tratábamos de recuperarla, nos envolvió un fuerte viento del Este que nos arrastró con fuerza creciente, rumbo al Atlántico. Pronto nos encontramos yendo hacia el mar abierto a no menos de 50 o 60 millas por hora, de manera que ya estábamos a la altura de Cabo Clear a unas 40 millas a nuestro Norte, antes de haber recuperado la varilla…"
A esta altura, relataban, Ainsworth hizo una extraordinaria pero no irracional o quimérica propuesta: "Que tomáramos ventaja del fuerte viento que nos empujaba y en lugar de tratar de ir hacia París, procurar alcanzar la costa de Norteamérica."
Recién 75 años después, algo parecido al globo de 1844, lograría concretar una hazaña como la descripta y ello le tomaría 108 horas. Fue la aeronave británica R-34. Pero el asunto es que con esta mentira, Poe, a quien le encantaban las patrañas (que se sepa, concretó cinco), debe haberse divertido mucho, puesto que más tarde contaría que en la mañana del anuncio "toda la plaza que rodeaba el edificio del "New York Sun" estaba literalmente sitiada, bloqueada desde poco antes del amanecer hasta alrededor de las dos de la tarde… Yo nunca fui testigo de una excitación más intensa en procura de conseguir un diario… Yo lo traté en vano durante todo el día."
¿Será por esta u otra historia análoga que la palabra globo, en ciertas partes del mundo, es sinónimo de mentira? ¿O que globero quiera decir mentiroso? ¿Y aquella comedia de Luis Sandrini, que llevaba el sugestivo título de "Juan Globo"? ¿Será casual que evoquemos todo esto, tan afín a globos y globeros, en momentos que arrecia una muy notoria propaganda electoral?
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