Tanques de agua, no de guerra
Ningún pueblo de la tierra es tan estúpido para embarcarse en un conflicto bélico.
Las conflagraciones mundiales que ha padecido la humanidad son el producto de dementes que con pretextos baladíes engañan a sus pueblos al hacerles creer que son superiores a otros, de lo que se valen los “perros de la guerra” para vender armas de todo calibre que a la final permite el enriquecimiento de los fabricantes de los instrumentos que sirven para matar a los seres humanos.
Los pueblos, por naturaleza, son amantes de la paz. Rechazan la violencia y anhelan su superación mediante un desarrollo armónico basado en justicia y libertad.
Cuando creíamos que los Hitler habían desaparecido de la faz de la tierra, de pronto el presidente de Venezuela Hugo Chávez, nos despierta con los tambores de guerra que amenazan la paz y la tranquilidad de nuestro continente. Pide a su ejército, a sus soldados, a sus fuerzas armadas aprestarse para que se vayan a pelear con su vecino.
Sus expresiones fueron escuchadas y sus gestos de Júpiter tonante los vio el mundo a través de la televisión. De tal manera que no cabe la menor duda que lo que él pidió a sus soldados y a su pueblo fue irse a la guerra.
Mas parece ser, como siempre sucede con aquellos individuos que por desgracia hay miles sobre el planeta que hablan antes de pensar, en lugar de pensar para luego hablar, Chávez tarde se arrepintió de la barbaridad que dijo y acudió al manoseado argumento que sus palabras “fueron sacadas de contexto” y dijo entonces “yo no fui”. Lo que sucede es que la opinión mundial se le fue encima. El gobierno de Brasil le dio a comprender que el ingreso de Venezuela al Mercosur peligraba si seguía con estas amenazas de guerra. Se retractó un poco tarde. Pero lo dicho está.
Posiblemente trató de hacer sonar sus tambores de guerra y poner a andar sus tanques de guerra para tratar de desviar la atención de su pueblo que no tiene agua, ni luz, que vive en una inseguridad tremenda, que tiene racionamiento para adquirir alimentos de primera necesidad. Por eso es que los venezolanos salen a decirle a pulmón lleno “Tanques de agua, sí. Tanques de guerra no.”
“El único órgano que jamás descansa es la lengua” dijo Konrad Adenauer. Se corrobora este pensamiento con todo lo que dice Chávez.
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