La arremetida de «Pepe» Lobo por la presidencia de Honduras
Santiago. – Tres de las grandes transformaciones estructurales en la política hondureña de los últimos años coinciden con la labor de Porfirio Lobo a la cabeza del Congreso y su capacidad para alinear a los parlamentarios tras un objetivo país: buscar contrapeso entre los poderes del Estado.
Luis Consenza, unos de los coordinadores electorales del ex mandatario Ricardo Maduro, cuenta que en la campaña presidencial de 2001 los cinco candidatos acordaron -independiente de quién fuera electo- impulsar tres reformas: la elección de los jueces de la Corte Suprema, tarea que quedaría en manos de la sociedad civil y el Congreso; la eliminación de la inmunidad de los parlamentaros, para poder ser investigados por la Justicia, y el cambio desde una lista cerrada a una lista abierta en los comicios legislativos.
Una de las piezas claves en la concreción de dicho acuerdo político fue Porfirio Lobo, actual candidato a la presidencia por el Partido Nacional, y en ese entonces (2002) presidente del Congreso.
“Lobo entendió que dichas modificaciones buscaban generar “contrapeso al poder Ejecutivo y, al mismo tiempo, que la sociedad civil tuviera más injerencia en la toma de decisiones”, dice Consenza a AméricaEconomía.com, quien además destaca en “’Pepe’ su afán conciliador”.
Carlos Denton, presidente de la Junta Directiva de la consultora CID/Gallup, explica que Lobo es visto por el votante hondureño como un candidato “menos doctrinario y dispuesto a escuchar, con una visión de futuro”. Denton agrega que la candidatura de Lobo es transversal a la sociedad hondureña, y lo posiciona como un “polo de estabilidad”.
Puntero en las encuestas. Precisamente la reconocida habilidad de Lobo para alinear fuerzas políticas, sumado a la vasta trayectoria en agrupaciones civiles y políticas -como el Comité para la defensa de los Derechos Humanos, el Consejo Nacional de Productores para la Política Agrícola y la Corporación Hondureña de Desarrollo Forestal, entre otros-, ha contribuido a que el representante del Partido Nacional suba al tope de las encuestas.
El último sondeo de la consultora CID/Gallup, en octubre, muestra que “Pepe” Lobo es el candidato con mayor adhesión (37%), superando por 16 puntos porcentuales a su principal adversario, Elvin Santos (21%), candidato del Partido Liberal. El sondeo muestra además que tres de cada cinco de los entrevistados opinan que Lobo será el próximo presidente de Honduras.
En julio de 2009, la situación era diferente. Si bien Lobo recibía 42% de las preferencias, la diferencia con Santos era menor –a éste se le citaba también como un posible presidencial, a sólo cinco puntos de Lobo, con 37%-. Sin embargo, Denton, de CID/Gallup, detalla que además de los atributos de Lobo, otro de los factores que explica el ascenso del candidato, es la polarización del partido de su principal contendor. “No hay un apoyo mayoritario en el Partido Liberal hacia la candidatura de Elvin Santos. Esto ha posicionado a Lobo como una figura que aglutina votos”, advierte el experto a AméricaEconomía.com.
Seguridad, prioridad número uno. La principal bandera de lucha, en la primera intentona de Lobo por llegar al poder en 2004, fue la promesa de terminar con el crimen en Honduras. No pudo llevarla a cabo, debido a que Manuel Zelaya se convirtió en presidente por una diferencia de apenas 73.763 votos, 3,37% del escrutinio.
En su segundo intento por gobernar el país el tema vuelve a ser unos de los ejes centrales en la campaña de Lobo. Y no es para menos. El crimen es uno de los temas más importantes para la población hondureña.
Según el último estudio del Observatorio de la Violencia, del Instituto Universitario en Paz, Democracia y Seguridad (IUDPAS) de la UNAH, entre enero y diciembre de 2008 ocurrieron 7.235 muertes violentas, 1.448 casos fatales más que el año anterior, lo que arroja un incremento de 25%. En tanto, los homicidios mostraron un aumento de 25,2% en relación al 2007, con 899 muertes más.
“Seguridad Ya” es el nombre del plan propuesto por Lobo para terminar con el crimen organizado en Honduras, que incluye aumentar el patrullaje incrementando los recursos para la policía; prevención en los sectores jóvenes y, por último, la generación de empleos como una forma de entregar oportunidades y evitar el delito como generador de recursos monetarios.
Los analistas coinciden en que Lobo ha sabido posicionarse como un líder preocupado del tema y con la capacidad para poner freno al delito. “Representa la imposición del orden”, dice Denton. “Lobo aparece como la figura política capaz de dar solución a ese tema, debido a su experiencia en la gestión pública”, agrega Luis Consenza.
Un tema nada menor y que el próximo 29 de noviembre podría incidir en la esperada votación presidencial. Porque aunque los hondureños no manejen las cifras, algo saben sobre las causas y desafíos que enfrenta la seguridad ciudadana, tal como advierte en su versión 2009-2010, el reciente Informe sobre Desarrollo Humano para América Central del Programa de Naciones Unidas (PNUD), que en el caso hondureño resalta que el país presenta uno de los mayores índices de pobreza de la región, con una tasa de 68,9% (2007), paupérrima situación sobre la que llueve sobre mojado, si se ve obligado a invertir en seguridad entre 8% y 10% de su lábil presupuesto.
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