Las valijas de Chávez. La economía de Lula
En medio de la ridícula saga en torno a la pelea entre Kaos y Control, más merecedora de un guión de Mel Brooks para el Superagente 86, que de las investigaciones de un juez con dudosa independencia, y de declaraciones y acusaciones cruzadas altisonantes y superficiales. En medio de una genuina protesta en torno a la seguridad y de un poco más de autoritarismo y degradación en los organismos de control del Estado.
Y en medio de algunas cosas más que, obvio, por razones de espacio y de memoria, la Argentina está intentando salir, definitivamente, del default del 2001. Y otra vez, como en el primer canje de la deuda en default, Brasil es la clave.
Me explico. Cualquier oferta de canje implica cambiar un instrumento con cierta tasa de interés nominal y cierta estructura de plazos de pago y vencimientos por otro con una estructura diferente. La única forma de comparar dichos instrumentos para saber si conviene o no canjearlos, más allá de las consideraciones acerca de la capacidad y voluntad futura de pago del deudor, las garantías y las condiciones legales y otras consideraciones extra económicas, requiere de una operación de matemática financiera para “traer al presente” las estructuras a comparar.
El “vehículo” clave que trae una estructura de pago futura determinada al presente es la tasa de interés que utiliza el que hace las cuentas. Esa tasa se elige en función de las vigentes en el mercado al momento del canje para operaciones y riesgos relativamente similares y sus expectativas. Cuando la Argentina hizo su oferta original de salida del default en el 2004, dicha oferta era extremadamente negativa p los acreedores, dadas las tasas de interés de mercado vigentes en ese momento.
A partir de allí, y gracias a la extraordinaria performance de Brasil por la, en ese entonces, “sorpresa Lula”, las tasas de interés de mercado para la región empezaron a caer dramáticamente, mejorando la oferta argentina, no por mérito propio, sino porque al bajar la tasa de mercado a la que se valuaba, el canje se iba haciendo más atractivo, hasta lograr una adhesión importante en esa oportunidad.
Es como si yo le ofreciera a usted, lector, US$ 100 mil por su casa, en un momento en que el precio de las casas está alto y su casa está valuada en US$ 150 mil. Usted rechaza la operación. Yo mantengo mi oferta pero, con el tiempo, el precio de las casas, por razones de mercado, empieza a bajar y ahora la casa está valuada en US$ 110 mil. Entonces, mi oferta ha mejorado, sin que yo la cambiara, porque lo que cambió fue el mercado.
Ahora, a fines de 2009, sucedió algo similar. El mercado financiero para el mundo emergente en general y para Brasil en particular, que está de moda, cambió drásticamente y las tasas de riesgo en la región se desplomaron.
Es ese contexto el que intenta aprovechar el Gobierno argentino para reinsertarse en el mercado de deuda, haciendo propio, un clima ajeno. La oferta implica darles a los que entren ahora lo que han recibido, actualizado a hoy, los que entraron antes. Como si hubieran entrado en ese momento.
Si eso es “generoso”, “justo”, “peor”, o “mejor” es una cuestión subjetiva. Lo cierto es que –como ya se comentara aquí– más allá de que es por las peores razones querer colocar deuda nueva para seguir financiando el populismo K, si la Argentina puede aprovechar este marco global para normalizar sus relaciones financieras con el mundo será mejor para todos, incluyendo para los privados.
Pero Brasil, además, ha sido clave en la coyuntura “real”. Su crecimiento post crisis y su propio programa de estímulo y gasto recuperó la demanda automotriz en ese país y la producción del complejo de ese la Argentina y sus exportaciones al vecino país.
Este sector es el que está al frente de la mejora industrial local. Brasil fué central, entonces, para mejorar el clima financiero para la Argentina y la actividad de un sector importante como el automotriz, y otras mejoras sectoriales.
Incluyendo al turismo receptivo en nuestro país que, medido en reales, está hoy un 20% más barato que a fines de 2008 (teniendo en cuenta el diferencial de inflación).
El kirchnerismo de los “negocios propios” le seguirá agradeciendo a Chávez pero, respecto de la era económica K, la solución la tuvo y la sigue teniendo Lula.
- 28 de diciembre, 2009
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