El Muro de Berlín y el efecto dominó

El Mercurio

Uno de los efectos especiales más espectaculares durante la celebración del 20° aniversario de la caída del nefasto Muro de Berlín fue la demostración de lo que se denomina como efecto dominó. A saber, previamente preparados bloques de espumado, símbolos del muro despedazado tras el remolino espontáneo del 9 de noviembre de 1989, colocados en fila india a lo largo de la traza del muro desaparecido, se cayeron sucesivamente después del golpe suave que ha recibido el primero de estos bloques…

Se supone que ese efecto dominó iba a representar todo un proceso histórico, en el cual la caída final del Muro de Berlín, junto con la desaparición de la URSS dos años después, constituía una especie de broche de oro para una lucha sórdida, poco espectacular y extendida por varios decenios de años, de varias generaciones de ciudadanos de los países de la ex órbita soviética.

Recordemos rápidamente algunos hechos. El golpe de Estado en Checoslovaquia en 1948, la rebelión obrera en Berlín en 1953, la revuelta también obrera en Poznan, Polonia, en 1956, el levantamiento en Budapest, también en 1956, las manifestaciones estudiantiles en marzo de 1968 en Polonia, la Primavera de Praga y posteriormente la intervención soviética en agosto de 1968, la rebelión obrera en Polonia en 1970 y luego en 1976, el movimiento generalizado y las huelgas por varios decenios en Polonia y el surgimiento de Solidaridad, liderado por Lech Walesa, la Ley Marcial en Polonia, en 1981, las primeras elecciones parlamentarias semilibres en Polonia en 1989 y luego el surgimiento del primer gobierno no comunista, liderado por el Primer Ministro, Tadeusz Mazowiecki. Éstas son las principales piezas de aquel dominó que, una vez removida su primera pieza fundamental, iba a caerse por completo, llevando a cabo un cambio geopolítico fundamental en Polonia, el más relevante de la segunda mitad del siglo XX.

La pregunta que surge es la siguiente: ¿cuál era aquella pieza fundamental que provocó la brusca e irreversible caída del bloque soviético? El recorrido histórico que hemos proporcionado arriba no deja ningún lugar para dudas, pues el proceso político iniciado en 1956 en Polonia ha sido justamente aquel decisivo factor destructor que a fin de cuentas había mostrado a otros pueblos del bloque el único camino a recorrer hacia la libertad, tras los intentos fallidos y sangrientamente aplacados; es decir, la rebelión y resistencia cívica realizadas en forma pacífica. Y justamente ese era aquel dominó estratégico que había convertido el decisivo "No" popular de los países del así denominado "socialismo real" en algo irresistible.

En el desfile de las fechas recién citadas falta aún una fecha crucial y clave. Es la del 16 de octubre de 1978, cuando, tras el humo blanco que aquella tarde había aparecido en la Basílica de San Pedro, el mundo entero, completamente atónito, pudo por primera vez percibir una figura prácticamente desconocida en el mundo, pero familiar para la gente de Polonia: la de Karol Wojtyla, el Papa Juan Pablo II. No cabe ninguna duda de que su figura, sus enseñanzas, y a fin de cuentas su carisma jugaron un papel decisivo en la formación de una conciencia política, autoestima y modo de ver en cuanto marcó una necesaria resistencia cívica frente a una opresión aparentemente invencible. Su famoso llamado en la Plaza de la Victoria en Varsovia, en junio de 1979: "¡No tengáis miedo!", se puede considerar como el primer golpe dirigido al interminable, como se pensaba en aquel entonces, desfile de las piezas del dominó, por cierto y de hecho mucho más pesadas que esas recién derribadas durante los festejos berlineses…

Andrzej Zablocki es Presidente Unión Polaca en Chile de Ignacio Domeyko y Jerzy Achmatowicz es Profesor titular de la Universidad de Wroclaw, Polonia y Profesor visitante de la Universidad Diego Portales