Peligroso el cruce para los paisanos

La Opinión, Los Angeles

Miguel Navarro recién había pagado los 118 pesos de peaje en la caseta Costa Rica, en la Maxipista que lleva de Culiacán a Mazatlán, en el estado mexicano de Sinaloa, cuando unos bandoleros lo abordaron y con pistola en mano lo despojaron de todo lo que traía, incluyendo el pick up Chevy Silverado 1999 en el que iba de Los Ángeles a Guadalajara.

Había avanzado un par de kilómetros después de la caseta cuando ya un vehículo le encendía una luz intermitente parecida a las que usan las patrullas. Eran las 5:15 de la mañana del 24 de agosto. Aún no clareaba el cielo.

"Ya me van a parar los federales", le dijo a su sobrino Pablo Barajas que lo acompañaba.

Cuando detuvo la marcha, un hombre que en el pecho llevaba una placa tipo policíaca le ordenó que bajara del pick up. "Es una revisión de rutina", le dijo.

Apenas puso un pie en el asfalto, el hombre de la placa en el pecho le colocó una pistola en las costillas y lo metió de nuevo hacia el pick up. Por el lado del copiloto otro hombre encañonó en la cabeza al sobrino y se los llevaron. Uno más los siguió en el vehículo que, en medio de la oscuridad, hicieron pasar por patrulla.

"Pensé que nos iban a secuestrar, me dieron unos golpes: ‘¡Órale hijo de la chingada, baje la cabeza!’, me decían, y luego hablaban en claves de policías", contó sobre la amarga experiencia este migrante mexicano que desde hace 30 años radica en Los Ángeles y frecuenta ir a su natal Guadalajara.

Unos 10 minutos después, los malhechores tomaron un camino de terracería enlodado para perderse del tránsito de la autopista. Ahí los hincaron y les pidieron las carteras.