El infierno venezolano

Correo del Caroní

Venezuela tiene un riesgo inmenso. Fácilmente se le puede eternizar el abismo si no se aprende de estos tiempos de tinieblas. La evolución social es indispensable, de otra manera en esta región del trópico a diferencia del recorrido de Dante por el universo, nunca habrá estancia en el purgatorio ni parada en el cielo. ¡De las pailas del infierno no se saldrá!

Quienes asuman el poder político tienen la mayor responsabilidad. Hay dos tipos de reglas, las normativas que son las que se declaran públicamente como honestidad, moral, etc., y las pragmáticas con las que realmente se logran objetivos. Por ejemplo, negociar para conseguir acuerdos políticos inmorales o robarse cientos de millones de dólares.

Es una balanza entre lo ético y la mentira, la moral y lo perverso, la ley y el hacer lo que le viene en gana al gobernante. Es imposible que la mente no funcione bajo este acertijo bipolar del mal y el bien o de la verdad y la falsedad. Esto explica cómo y por qué un pueblo agiganta su infierno cuando las leyes e instituciones se convierten en herramientas para fomentar la parte escabrosa de la mente.

En Venezuela no se guarda proporción entre la verdad y la mentira. Todo es tan falso que hasta tratan de hacer dudar al pensante si existe otra verdad que no sea la mentira. En esta región bolivariana todo se negocia, se mercadean acuerdos, se venden y prostituyen principios, ideas, moral, esposas y hasta hijos. Incluyendo la vida, se merca bajo el argumento de lograr objetivos trazados. Es muy poco lo que sirve de referencia pues las normas, leyes y el funcionamiento institucional no son más que ardides orquestados por mequetrefes oportunistas que practican el salvajismo y lo absurdo.

Si los dirigentes políticos no afrontan esta realidad se mantendrá para siempre la cultura del mal. Si una vez que tomen el poder, no aplican verdaderamente las leyes se potenciará la delincuencia judicial, financiera y moral. La inseguridad y los homicidios aumentarán junto al hamponato cívico. Los excluidos y engañados seguirán famélicamente aturdidos sembrando sus corazones de rencor y odio. El infierno venezolano se mantendrá en plena vigencia y la impronta chavista se heredará como el más atroz y malévolo gen que se haya producido en este proceso de regresión social.