El extraño caso de Lula y Chávez
El Periódico, Guatemala
Dentro y fuera de Brasil existe una creciente desconfianza sobre las verdaderas intenciones políticas de Lula da Silva. La reciente invitación al país al presidente Mahmud Ahmadineyad es un pésimo síntoma. El ministro de Defensa iraní, Ahmad Vahidi, está reclamado por Argentina. Organizó el atentado terrorista contra la AMIA judía en Buenos Aires en 1994. Mató a 85 personas e hirió a más de 300. Ahmadineyad, además, jamás ha rectificado su amenaza de borrar del mapa a Israel.
¿Por qué ese empeño brasilero en servir a los iraníes en medio de los esfuerzos de Teherán (y Venezuela) por coordinar la estrategia diplomática de países hostiles a Occidente, y de construir armas atómicas? “Esa es otra prueba de la duplicidad moral de Lula”, me dijo un diplomático venezolano que no quiso ser identificado. A lo que agregó una observación irrefutable: “En 1990, Lula da Silva y Fidel Castro crearon el Foro de Sao Paulo para revitalizar la corriente comunista latinoamericana, entonces totalmente desmoralizada tras el derribo del Muro de Berlín. En esa familia política están desde los narcoterroristas de las FARC y el ELN, hasta el Movimiento V República de Hugo Chávez. La única constante ideológica de Lula es su rechazo a Occidente”.
¿Quién es, realmente, Lula da Silva? ¿El revolucionario tercermundista empeñado en destruir al primer mundo y sustituirlo por un planeta socialista regido por caudillos pendencieros y colectivistas o es un socialdemócrata moderado? Me temo que es ambas cosas simultáneamente, como literalmente lo soñó Robert Louis Stevenson en 1886, cuando escribió El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hide. Para Stevenson, la novela era una metáfora que revelaba la lucha entre el bien y el mal que existía en la naturaleza de todos los seres humanos.
Estamos ante el doctor Lula y míster Chávez. Cuando el presidente brasilero razona con la cabeza, es el doctor Lula, un hombre afable. Cuando lo que manda es el corazón, comparece míster Chávez, el “compañero revolucionario”, un tipo que incita a su Partido de los Trabajadores, acaso bajo la influencia de sus consejeros M. A. García y José Dirceu –ex guerrillero adiestrado en Cuba y ex miembro de los servicios secretos cubanos–, a que colabore con las narcoguerrillas colombianas, como revelaron las computadoras de Raúl Reyes, el comandante de las FARC muerto en 2008 por los militares colombianos.
Cuando es míster Chávez, le entrega a su amigo Fidel Castro a tres pobres boxeadores que pedían asilo en Brasil, o se colude irresponsablemente con Mel Zelaya para refugiar al presidente depuesto en un recinto diplomático brasilero en Tegucigalpa, negando que había dado su autorización. En la novela de Stevenson, el doctor Jekill se suicida incapaz de sufrir por más tiempo el dolor de ser, también, míster Hyde. ¿Cómo terminará Lula da Silva? Supongo que como un respetado estadista, aunque secretamente golpeado por la angustia de no saber cuál de los dos personajes es él realmente.
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