Elecciones en Bolivia: la victoria previsible de Morales
La Paz. - Hoy domingo Bolivia elegirá probablemente a Evo Morales como presidente y todo indica que, al igual que en 2005, lo hará por mayoría absoluta en la primera vuelta. Morales ha logrado captar no sólo el voto de los sectores humildes e indígenas sino también el de los votantes de clase media, gracias al giro moderado que ha imprimido a su discurso en esta campaña. La oposición no se ha modernizado y su objetivo es muy limitado: evitar el triunfo de Morales en primera vuelta y que no obtenga los dos tercios de los escaños del futuro Senado.
La batalla por el poder
Evo Morales ha mostrado su mejor cara en estas elecciones haciendo su tradicional discurso indigenista y clientelar para atraer a los sectores populares, el discurso nacionalista para captar a la izquierda y el incluyente para lograr el apoyo de las clases medias: "hemos propuesto un proyecto político para el período 2010-2015 que no es solamente para el movimiento campesino y sindicalista sino de todo el pueblo boliviano".
El propio Evo Morales lo explicó claramente cuando dijo: "tenemos garantizado el voto duro del área rural y ahora tenemos que convencer al voto de la clase media de las ciudades". La política clientelista del MAS en estos años ha dado buenos frutos y los sectores populares votan a Morales porque han visto beneficios papables: la concesión de bonos a la maternidad, a la educación y a los ancianos para los grupos menos favorecidos y los estratos suburbanos más humildes.
Como asegura Andrés Santana Leitner en un informe publicado en el Real Instituto Elcano: "el MAS de Evo Morales ha logrado el monopolio virtual de la representación política de un conjunto muy heterogéneo de grupos que tienden a ser de los menos favorecidos de la sociedad boliviana: indígenas, personas con bajos recursos y habitantes del medio rural. El discurso del MAS, apoyado por una campaña con cuantiosos medios económicos, y los bonos concedidos por el gobierno deberían militar en la dirección de una conservación de este apoyo".
Un viejo o nuevo Evo
Incluso, Álvaro García Linera, actual vicepresidente y compañeroe de fórmula de Evo Morales, ha asegurado que seguirá el actual giro moderado: trabajarán para que ya no haya cercos a la Asamblea Plurinacional, no se nacionalizarán las cooperativas de servicio, tenderán la mano para compartir el poder y se escuchará la voz de las minorías.
De todas formas, algo del antiguo Evo Morales subsiste cuando asegura que a su proyecto de cambio "sólo se oponen algunos delincuentes, algunos farsantes…Digo delincuentes porque roban la plata del pueblo, los que son candidatos. Digo farsantes porque falsifican hacer sus documentaciones para su descargo, es una vergüenza, esa es la derecha".
Por eso, la duda es si el antiguo Evo Morales regresará una vez pasen las elecciones o la actual tónica continuará cuando asuma su nuevo periodo presidencial de cinco años el próximo 22 enero.
Una débil oposición
La oposición ha hecho una campaña muy pobre, se ha presentado desunida y no ha logrado captar el voto de amplios sectores de la población. La mayoría se concentró en torno a Manfred Reyes Villa que se ha mostrado como un político sin capacidad de renovar el espectro opositor y atraer grandes apoyos. De hecho, el candidato con mayor índice de rechazo (al que nunca votaráin) es Reyes Villa, que tiene un 38% resistencia a escala nacional. La de Evo Morales alcanza al 23,2%.
El objetivo de la oposición ha sido muy pobre: evitar que Evo Morales gane en la primera vuelta. El citado Manfred Reyes Villa ("Plan Progreso para Bolivia Convergencia Nacional", PPB-APB) y Samuel Doria Medina ("Alianza por el Consenso y la Unidad Nacional", UN-CP) han sido los dos principales referentes opositores. Pero ni aún uniendo sus fuerzas (Reyes Villa 20% y Medina 18%) se acercarían a la tendencia de voto de Morales (55%).
Como afirmaba ayer el expresidente Carlos Mesa en el diario El País: "la base de la propuesta de Reyes es: "no más Evo", poco y rancio como oferta. El objetivo del favorito de la oposición es polarizar la elección como lo hizo Quiroga en 2005. Si al principio la idea era forzar una segunda vuelta, hoy su modesta aspiración es bloquear el eventual control de los dos tercios de la nueva Asamblea Plurinacional por parte del Movimiento al Socialismo".
El Presidente será reelegido en primera vuelta si obtiene el 40 por ciento y le lleva una ventaja de 10 puntos al segundo y todo indica que la oposición ni siquiera podrá rozar el milagro de la segunda vuelta: "la oposición respira un aire derrotista…Bolivia vive la campaña más aburrida y anodina de los últimos 30 años", según el expresidente Mesa.
La oposición, como aseguraba Daniela Espinoza en la revista Pulso, no ha logrado movilizar a la población: "si algo ha caracterizado esta campaña electoral ha sido la mediocridad de las propuestas y la apatía de una población que, por primera vez, parece advertir que todo está dicho en materia de resultados".
La batalla por el Senado
El mayor contrapeso al poder del MAS desde 2006 se encontraba en el Senado donde la oposición tenía 15 de los 27 escaños. En los últimos cuatro años, al no controlar la Cámara Alta, el evismo se vio obligado a negociar leyes clave e incluso tuvo que ceder en la versión final de la Constitución.
En el próximo periodo constitucional, el MAS tiene planeado reconstruir toda la arquitectura legislativa del país y recomponer entidades como el Tribunal Constitucional, el Tribunal Electoral y el Tribunal Supremo de Justicia. De acuerdo con la Carta Magna, se requiere de dos tercios de la Asamblea para designar a las nuevas autoridades.
Por eso, el MAS, con la reelección de Evo Morales casi conseguida, se ha centrado en obtener esos dos tercios de escaños en el Senado. El oficialismo ha encabezado una fuerte campaña, apoyada por el aparato del estado y con medios económicos muy superiores a los de sus rivales, para captar el voto rural y el de los sectores más humildes en las opositoras regiones de la "Media Luna".
Morales ha advertido que el "voto cruzado" (votar por él como presidente pero no al MAS en el legislativo) supone una "traición" al "proceso de cambio" de su Gobierno.
Evo Morales ha recordado que muchos proyectos de ley aprobados en la Cámata de Diputados, donde el MAS era mayoría en la legislatura que se acaba, fueron obstaculizados en el Senado, de mayoría opositora: "así nos perjudican porque en el Senado no tenemos mayoría. Por eso, quien está hablando del voto cruzado se equivoca. Si plantean voto cruzado, yo diría, son traidores a este proceso de cambio".
Según la última encuesta de Equipos Mori, sobre 36 escaños que conforman el Senado, el oficialismo tiene asegurados 22 y la oposición 10. Los otros cuatro están en disputa. El oficialismo necesita llegar a 24 para controlar esos dos tercios.
Los pilares del poder evista
Las elecciones volverán a mostrar una Bolivia dividida en dos. Una es la del dominio casi hegemónico del MAS en los cuatro departamentos de occidente: Evo Morales logra una respaldo masivo en Cochabamba (66%), La Paz (69%), Oruro (69%) y Potosí (63%).
El peso demográfico de La Paz y Cochabamba es lo que le da al MAS y a Evo la victoria y más de la mitad del total de su votación. El 60% de los votos que puede obtener el presidente los consigue gracias a la alta votación que alcanzará en esos cuatro departamentos.
El Movimiento Al Socialismo se consolida así como un partido con un fuerte arraigo en el campo, ciudades intermedias y en las clases populares (que representan más de dos tercios de la población boliviana).
En la otra Bolivia la oposición lleva la delantera. Si los rivales del Presidente se presentaran unidos, le superarían en Chuquisaca y Tarija donde el oficialismo evista ronda el 30% de la intención de voto. La oposición es muy fuerte en Santa Cruz, Beni y Pando. Manfred Reyes Villa encabeza la intención de voto en todo el Oriente. Además, Evo Morales tiene un muy alto índice de rechazo en Santa Cruz (44,6), Beni (39,8), Pando (38,6), Tarija (32,6) y Chuquisaca (39,1).
De todas formas, Evo Morales ha logrado poner pie en territorio enemigo. Ha mejorado la intención de voto en los cuatro departamentos opositores donde el año pasado ni siquiera pudo hacer campaña. Un año después ha podido ir sin problemas y ha logrado alianzas con antiguos rivales, incluidos grupos de ultraderecha en Santa Cruz.
El ascenso del MAS en el Oriente es un hecho y eso le ha permitido hacerse fuerte en Beni (en la zona de Riberalta y Guayaramerín) y en Tarija (en la zona de Yacuiba en la capital).
Esta situación provoca que los comicios del domingo no sean un punto de llegada sino de partida, como aseguraba Carlos Mesa en su artículo: "todo sería muy simple si no fuera que el futuro será tanto o más complejo que los cuatro años anteriores, que los desafíos para aplicar la Constitución son gigantescos, que en abril habrá una elección para gobernadores que dibujará el nuevo mapa regional y que los puntos de tensión esencial no han sido superados, ni mucho menos. Aun (sic) sobre un resultado previsible, el país sigue teniendo la incertidumbre como una espada de Damocles sobre su ya magullada cabeza".
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