Todos iguales
Todos somos diferentes. Salta a la vista. Es obvio. La evidencia está al alcance de todos. Nuestro ADN es único e irrepetible₊ al menos hasta la fecha. Físicamente somos distintos. Somos diversos mental, espiritual y emocionalmente. Tenemos fines individuales: somos seres teleológicos.
Nuestros retos son sólo de nosotros, y como sentenció José Ortega y Gasset en las Meditaciones del Quijote en el año 1914: “Yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella no me salvo yo”. Sin embargo, sí hay una igualdad posible y necesaria para que todo ser humano pueda crear su obra más importante. La obra de su vida: él mismo.
Es por eso que la Asociación Civil ProReforma del Estado propone modificaciones a la Constitución Política de la República de Guatemala. Claramente plasma en sus primeras líneas ese anhelo al cambiar la redacción del artículo 157, contenido en la Sección Primera, que trata del Congreso de la República: “En ningún caso el Senado o la Cámara de Diputados emitirán Ley o decretos arbitrarios o discriminatorios, en los que explícita o implícitamente se concedan prerrogativas, privilegios o beneficios que no puedan disfrutar todas las personas que tengan la oportunidad de hacerlo”. La deseada igualdad de todos ante la Ley. La única igualdad posible. Los mismos derechos y obligaciones para todos. Ningún hombre es superior a otro. Nadie debe estar por encima de la Ley.
No existe ningún argumento racional para oponerse a lo que es justo. Quienes desean que continúe imperando en Guatemala un sistema que privilegia a unos pocos por encima del resto, sólo lo pueden hacer por dos motivos: o son parte del grupo de privilegiados que lucran a costillas de los demás, o por envidia y resentimiento. Sentimiento que pueden ser materiales o intelectuales. Egos vanos y frágiles.
Luego, con la siguiente modificación al artículo ya citado, se asegura el respeto a los derechos que la Constitución vigente reconoce a todos y, además, se limita el ejercicio del poder tanto de los diputados como de los senadores: “Ninguna norma o disposición emitida por el Senado o por la Cámara de Diputados puede violar, restringir o reducir las normas contenidas en el título II, capítulo I de la Constitución actual”. Touché: la evidencia pone en evidencia, a los mentirosos e hipócritas. A los que basan su oposición en argumentos falaces y ad hóminen.
Y así, apreciado lector, puedo copiar la propuesta de cambios a la Constitución, promovida por ProReforma, para desenmascarar a los interesados en confundir a la ciudadanía honesta, respetuosa y productiva que desea vivir en una sociedad en la cual todos, a partir de nuestros fines propios, podamos vivir la mejor vida posible. No es cuestión sólo de sobrevivir. Al fin, el objetivo de casi todos es ser feliz. Y como dijo Facundo Cabral en su reciente concierto en Guatemala: “El único deber debería ser el ser feliz, porque las personas infelices se la pasan jodiendo a los demás”.
- 23 de julio, 2015
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