Guatemala: ¿Quién paga los impuestos?
Dice el Gobierno que no hay problema con gravar las llamadas telefónicas, porque las empresas no podrán trasladarlo al consumidor y lo tendrán que “absorber”. Lo mismo con los otros impuestos que quieren aumentar. Pareciera como que, desde la perspectiva oficial, hay impuestos buenos e impuestos malos; dependiendo de quién los pague. Nada que ver.
El primer efecto que tienen los impuestos es el de empobrecer a la población. Unos gravan el consumo, otros, el patrimonio. Los primeros encarecen lo que compramos. Los segundos destruyen la principal fuente de prosperidad: el capital. Sin este, las empresas no prosperan, los ciudadanos no aumentan su productividad y no hay más ni mejores empleos. Tan alto es el costo de oportunidad de los impuestos, que el uso que los gobernantes hagan de ellos es vital para reducir el daño causado al recolectarlos.
En el debate actual, el Gobierno pretende minimizar el daño que causará el impuesto que subirá el costo de las llamadas telefónicas en un 50 por ciento, diciendo que las empresas no lo podrán trasladar. Víctimas de su propio éxito, las telefónicas tendrían menos fondos para mejorar sus servicios. Las telecomunicaciones, fuente de productividad para millones de ciudadanos, inevitablemente verán frenada su capacidad de crecimiento. El país sufrirá mientras el Gobierno se enriquecerá. Y si las empresas logran trasladar el impuesto al consumidor, este se verá empobrecido.
Se pretende engañar a la población, obviando los efectos negativos que tiene el aumento de impuestos, mientras que solo se quieren señalar los supuestos beneficios. No nos engañemos. El precio de cualquier cosa incluye todos los costos, impuestos y utilidades. Los efectos negativos de los impuestos siempre “se trasladan” en un precio más alto o en oportunidades de trabajo destruidas. Por ello es tan ilógico e irónico que el mismo presidente Colom inaugure un call center con 200 nuevos empleos y a las pocas semanas quiera imponer un impuesto confiscatorio a las llamadas telefónicas.
Las empresas no pagan impuestos. Solamente las personas pueden pagar impuestos. El error ocurre cuando el cheque, a favor del fisco, sale de la cuenta bancaria de una empresa y se cree que de ahí salió el dinero. El dinero provino del precio que pagaron los clientes o del capital que ya no se usará para crecer. La empresa simplemente es el vehículo de canalización de los fondos. Diga lo que diga la propaganda oficial, se está causando un grave daño a la población. Desde la firma de los acuerdos de paz, el presupuesto de gastos de los gobiernos se ha multiplicado en cinco veces y difícilmente se ha visto una mejora proporcional en los servicios más básicos. Claramente no es un problema de cantidad de gasto, sino de la calidad del mismo.
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