Colombia: El derecho de comprar a quien quiera
Quien haya seguido las alocuciones del presidente Chávez sabrá que están salpicadas de versos y canciones. Por eso no sería raro que el mandatario venezolano conozca dos refranes que le caen como anillo al dedo: 'el pez muere por la boca' y 'Al mejor panadero se le quema el pan'. Y es que él, que maneja la palabra con la misma destreza con que un buen panadero usa su horno, ha tenido dos grandes traspiés en los últimos días por cuenta de sus declaraciones.
El primer tropiezo lo tuvo hace un mes, cuando invitó a prepararse para la guerra a los militares y a los civiles que lo apoyan en su país. Ese llamado hizo que el Senado brasileño envolatara la votación de la adhesión de Venezuela al Mercosur y generó varias reacciones de rechazo en el mundo. Esta semana el presidente Chávez volvió a las andadas en la Cumbre de Presidentes de Mercosur, al responder los reclamos del vicepresidente Francisco Santos por las restricciones que ha impuesto a las exportaciones colombianas. Sin inmutarse, el Mandatario venezolano afirmó que su país no tiene porqué importar productos desde Colombia y que tiene todo el derecho de comprarle a quien quiera.
Hay que reconocer que la argumentación de Chávez puede despistar a los incautos. Cualquier observador desprevenido podría estar tentado a darle la razón: ¿por qué un importador venezolano está obligado a comprar productos colombianos? ¿Acaso el libre comercio no consiste en que le pueda comprar a quien quiera? Desde luego que un importador venezolano puede hacer negocios con quien quiera, pero eso no es lo que está en juego entre los dos países. Lo que está sucediendo actualmente es que el Gobierno venezolano está adoptando medidas restrictivas contra las exportaciones colombianas, aplicando así un trato discriminatorio que viola las normas de la Organización Mundial de Comercio (OMC).
En efecto, el funcionamiento de la OMC se basa en dos conceptos fundamentales. El primero, conocido como el principio de la Nación más Favorecida, establece que un país debe dar a todos los miembros de la Organización el mismo trato comercial, sin discriminar contra ninguno de ellos. El segundo principio es el del Trato Nacional, y afirma que un país no podrá dar a los extranjeros un tratamiento distinto del que da a sus nacionales. La conjunción de ambos principios garantiza que todos los proveedores tengan igualdad de oportunidades en todos los mercados, condición que deben respetar los miembros de la OMC como Colombia y Venezuela.
El problema actual radica en que el Gobierno venezolano está imponiendo restricciones orientadas exclusivamente a los productos colombianos. El 15 de octubre, el Ministerio del Poder Popular para la Agricultura y Tierras de Venezuela suspendió la inspección de productos vegetales y animales provenientes de Colombia, sin siquiera preocuparse por comunicar esta medida a la OMC. Esa decisión equivale a una restricción focalizada contra las exportaciones colombianas, pues en la práctica ha significado que no se emitan los certificados fitosanitarios y zoosanitarios indispensables para la importación.
En medio de versos y canciones, no se sabe qué es más preocupante: que el presidente Chávez esté violando los principios básicos de la OMC, o que predique a los cuatro vientos lo poco que le importan las normas multilaterales que regulan la convivencia civilizada en la comunidad internacional.
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