La polarización política frena la recuperación de la economía española

El PBI en España caerá este año 3.2%, menos que en Alemania (5.4%), y que el promedio europeo. Pero la desocupación alcanza a 19.4% (3.800.000 personas), el doble que en Europa, y el déficit fiscal asciende a 11% del producto, cuando era superavitario (2.2%) en 2007. Standard & Poors disminuyó esta semana su apreciación de la deuda española (calificación AA+) de "estable a negativa" y sostuvo que "España corre el riesgo de un prolongado período de crecimiento económico bajo ( …) y de déficit fiscal persistentemente alto".

En enero, S&P ya había reducido la calificación máxima de la deuda española (AAA). El resultado es que aumenta la sobretasa que demandan los inversores para comprar títulos españoles, en tanto crece la percepción de riesgo de default. La prima (spread) entre los títulos de Alemania y los de España aumentó esta semana a 0.7 puntos porcentuales. El problema de fondo de la economía española no es la profundidad de la recesión desatada en septiembre de 2008, sino la escasa o nula productividad.

Según la OCDE, la productividad del trabajo aumentó 0.6% entre 1997 y 2007; 0.8% entre 1997 y 2002; y 0.4% entre 2002 y 2007. Es seis veces menor a la de EE. UU. y menos de la mitad del promedio europeo. Agrega que la productividad de la totalidad de los factores (PTF/capital-trabajo-innovación) fue negativa en ese período: -0.2% entre 1997 y 2007; -0.2% entre 1997 y 2002; y -0.3% entre 2002 y 2007.La nula productividad española no es un problema cultural, sino sistémico. Nada tiene que ver con el "carácter español", las castañuelas o las corridas de toros. Las empresas transnacionales españolas se encuentran entre las más competitivas del mundo y están a la cabeza en energías alternativas, infraestructura, sistemas eléctricos, modas, bancos (Santander, BBVA).

España es el sexto mayor inversor mundial en stock de inversión extranjera directa (IED) y el segundo en América latina después de EE. UU. La Bolsa de Madrid es una de las diez primeras del mundo. La fuerza de trabajo española está dividida en dos: una parte son trabajadores permanentes protegidos en sus puestos de trabajo; la otra son operarios con contratos de corto plazo o que integran la economía informal. Esta segunda mitad es la que ha sido despedida en gran escala al desatarse la crisis en 2008. El bajo nivel de productividad español es resultado directo de su estructura laboral y consecuencia mediata de las limitaciones de su sistema educativo. Por eso, aumentar la productividad requiere cambios de fondo, que modifiquen el sistema de incentivos de la economía y la sociedad españolas. Sin ellos, la productividad sólo puede aumentar a través de la eliminación de puestos de trabajo.

Estas reformas no se pueden hacer sin el consenso del sistema político, basado en una visión estratégica común respecto a la naturaleza de las limitaciones españolas en el contexto de la globalización. Y esto, precisamente, es lo que falta en España hoy.

España tuvo 14 años de crecimiento continuado antes de la crisis de 2008. En ellos, la brecha con el ingreso per cápita de la zona euro (Alemania) llegó a menos del 10% y se crearon más puestos de trabajo que en toda Europa sumada. Para eso, se realizaron transformaciones de fondo, como las que exigió la incorporación a la Unión Europea (1982) y la adopción del euro (1999). Se requirió un consenso del sistema político de una amplitud y fortaleza similares al de la transición pactada después de la muerte de Franco: Pacto de la Moncloa (25/10/1977).En España hoy, en lugar de consenso hay polarización y en vez de unidad de propósitos, profunda crispación. Dice Karl Haushofer: "Hay más violencia en la tensión que en el enfrentamiento".