Chile y los dilemas de la segunda vuelta
Santiago. – Chile se sumerge desde hoy lunes en la campaña para la segunda vuelta que tendrá lugar el 17 de enero entre Sebastián Piñera (44%) y Eduardo Frei (29%).
Los dos candidatos deben trabajar muy duro para captar los votos de Marco Enríquez-Ominami (20%), los de Jorge Arrate (6%) y los del PRI, partido que capitanea un exconcertacionista democratacristiano como Adolfo Zaldívar.
Adónde irán los votos de MEO, Arrate y Zaldívar
Claramente, los votos de Jorge Arrate (6,21%) se irán hacia Frei porque la extrema izquierda se inclina por "el mal menor" y por evitar el triunfo de la derecha. Ha habido claros guiños entre Frei y Arrate, quien lidera la coalición Juntos Podemos-Frente Amplio.
Jorge Arrate propuso un pacto contra la derecha: "en algún momento, que yo espero sea pronto, antes de las elecciones, los que queremos que no gane la derecha en Chile tenemos que buscar un acuerdo mínimo. Propongo que más allá de mis diferencias con Enríquez-Ominami y Frei, busquemos ese acuerdo mínimo".
Eduardo Frei recogió la oferta, acabó aceptándola y Arrate confesó que le gustaba que "Frei haya dicho que esta es una disposición recíproca, por lo tanto si pasa a segunda vuelta vamos a dialogar para unir fuerzas, y si yo paso a segunda vuelta vamos a dialogar también".
Ese pacto tiene precedentes históricos: ya en 1999 el 51% que obtuvo Ricardo Lagos frente el 49% de Joaquín Lavín, esos porcetajes eran la suma de la votación de Lagos en primera vuelta y la candidata comunista, Gladys Marín. Lavín perdió por sólo 31 mil votos en la primera vuelta.
Marco Enríquez-Ominami mantuvo en secreto cuál iba a ser su actitud en la segunda vuelta y si apoyaría a algún candidato. Él aseguró que no quería pactos: "he escuchado a candidatos atormentados buscando a última hora y desesperadamente construir un acuerdo. Hace un año propusimos un acuerdo cuando correspondía hacerlo, pero no se hace un acuerdo ahora".
El perfil de sus partidarios es muy heterogéneo pues abarca desde sectores de izquierda desencantados con la Concertación hasta pinochetistas, pasando por independientes. Finalmente, anoche, MEO ratificó lo que se esperaba: "cada uno de ustedes sabrá qué hacer en la segunda vuelta, como adultos libres y soberanos". Su caudal electoral se romperá en tres en la segunda vuelta: una parte irá a Piñera, otra a Frei y otra se refugiará en el voto nulo o la abstención.
Las tácticas de Piñera y Frei
Por eso, los dos candidatos saben que donde más votos pueden captar es entre los seguidores de MEO (20%). Sebastián Piñera buscará atraerlos con un discurso que incida en el tema del cambio y en el eje "pasado versus futuro".
En su discurso de anoche, Piñera lanzó varios guiños a MEO y a sus votantes: "me identifico con su vitalidad, con su fuerza y coraje con que enfrenta la vida y también compartimos con Marco y todos su seguidores el diagnóstico de una Concertación con fatiga de materia".
Eduardo Frei tratará de reconocer el liderazgo de los nuevos actores, como MEO, y negociar con él, apelando a sus raíces concertacionistas (ex-miembro del PS) y antiderechistas (hijo de Miguel Enríquez, colaborador de Salvador Allende). Las encuestas indican que los votos del candidato independiente se repartirían así: un 39% para Frei y un 29% para el abanderado RN.
En su mensaje de anoche, Frei apeló a los votantes de Arrate y de MEO: "(el electorado) nos ha dicho que hay cosas que no le gustan, hay una exigencia de renovación y cambio. Quiero invitar a los que no votaron por mí para que se sumen con confianza a mi candidatura. Quiero invitar a los que votaron por Arrate y Enríquez-Ominami a sumarse a esta candidatura".
Por último, se encuentra Adolfo Zaldívar, exdirigente de la DC y de la Concertación., que lidera un pequeño partido regional, el PRI, que podría inclinarse por respaldar a Piñera. Expulsado de la DC y de perfil muy crítico con los gobiernos concertacionistas, sería extraño que apoyara a Eduardo Frei.
Chile castiga la división
La Concertación llega muy dividida a estos comicios debido a la escisión del independiente Marco Enríquez-Ominami y la candidatura de Jorge Arrate, exmiembro de la coalición concertacionista. Históricamente, Chile siempre ha castigado a las coaliciones que se dividen y acuden separadas a las elecciones.
Ocurrió en 2005 cuando la derecha se partió en dos: la UDI presentó a Joaquín Lavín y RN a Sebastián Piñera. En primera vuelta los votos de ambos (Piñera 25% y Lavín 23%) superaban a la oficialista Michelle Bachelet (46%). Pero en la segunda vuelta Bachelet llegó hasta el 53% de los votos y Piñera sólo sumó el 46, menos que sus votos y los de Lavín en primera vuelta.
Igualmente, en 1989 Patricio Aylwin no tuvo problemas en derrotar en primera vuelta a una derecha dividida entre Hernán Büchi y el populista de derechas Francisco Javier Errázuriz.
De manera similar, la división del voto de derechas posibilitó en 1938 que el Frente Popular llegará al poder y se mantuviera durante 14 años gracias a la división en la derecha entre liberales y conservadores. En ese entonces no había segunda vuelta por lo que el voto dividido era aún más trascendente.
En 1938 los votos del Partido Nacional Socialista de Chile, liderado por el diputado Jorge González von Marées, acabaron inclinándose por el líder de la coalición de izquierda y no por el líder de la derecha, Gustavo Ross.
En 1946, el Frente Popular se mantuvo unido en torno a Gabriel González Videla que sumó el 40% mientras que la derecha presentó dos candidatos: el liberal Fernando Alenssandri, 27%, y el conservador Eduardo Cruz Coke, 29% Si la derecha se hubiera unido habría ganado ampliamente las elecciones.
Y en 1958 la derecha pudo ganar las elecciones y llegar a la presidencia gracias a la división de la izquierda. Jorge Alessandri obtuvo el 31,5%, sólo dos puntos más que Salvador Allende, 28,9%, quien vio recortado sus votos por el ascenso del independiente Antonio Zamorano, 3,3%, el famoso Cura de Catapilco.
La batalla de la segunda vuelta será entre dos pesos pesados de la política chilena, Sebastián Piñera y Eduardo Frei, figuras de la política del país del Mapocho desde hace más de 20 años.
Sebastián Piñera, de 60 años, hunde sus raíces en la Democracia Cristina pues su padre fue un dirigente de este partido y él mismo simpatizante en los años 60.
Piñera votó "No" a Auguto Pinochet en el referendum de 1988. Es decir votó como lo hicieron los partidos de la Concertación para que el Dictador no siguiera otros ocho años en el poder.
Fue una de los candidatos con más futuro y proyección en los 90 dentro de la derecha hasta que estalló el escándalo del Piñeragate: una grabación telefónica clandestina revelaba una conversación en la que Piñera descalificaba a la también candidata y diputada Evelyn Matthei para acabar con su carrera política y que no fuera una rival para sus pretensiones de ser candidato presidencial.
Tres pasiones le caracterizan: la política, los negocios y el fútbol. Y las tres las desarrolla, pues además de candidato a la presidencia en dos ocasiones (2005 y 2009) es un importante empresario con intereses en el mundo del fútbol.
Su fortuna asciende a más de 1.500 millones de dólares y es propietario de empresas como LAN Chile, el canal de televisión, Chilevisión, y el club de fútbol Colo Colo.
Eduardo Frei, de 67 años, es sobre todo apellido y una dinastía. Su peso político le viene de su padre, Eduardo Frei Montalva, presidente de Chile entre 1964 y 1970 y opositor a la dictadura de Augusto Pinochet a finales de los 70. Algo que podría haberle causado la muerte pues se sospecha que pudo ser envenenado por agentes del régimen al ser sometido a una operación en 1981.
Chile es un país de dinastías políticas y la de los Frei ha dado dos presidente como los O,Higgins, los Montt, los Errázuriz en el siglo XIX o los Alessandri en el siglo XX. Frei es un candidato sin carisma ni gancho por lo que su apellido le dio lo que "natura" no le otorgó, catapultándole a la presidencia en 1994.
Sus seis años al frente del gobierno (1994-2000) estuvieron signados por un fuerte crecimiento económico entre 1994 y 1997 y una importante reducción en los niveles de pobreza.
La parte negativa de su gobierno fue la detención de Augusto Pinochet en Londres en 1998 que ensombreció el panorama político interno entre ese año y 2000 y los efectos de la crisis asiática sobre Chile entre 1998 y 2000. De hecho, ese mal momento final explica porqué Ricardo Lagos sólo pudo derrotar por la mínima a Joaquín Lavín en 1999-2000.
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