Venezuela: La salida democrática liberal
El Socialismo del Siglo XXI ha tejido su madeja legal-institucional sobre el país, utilizando la vieja fórmula estalinista de un líder y un partido único, que controlan de manera absoluta todas las instancias del Estado, para que los venezolanos no podamos zafarnos del abrazo asfixiante de la fórmula Chávez-PSUV.
El Consejo Nacional Electoral (CNE), convertido en un apéndice del partido de gobierno y bajo el absoluto control de Chávez, se ocupa de organizar las consultas electorales tanto nacionales como gremiales. El CNE con su plataforma automatizada y convenientemente "arreglada" para hacer elecciones, invariablemente le ha dado al partido de gobierno, a una facción política, el control sobre los resultados de cada una de las elecciones que realiza, avaladas por los demás poderes públicos y bajo la protección militar, y cuando el resultado le ha sido adverso, simplemente lo desconoce ante el silencio y beneplácito del CNE, pero lo más insólito de este fraude continuo, es que cuenta con la participación y el reconocimiento de los partidos políticos de la oposición, que, con su presencia y participación en procesos viciados, avalan ante el mundo una supuesta legitimidad del gobierno que más elecciones ha convocado y ganado, otorgándole el lustre de legítimo y demócrata al gobierno más tramposo y dictatorial de la historia de América Latina y que quiere perpetuarse en el poder.
Pero mis amigos del Movimiento Demócrata Liberal y su director Marco Polesel han estado trabajando en una manera de salirse de este juego macabro, la fórmula que plantean es constitucional y por iniciativa de los ciudadanos, está basada en conseguir tres objetivos fundamentales: El primero, desenmascarar el rol siniestro e ilegítimo que se ha atribuido el CNE de otorgarle a Chávez y al partido de gobierno victorias electorales por medio de la trampa, no dándole el apoyo y el reconocimiento como organismo para las consultas electorales, es decir, retirar a los partidos de la oposición de su nómina electorera y no hacer una elección más con su participación.
Segundo, por medio de un proceso autonómico, de independencia de las regiones, estados y municipios eliminar la nefasta influencia del gobierno central, ir creando nuestro propio órgano electoral en cada región, manejado por los ciudadanos, y tramitar las consultas electorales por su intermedio como la expresión más legitima y directa de la voluntad popular; ya existen organizaciones de la sociedad civil capaces de llevar este proceso. Tercero, y quizás el más importante, desplazar definitivamente al socialismo como forma de gobierno e instaurar la visión liberal de la sociedad y de la economía, tiene que ser un cambio de raíz en la concepción del hombre, de la sociedad y de la vida, ya está bueno de tanto socialismo preñado de buenas intenciones, pero vil al momento de hacerse gobierno; ya basta de utilizar al Estado como fórmula para llevar adelante proyectos personales altruistas; sería el fin de los gobiernos de la izquierda que desde hace más de un lustro nos ha traído tanto subdesarrollo y miseria.
El país necesita con urgencia alejarse de los postulados socialistas, requiere un gobierno que crea en la libertad y la individualidad del ser humano, en la propiedad privada, en el ciudadano emprendedor, en un Estado eficiente y pequeño, dejándolo, únicamente con las atribuciones necesarias para que le sea útil a la sociedad y no al revés.
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