La Justicia y los empresarios: nuevos desafíos al poder «K»
La Prensa, Buenos Aires
El poder del gobierno padece un proceso de lijado que ya muestra las características de una tendencia. Después de que en la Cámara de Diputados la oposición le quitó al kirchnerismo el control de las comisiones y del recinto, la Justicia también dio muestras de que ya no mira hacia la Casa Rosada con la misma reverencia con que lo hacía en tiempos de Néstor Kirchner.
Demostró su nueva disposición tomando varias decisiones que no benefician precisamente al gobierno. Una, la Corte Suprema falló contra el monopolio sindical que es la base del poder de la CGT y de Hugo Moyano. Dos, la Cámara Federal desarchivó una causa contra el ex presidente por desvío de fondos públicos en 2005. Tres, un juez en lo penal económico desestimó una denuncia de Guillermo Moreno contra Papel Prensa (de propiedad de "Clarín y "La Nación) que había sido considerada un paso previo a la intervención de la empresa. Cuatro, otro juez aceptó designar un veedor a pedido de Papel Prensa para frenar eventuales maniobras de copamiento por parte del gobierno. Quinto, otro magistrado citó a un testigo clave en una causa en la que se investiga al ex presidente en relación con la "desaparición" de 90 millones de dólares de un fideicomiso con Venezuela.
Por esas horas también debió renunciar el secretario de Medios, involucrado en dos causas penales, aunque negó que sus problemas judiciales fueran el motivo de la dimisión. En suma, no todas las decisiones de los magistrados tienen la misma importancia política, pero los tribunales parecen estar comenzando a revolver los cajones y a pronunciarse llamativamente en conta de los deseos y necesidades oficiales.
Simultáneamente con esas malas noticias, la Mesa de Enlace de las organizaciones rurales realizó un acto contra el gobierno que no se destacó por la convocatoria masiva de participantes, pero sí desde el punto de vista cualitativo. Junto a los productores del campo aparecieron por primera vez representantes de otras entidades empresarias como la poderosa AEA, la Unión Industrial Argentina y ACDE (empresarios cristianos).
El "establishment" en pleno para exhibir su enojo con los desmanejos de la Casa Rosada y la desaparición del "clima de negocios", aunque después algunos miembros de la UIA cercanos al gobierno intentaron desligar a la entidad de la embestida opositora alegando que los industriales presentes en la protesta del Rosedal de Palermo habían concurrido a título "personal".
Hubo, de todos modos, malhumor y críticas muy duras no sólo por las decisiones económicas erróneas, sino también por graves problemas que no terminan de ser resueltos como el de la inseguridad pública. La ineptitud y la desidia policiales en el caso de la muerte de una familia que estuvo más de tres semanas tirada al costado de una ruta bonaerense rozó lo grotesco.
De todas maneras el impacto más fuerte fue el del fallo de la Corte reconociendo los fueros sindicales a dirigentes que no pertenecen al sindicato con personería gremial. Fue un nuevo pronunciamiento en favor de la libertad sindical y en contra del unicato vigente desde la década de los 40.
El modelo peronista de sindicatos sometidos al Estado -inspirado en la Carta del Lavoro fascista- constituye una de las pocas rémoras institucionales autoritarias que no fueron eliminadas después de la vuelta al régimen constitucional en 1983.
La falta de democracia creó aparatos sindicales ligados a la dirigencia peronista que fueron una herramienta eficaz para controlar a los trabajadores y acumular poder político y dinero. Si los delegados de organizaciones simplemente inscriptas tienen los mismos fueros que los que hoy pertenecen al "aparato" sindical se abrirá una competencia que amenaza a los caciques sindicales.
Según trascendió, Moyano confía en que el kirchnerismo seguirá bloqueando la democratización sindical. El gobierno tiene en el camionero a su principal aliado y se supone que rechazará cualquier medida que pueda debilitarlo. De todas maneras la competencia entre sindicalistas está aumentando con dos efectos imparables: en primer lugar, los viejos caciques cegetistas deberán soportar el desafío de una nueva dirigencia que quiere manejar las abultadas cajas de los sindicatos y, segundo, los empresarios tendrá que negociar con delegados que competirán en dureza para ganarse el apoyo de los trabajadores. Un panorama complejo por donde se lo mire.
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