¿Esto es Latinoamérica?
El País, Montevideo
En los años 60 idealizábamos la integración latinoamericana. Fue una de las pocas utopías democráticas en un tiempo de sueños revolucionarios. En Uruguay, en la reforma constitucional de 1967, pasó a ser objetivo magno del país: "la República procurará la integración social y económica de los Estados Latinoamericanos" (artículo 6°).
Poco o nada nos va quedando de aquel ideal y, en 2008, la creación de la Unasur enterró el concepto mismo de "Latinoamérica", reduciéndonos a una empobrecedora concepción sudamericana, que dejó afuera de un plumazo a México y América Central.
La consecuencia es que Surinam y Guyana son nuestros socios y el país de Octavio Paz y Carlos Fuentes no, porque asumimos que integra un área cultural distinta…
La malhadada idea sudamericana nació en Brasil y nosotros nos zambullimos, ignorando la relación privilegiada que siempre tuvimos con México y que, en los últimos años, ha llegado hasta a un tratado de libre comercio. La razón alegada era que México, a su vez, había suscrito un acuerdo de esa naturaleza con los EE.UU., como si Chile no hubiera hecho lo mismo.
Más allá de la inconsistencia conceptual, peor ha sido la ejecución. El conflicto desatado por Venezuela contra Colombia, a quien acusa de planear, asociada a los EE.UU., nada menos que una invasión, ha hecho de sus reuniones un berenjenal inabordable, donde brillan las ausencias y en las que Chávez enarbola un anticolombianismo que sólo él siente.
Como si esto fuera poco, el caso hondureño recoge ya, inequívocamente, dos posiciones que se enfrentan en la Organización de Estados Americanos y también quedaron en evidencia en la reciente Cumbre Iberoamericana de Lisboa. Brasil y Argentina se empeñan en desconocer el reciente proceso electoral realizado allí, mientras que Colombia, Costa Rica, Chile y Perú juzgan que se ha dado un paso importante hacia la reinstitucionalización del país. Estados Unidos se ubica ya en esta posición e incluso aplaudió la promesa de medidas para la reconciliación nacional formulada por el Presidente electo Porfirio Lobo. La destitución de Zelaya fue condenada por todos, como correspondía, pero a partir de allí no se tomó en cuenta que tanto el Parlamento como el Poder Judicial hondureño pretendían seguir adelante con un proceso electoral ya convocado que -aunque imperfecto- daba una salida con legitimidad popular. Ahora lucimos todos divididos y nadie ofrece otra alternativa realista.
Es triste que esas cumbres, en las que la presencia de España y Portugal nos ofrece el escenario de un Commonwealth ibérico, vayan quedando tan deslucidas por nuestras contradicciones, pese a los esfuerzos de la Secretaría que conduce Enrique Iglesias con su particular denuedo e imaginación.
Para completar el panorama, hace pocos días hemos tenido una cumbre montevideana del Mercosur. Una vez más quedó en claro que Chile está pensando con realismo en el modo de consolidar democráticamente el proceso hondureño, mientras los otros se reducen a seguir acentuando el gesto iracundo, sin contenido ni destino. Desde ya que Brasil y Argentina poco avanzaron en sus diferendos comerciales, hoy agudizados por represalias recíprocas. Y, por supuesto, ni nuestro Presidente electo ni la mandataria argentina agregaron nada a lo que ya sabemos sobre la sobrevivencia del insólito conflicto por la empresa Botnia. Argentina sigue empeñada en sostener que se trata de un conflicto bilateral, como si el primer artículo del Tratado del Mercosur no previera la "libre circulación de bienes, servicios y factores productivos entre los países", corazón mismo de la alianza comercial. Tal cosa no mueve un pelo a Brasil, un líder bastante tímido, mientras nuestro Presidente electo le quita importancia a los cortes de puentes y rutas, "pequeño punto de discordancia".
Al estancamiento sustantivo de un Mercosur que no coordina su macroeconomía, se le añade la presencia insólita del mandatario venezolano, que está cerca de lograr su ingreso pero que aún no es miembro de la organización y viene a hablar y hablar, en el tono imprudente de siempre. Su entusiasmo con nuestro Presidente electo alcanzó niveles de campeonato: "Llegó la hora de nuestra verdadera independencia. La victoria del Pepe es la ratificación de que estamos decididos a ser libres". O sea que, por lo visto, yacemos esclavizados. Y para completar: "Me hubiese honrado ser soldado raso de aquellos batallones que el Pepe comandó". No sabemos bien cuáles eran esos batallones, porque la historia tupamara nos cuenta un Mujica más soldado que jefe, pero en cualquier caso parece un despropósito que venga al Uruguay a exaltar aquel proceso que pretendió sustituir nuestra clásica democracia por una dictadura a la cubana.
¿Con qué derecho, un mandatario de otro país se introduce en un tema nuestro tan polémico y atrevidamente se pronuncia así? Por lo menos debería saber que el propio General Seregni, a quien homenajeó como "soldado de América", fue rotundamente contrario a esos "batallones" y a esa guerra, como lo fue la inmensa mayoría del pueblo uruguayo. Todo lo cual se hace más grave aún si se piensa que Venezuela carece de toda compatibilidad económica con el libre comercio del Mercosur y, de incorporarse, luego del voto brasileño de estos días, vamos a vivir una permanente distorsión en todos los terrenos.
Realmente entristece que en nuestro mundo globalizado esa sea nuestra América Latina, desarticulada, fragmentada, desvanecida en su propio concepto fundacional y con una democracia que no sólo no retorna en Cuba, sino que retrocede en Venezuela, Honduras, Bolivia y Ecuador. La dificultad de diálogo de muchos gobernantes, la rispidez de sus planteos, la tendencia al abuso de la ley, son ya parte del paisaje general.
¿Qué nos queda, entonces, del arielismo rodosiano tan celebrado en su tiempo por su apología de nuestra cultura latina? ¿Qué de las búsquedas de Alfonso Reyes en los repliegues de nuestra civilización o de la historia mágica de Germán Arciniegas? ¿Estamos condenados a la barbarie que apostrofó Sarmiento o a la soledad sin límites que interpretó Martínez Estrada?
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