Paul Samuelson, R.I.P.
Paul Samuelson, uno de los economistas más conocidos (y reconocidos) de la historia, y primer ganador estadounidense del premio Nobel de Economía, murió hace unos días a los 94 años de edad. Su justificada fama le deparó una larga lista de enceguecidos seguidores así como de furibundos detractores.
Como suele ocurrir con todo fanatismo a favor o en contra de algún autor, su origen radica en la lectura parcial, y pseudo-ideológica, de sus obras. Suponiendo benévolamente que esos fanáticos se hayan tomado el trabajo de leerlas, y no sólo de repetir lo que de ellas han escuchado. Caben legítimas sospechas.
Porque cuanto más enceguecidos y furibundos se muestran, menos conocimiento de sus trabajos demuestran: manipulan sus textos y aplican el (supuesto) "principio de autoridad", según el cual las afirmaciones tienen validez porque "lo dijo fulano". Funciona con mentes dóciles.
Samuelson ingresó a la Universidad de Chicago a los 17 años de edad y luego siguió su formación en Harvard, de la mano de Joseph Schumpeter, el profesor austríaco que acuñó el certero concepto de la "destrucción creativa". Maestros no le faltaron.
Alumnos tampoco. Su afamado libro de texto, titulado "Economía", lleva más de seis décadas de vigencia y sus sucesivas ediciones lo han transformado en uno de los más utilizados en las todas las universidades del planeta.
Samuelson era consciente de la fama que ello le daba, al punto que decía "no me importa quién escribe las leyes de una nación, ni quién elabora sus tratados avanzados (de economía) si soy yo quien escribe sus libros de texto".
Disfrutaba de su popularidad, que le permitió tener entre sus "alumnos" a John F. Kennedy, a quien asesoró durante la campaña que en 1960 lo llevaría a la presidencia, aunque luego rechazó inteligentemente un cargo oficial "porque no quería ponerse en una posición en la cual no pudiera decir o escribir lo que pensara".
Paul Krugman, alumno de Samuelson, también ganador del Nobel, y de cuyo blog en el New York Times tomé el título de este artículo, destaca que "a la mayoría de economistas le encantaría haber escrito al menos un ensayo original, que cambiara la forma en que la gente piensa sobre un tema. Samuelson escribió docenas: desde comercio internacional, finanzas, teoría del crecimiento, hasta especulación financiera. Sobre prácticamente todos los temas hay un ensayo original de Samuelson".
Sus seguidores dicen que con el uso intensivo que hizo de la matemática le dio "rigor" a la economía. Sus detractores replican que, desafortunadamente, se trató de "rigor mortis". Ambos exageran.
Probablemente su mayor contendiente intelectual haya sido Milton Friedman, con quien pese a las diferencias ideológicas mantuvo una larga relación, aunque como muestra de que las pasiones alcanzan a todos, fue triste leer el año pasado un artículo tendencioso y plagado de datos incorrectos que Samuelson publicó en el diario El País de España.
Su título fue "Adiós al capitalismo de Friedman y Hayek", y su argumento que "en el fondo de este caos financiero, el peor en un siglo, encontramos lo siguiente: el capitalismo libertario del laissez-faire que predicaban Milton Friedman y Friedrich Hayek, al que se permitió desbocarse sin reglamentación. Ésta es la fuente primaria de nuestros problemas de hoy. Hoy estos dos hombres están muertos, pero sus envenenados legados perduran".
Discurso demagógico e impropio de alguien como Samuelson, que sabía perfectamente que las causas del caos fueron la imprudente política monetaria de la Reserva Federal, la manipulación gubernamental de los gigantes hipotecarios Fannie Mae y Freddie Mac, la inadecuada regulación financiera (no su ausencia), y el sospechosamente mal trabajo de las calificadoras de riesgo. ¿Cuál laissez-faire?
Nada de lo anterior hubiera sido propuesto por Friedman ni por Hayek, quienes ciertamente fueron grandes economistas. No dioses. Ni demonios.
Sin embargo, habiendo sido muchos más sus aportes que sus faltas, al menos en temas económicos, el hombre seguramente se ganó el cielo. Descanse en paz, Mr. Samuelson.
Hasta la próxima.
El autor es Ingeniero, Máster en Economía (ESEADE, Buenos Aires) y columnista de El Diario de Hoy.
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