De la Tricontinental al ALBA
Las pretensiones de Hugo Chávez y Fidel Castro, a pesar de los fracasos que el dictador cubano cosechó en su proyecto imperialista de instaurar regímenes despóticos en el continente americano, se mantiene vigente. Las estrategias han sido adecuadas a los tiempos. Los colores y discursos corresponden al siglo XXI, pero los fines son los mismos que impulsaron a Stalin y Hitler.
La Primera Conferencia Tricontinental de los Pueblos de Africa, Asia y América Latina, que se celebró en La Habana en enero de 1966, reunió a más de 70 países con unos 500 delegados: partidos políticos, movimientos violentos que actuaban en la clandestinidad, grupos guerrilleros y unos pocos gobiernos que usaban el discurso de la justicia social para exterminar los derechos sociales y políticos de sus ciudadanos.
De este encuentro de organizaciones que se oponían al capitalismo y a la democracia, en su mayoría identificados con el pensamiento marxista, surgió la OSPAAAL.
El principal arquitecto de aquel encuentro y su mayor beneficiario fue Fidel Castro, aunque en un evento que no tenía precedentes en este continente participó de manera notable Mehdi Ben Barka, un dirigente marroquí asesinado en París.
Los objetivos de los promotores eran prestar ayuda a los denominados movimientos de liberación nacional, con particular énfasis en el palestino, incrementar la lucha armada en los tres continentes y prestar un irrestricto apoyo al régimen cubano. El plan incluía luchar contra las bases militares extranjeras y la política de segregación racial. Mientras se condenaba el uso de la armas nucleares, el país sede, Cuba, cuatro años antes había sido el principal promotor de que la Unión Soviética instalara por primera vez armas nucleares en un país del tercer mundo.
En realidad los organizadores pretendían imponer en sus respectivos países un estado autoritario identificado con una ideología común. Ben Barka, meses antes de la conferencia en La Habana, declaró que «las dos corrientes de la revolución mundial estarán allí representadas: la corriente surgida con la revolución de octubre y la de la revolución nacional liberadora''. El modelo de la titulada revolución nacionalista era Cuba y el arquetipo del líder de ese tipo de proceso era Fidel Castro.
Cuarenta y tres años después La Habana vuelve a ser sede de un foro que con estrategias diferentes persigue los mismos objetivos: instaurar regímenes contrarios a la democracia y los derechos humanos.
La Alianza Bolivariana para los pueblos de nuestra América es un engendro castrochavista que busca la toma del poder con fórmulas remozadas, tomando como fundamento el fracaso de las estrategias del pasado.
El indigenismo ha sustituido en gran medida la lucha de clases, la violencia guerrillera o terrorista ha sido relevada por el caos y la desestabilización que generan manifestaciones públicas que practican una violencia de intensidad variable, que puede acentuarse o disminuir según los progresos del proyecto.
a no se trata de llegar al poder por medio de la insurrección, cuyo uso está descartado por conveniencia, sino por la anarquía. El desconcierto del pueblo y la clase dirigente facilita el acceso de un líder que aparentará gobernar en comunión con el resto de los poderes públicos. Un césar que gusta de elecciones controladas, de leyes hechas a su voluntad y del baño de la multitud que respalda su proyecto. En fin, un Chávez.
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