Los valores conmueven la política

Infolatam

Buenos Aires. – Una ola recorre el mundo desde hace un tiempo, y ahora rompe con fuerza en muchas latitudes: se quiebran valores seculares cuya vigencia fue un pilar del orden social en casi todas partes. Los valores hoy en juego cubren un amplio espectro de temas que hacen al comportamiento privado de los seres humanos: la droga, el aborto, las uniones matrimoniales homosexuales…

En muchas partes, la opinión pública ya aceptó los cambios, pero estos son resistidos por estructuras y organizaciones tradicionales cuyas raíces en el cuerpo social son sólidas; en otras partes, la opinión pública está más cauta, o simplemente más conservadora, pero algunos líderes tratan de hacer punta expresando demandas de minorías relevantes.

América Latina vive activamente esos procesos, lo cual no es novedoso. Lo que resulta novedoso es que ahora están interfiriendo en las campañas electorales. En verdad, eso no sucede solamente en América Latina. En España algunos de estos temas tuvieron incidencia en la última elección general. Inglaterra asistió días pasados un sorprendente episodio alrededor de una opinión emitida por un experto y asesor gubernamental cuestionando la peligrosidad de algunas drogas.

En Estados Unidos, en la reciente elección parcial en el estado de Viriginia, el candidato vencedor, el republicano Bob McDonnell, dio un giro inesperado a su campaña soslayando los temas morales -caros a núcleos duros y dominantes de su partido- para enfocarse en los temas de "pan y manteca" que realmente interesan a los votantes. McDonnell ganó la gobernación pero en las filas conservadoras del partido Republicano ha sembrado un estado de conmoción interna.

Argentina está sacudida por el inesperado aval del Jefe de Gobierno de Buenos Aires, el conservador Mauricio Macri, a un fallo judicial consintiendo un matrimonio gay. Los políticos guardan prudente quietud, incluyendo al oficialismo kirchnerista, lo que sugiere que todos dudan acerca de los costos y los beneficios de tomar posición. La Iglesia ha salido con los botines de punta; el desafío a su postura en estos asuntos apareció donde menos se lo esperaba. Ni siquiera son claras las razones que llevaron a Macri a dar este paso audaz.

En Uruguay el tema del aborto viene estando en el tope de la agenda desde hace un tiempo, sobre todo desde que el presidente Tabaré Vázquez vetó la legalización del aborto. Tabaré Vázquez -un hombre de la izquierda- defendiendo posturas conservadoras y Mauricio Macri -un hombre de la derecha- desafiándolas. ¿Qué mundo es este?

En Uruguay,  Mujica -experto en hablar demasiado e inoportunamente, sumiendo a sus partidarios en recurrentes ataques de nervios- defendió públicamente la legalización del aborto. Produjo un cimbronazo descomunal,y por cierto no tardó en enmendar la plana hasta donde pudo. Si con eso sumó o restó votos, todavía no está claro.

También la Argentina vive experimentando estos fenómenos desde hace un tiempo, antes de que el sorprendente Macri instalase el asunto del matrimonio del mismo sexo en el centro del debate político. De tanto en tanto algún dirigente, a veces algún ministro, se permite opinar sobre algunos de estos asuntos, con el resultado de que sus propios jefes lo llaman a silencio, cuando no a rectificarse.

Pero hace poco fue la Corte Suprema la que falló despenalizando la tenencia de drogas para consumo personal. También produjo una gran conmoción; pero como nadie puede enmendar a la Corte, ni mucho menos mandarla a callar, el tema pasó a las páginas interiores de los diarios y a las cartas de lectores, estos sí enfrascados en arduos debates morales.

En cada caso, la política procesa y digiere estos asuntos como puede. Lo común a todas estas situaciones es que las sociedades, en todas partes, atraviesan esa ola de cambio de valores y viven -a veces con inquietud, temor o prudencia, a veces resueltamente- las consecuencias . Como siempre ha ocurrido en el mundo, las corrientes de las aguas de cambio se mueven y horadan las estructuras existentes; y fuerzas vigorosas resisten los cambios. También en América Latina.