Sin Complejos
Ideas de Libertad y Prosperidad
El jueves pasado, Obama le dijo a sus paisanos negros lo que ningún presidente blanco se hubiera atrevido a decirles: que no tienen excusas para su fracaso, que la esclavitud de sus abuelos, la discriminación y la desigualdad aun existente en la sociedad norteamericana no justifican ni eximen a los negros de su responsabilidad para construir un futuro mejor para sus hijos.
“Quiero que aspiren a ser científicos e ingenieros, doctores y maestros, no sólo jugadores de basket o raperos. Quiero que aspiren a ser jueces del Tribunal Supremo o presidentes de Estados Unidos.” Fueron sus palabras. Balde de agua fría.
El discurso, fue pronunciado en Nueva York ante la poderosa Asociación Nacional para el Progreso de la Gente de Color. Esta asociación, como muchas otras defensoras de minorías, ha entendido la igualdad racial como un infinito proceso reivindicativo en el que las instituciones que denuncian la supuesta injusticia obtienen estatus y poder a cambio de que las victimas prolonguen su condición de victimas, es decir un diabólico círculo vicioso. Algo así como la insólita automutilación que se infligen algunos mendigos para producir más lastima.
El relato viene a cuento por lo que nos afecta a los venezolanos, como grupo humano que ocupamos un lugar en este Planeta; o al menos creemos ocuparlo. Al igual que estas asociaciones revanchistas, nuestra psique social pareciera estar más pendiente de causar lástima y compasión justificar así el estruendoso fracaso social que somos. Preferimos cifrar nuestra esperanza en políticos que nos ofrecen formas más “justas” de repartir una riqueza colectiva (el petróleo), como si por origen tuviéramos derecho natural a un recurso en cuya producción no hemos tenido ni arte ni parte. Para abrazar este despropósito, auto mutilamos nuestra psique social negando la posibilidad a otros caminos de desarrollo: criticamos el capitalismo por “injusto” y atacamos la propiedad y criticamos el “egoísmo” de los empresarios, insistiendo en la necesidad de ajustarlos a una utópica y gaseosa “función social”. No vemos la evidencia que está ahí: pueblos enteros, de todas las culturas y latitudes, que han experimentado ese capitalismo que tanto criticamos, y que inexorablemente los ha sacado del atraso: La India, China, Taiwán, España, Portugal, Chile, Singapur, Malasia, Australia, Nueva Zelandia, y paremos de contar para no pasar por volteriano.
Por tanto, no es falta de gónadas; es falta de imaginación y profundo complejo lo que nos frena.
Ingenuamente creemos que este sistema socialistoide que hemos ido imponiendo los últimos cincuenta años en Venezuela, en el fondo es viable, si tan solo fuera instrumentado por “elites ilustradas”, en lugar de los chafarotes que gobiernan desde 1998. Por eso la oposición está más ocupada de atender encuestas, tapar huecos en las calles, y organizar futbolitos en los barrios, que en presentar a la Nación una propuesta de desarrollo capaz de hacernos crecer con equidad a no menos del 7% del PIB por año, sostenidamente por 30 años, cosa que nunca sucederá por la vía socialista, democrática o chafarota. La oposición cree que salir de este régimen es convenciendo a la gente de que somos mejores “gerentes” de esos recursos escasos que tenemos; nadie se plantea como romper el paradigma, y concebir las políticas públicas como instrumentos creadores de riqueza, en vez de repartidores de la renta petrolera. Entretanto, la población crece y los precios petroleros se estancan.
Por esta vía, seguiremos el camino de otros latinoamericanos, como los nicaragüenses, quienes llaman la atención por lo pintoresco de su chiche calambo, o los bolivianos por su baile de la mazorquita. Sera el aporte “fantástico” (léase, “fracasado”) de Amarantas que levitan en Macondo, o de sonoras guacamayas como Hugo Rafael. Nunca será el camino que nos hará producir un premio Nobel en física, medicina, o química por año; que reducirá de la pobreza de cuajo, que nos meterá en el siglo 21, sin complejos y sin propaganda.
¿Será que nunca pariremos algún político como Obama, que se atreva a decirnos lo que no queremos oír?
- 23 de enero, 2009
- 23 de diciembre, 2024
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