Una anécdota simpática: El Año Nuevo, la ambulancia, y el trinitario
Un treinta de diciembre, en los inicios de la explotación petrolera en Venezuela, el chofer trinitario de una ambulancia se disponía, luego de su trabajo, a reunirse con los suyos y recibir el Año Nuevo.
Le pidieron el favor de hacer un último viaje trasladando un cadáver a la morgue del pueblo vecino donde lo estarían esperando. Accedió gustoso pues le agarraba de camino. Los enfermeros de turno colocaron el cadáver en la cabina posterior de la ambulancia y se retiraron.
Uno de ellos, decidió "aprovechar la cola" de Menar -así se llamaba el chofer- para trasladarse gratuitamente a su casa. Se metió en la ambulancia pero no le participó a Menar sus intenciones.
En las ambulancias antiguas el compartimento de carga estaba separado del conductor por un tabique de madera. Tenía una ventanilla que permitía a los enfermeros comunicarse con el chofer.
Menar ocupó su asiento, -ajeno a todo lo que posteriormente ocurriría- y arrancó. Comenzaba a oscurecer. Al pasar por el sitio donde vivía el enfermero, éste abrió la ventanilla y le dijo: -Menar: ¡Párate, que yo me quedo aquí!
Fue tan grande el susto de Menar, que abandonó a toda carrera la ambulancia, el cadáver y el enfermero, en medio de la oscuridad de la noche.
De cómo lo celebran en otras regiones
Estos recuerdos nos permiten adentrarnos en la fiesta del Año Nuevo. Primero veamos cómo lo festejan en otras latitudes. Son costumbres distintas pero tienen algo en común: el deseo de que se cumplan las metas que cada uno se plantea para el año que comienza.
Hace cuatro mil años los babilonios se comían -las así llamadas- "uvas del tiempo". Con cada campanada, se come una uva y se formula un deseo.
En la repetición de las estaciones veían un motivo de alegría e instauraron un ciclo festivo que duraba once días. Comenzaba cuando la primavera describía sus primeros trazos entre los jardines colgantes de Babilonia.
Los egipcios recibían con algarabía las señales que preludiaban el nuevo año. Llegaba el ansiado momento en que el río Nilo comenzaba a crecer y el caudal se hacía propicio para la siembra.
En las diferentes culturas, los cambios de estaciones se acompañan con ritos que atraen salud, dinero y amor, que son -según ellos- los tres pilares de la felicidad del hombre.
Por ejemplo, en Alemania, develan los misterios del futuro con una barra de plomo. El plomo se pasa por una soldadora, se funde hasta que se convierte en agua, y las gotas plateadas se vierten en un vaso cuando el alba empieza a despuntar. El plomo líquido, nuevamente se solidifica y alcanza formas extrañas que, -con un poco de imaginación-, permiten predecir lo que les depara el mañana.
En Rumania, las mujeres solteras se asoman a un pozo, encienden una vela, y miran hacia abajo. El reflejo de la llama dibujará en las oscuras profundidades del pozo, el rostro de su prometido.
En Italia acostumbran tirar los chécheres por la ventana. Todo lo inservible lo lanzan a la calle en señal de que hay que olvidar lo pasado y abrir las puertas del futuro. No sólo en lo material, sino también en lo espiritual.
En Escocia, el procedimiento es más sencillo: Se le prende fuego a un barril
de madera y se lo pone a rodar por las calles. Según dicen, para permitir el paso del Año Nuevo. Obsequian a sus amigos un pedazo de pastel de avena.
En Venezuela, las hallacas acaparan la atención. Se preparan en operativos en los que interviene toda la familia. Se disfrutan con los amigos, y eso sí, aderezadas con tragos y buena música.
En Año Nuevo se bebe mucho licor y son frecuentes los chistes: Esta efeméride no escapa al buen humor que nos caracteriza. Especialmente en los estados occidentales, más concretamente, en el Zulia.
Es frecuente ver por las calles de Maracaibo, a locutores y camarógrafos de las estaciones de televisión, filmando al ciudadano común mientras cuenta un chiste.
Como el de aquél señor, que borracho como estaba abre la puerta a una pareja, que deseaba comprar su casa. Como no podía evitar que lo vieran en tan deplorable estado, le preguntó a la doña:
-Señora, ¿El alcohol envejece o embellece? La señora quedó desconcertada ante tal pregunta. Pero el borracho, antes de dejarla responder le aclaró:
-Es que mi mujer, cuando llego de noche a casa con unos traguitos, me dice: ¡Qué Belleza!
Algunas reflexiones y propósitos
Recibir el año nuevo o despedir el viejo -que al fin y al cabo es lo mismo- no tiene un contenido religioso comparable al del veinticinco de diciembre, en que nace el Hijo de Dios.
Acontecimiento que divide en dos períodos la historia humana. Podemos afirmar sin temor a exagerar, que el mundo "se para" para que nazca Dios y poder contemplar este misterio.
En algunos países los regalos los trae el Niño Jesús, en otros, los Reyes Magos. La más importante de las dos fiestas, es la Navidad, aunque ambas están relacionadas.
Antes de las doce de la noche del día treinta, la familia se reúne, se recuerdan los seres queridos que ya no están. En medio del dolor, nos sentimos confiados en que están con Dios y por eso, también estamos alegres con una agridulce sensación. Los fuegos artificiales adornan la noche, muchos de ellos verdaderas obras de arte.
La gente quiere ser buena, si antes no lo fue. Quiere olvidar los rencores y amar más a quienes quizá amaba poco. Hace propósitos de quitar de su vida lo que estorba y le aleja de los suyos.
La felicidad en este mundo no es completa. Sin embargo, anhelamos la auténtica: aquella que según San Pablo, "Ni ojo vio, ni oído oyó, lo que Dios tiene preparado para los que le aman".
Formular propósitos es fácil, difícil es cumplirlos. Además, la soberbia se muere media hora después que muera el interesado. Nos creemos impecables e irrepetibles. El mejor negocio del mundo, es vender a los hombres por lo que valen y luego comprarlos por lo que creen que valen.
Sin la familia no haremos nada
Aunque podemos examinarnos sobre muchos tópicos, pienso que debemos comenzar por la familia, ya que es el más importante. Alguien definió el hogar como "La forja del carácter". La cultura moderna tiende a machacarla.
No se tiene tiempo para compartir con los hijos, con la mujer, con el marido. Y, como dice Brulat: "Basta un instante para forjar un héroe, pero es preciso toda una vida para forjar un hombre de bien".
El doctor Gary Becker, economista, PhD. de la Universidad de Princeton, y premio Nobel de Economía en 1992 afirma: "La familia es crucial para el buen funcionamiento de la economía y la sociedad. No es por accidente que las naciones asiáticas tienen tanto un crecimiento económico rápido, como una vida familiar pujante y poderosa".
Así como el capital humano es clave para un crecimiento rápido de las economías modernas, la participación de la familia es clave para conseguirlo. Cuentan un diálogo de unos padres con la dependienta de una juguetería:
-Por favor, queremos un juguete que divierta a nuestro hijo, lo mantenga ocupado y le quite la sensación de estar solo. La joven de la tienda les contestó: -Lo siento, pero no vendemos padres.
No nos engañemos al pensar que a partir del Año Nuevo seremos mejores y nos ocuparemos de nuestros hijos. Hay que empezar el cambio desde ahora. Y cómo no, ¡BIENVENIDO EL AÑO NUEVO 2010!
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