El paraíso del FMLN
¿Qué podría esperar El Salvador de un régimen así?
Como en todos los países socialistas, las estadísticas en Cuba son más propaganda que reflejos de la realidad. Ni siquiera explican cómo las calculan. Pero hay algunos indicadores que permiten hacer estimaciones más o menos confiables.
La Universidad de Oxford ha calculado una base de datos sobre el comportamiento económico de Latinoamérica durante el Siglo XX, que incluye a Cuba.
Los datos permiten hacer una comparación del comportamiento de Cuba con el de El Salvador de 1920 a 2000.
La gráfica 1 compara la producción total de ambos países, medida por el Producto Interno Bruto (PIB) a precios constantes de 1970 (es decir, eliminando el efecto de la inflación). Como se ve en la gráfica, El Salvador comenzó a crecer más que Cuba a fines de los años cuarenta, aunque la diferencia todavía era pequeña al momento del ascenso de Fidel Castro al poder en 1959 (marcado por la línea vertical). De allí en adelante, a pesar de la enorme caída del PIB salvadoreño durante la guerra, la diferencia se aumentó drásticamente, especialmente de 1990 para acá. La gran caída de la producción cubana a principios de los noventa fue el resultado del retiro de la ayuda soviética, que prácticamente mantenía al país. Esa ayuda terminó cuando el comunismo colapsó tan estrepitosamente que la Unión Soviética se acabó, sustituido por Rusia, Ucrania, Moldova y muchos otros nuevos países.
La gráfica 2 muestra otra medida del desempeño económico de los dos países: las exportaciones. Esta medida es más segura que la del PIB, porque es más fácil de comprobar. Es más difícil mentir en las exportaciones que en el PIB. Allí la diferencia entre el comportamiento de ambos países es más dramática. Las exportaciones de Cuba en 2000 eran el doble de lo que eran en 1958, un año antes de que Fidel Castro subiera al poder; en 2000 las de El Salvador fueron 25 veces lo que fueron en 1958. Es decir, las exportaciones salvadoreñas crecieron 12.5 veces lo que crecieron las cubanas.
Estas cifras explican estadísticamente por qué casi no hay carros en las calles de Cuba, por qué los que hay son viejos y a veces halados por mulas, y por qué hay tan pocos empleos en la isla. Esto explica también la realidad política de Cuba: que el sistema sólo puede sostenerse manteniendo a los cubanos bajo la bota de una terrible dictadura.
¿Y para qué este sistema tan absurdamente ineficiente? Para que una élite de personas violentas, los hermanos Castro y sus secuaces, puedan satisfacer su hambre de poder. Presiden sobre una economía miserable. Pero en esa economía el máximo líder, Fidel, es dueño de vidas y haciendas. Y lo ha sido por cincuenta años ya. Bajo el pretexto de establecer un sistema moderno, a favor del pueblo, Fidel Castro restableció algo que con la independencia de España creímos que había desaparecido de Latinoamérica: la monarquía absoluta y hereditaria. Es una gran estafa. Pero la estafa no está sólo en esto. No ha sido una causalidad que el sistema que Fidel ha utilizado para esclavizar a los cubanos sea el socialismo. El sistema mismo es un disfraz para que gente como Fidel Castro esclavicen sociedades. Fue la misma historia en la Unión Soviética con Lenin, Stalin, Khruschev, y los demás. Fue la misma historia en la China de Mao. Fue igual en todos los países comunistas. Ni uno de ellos dejó de ser una dictadura.
El FMLN quiere que el país entre en el mismo trillado y trágico camino. La gente que vota por ellos, creyendo que van a mejorar la situación económica de la gente, que observe lo que está pasando ahora aquí en el país y que mire todas las evidencias de la miseria en la que vive Cuba, incluyendo las gráficas de este artículo. Y que se den cuenta de la hipocresía que significa abogar por la democracia cuando en Cuba ya llevan 50 años bajo un mismo tirano.
El autor es Máster en Economía, Northwestern University y columnista de El Diario de Hoy.
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