El síndrome pataky

Escriba usted Sexo en el título de un artículo que se asegurará de que lo lean, decía Moisés Naím, el director de Foreign Policy, en un reciente y excelente artículo sobre un tema que nada tenía que ver con el sexo pero que titulaba así para llamar la atención de los lectores.

 

El uso aquí del nombre de la más famosa «stripper» española no tiene, sin embargo, esa intención, sino más la de bautizar un síndrome, el Pataky, que consiste en la negativa ciudadana y política a buscar la verdad en determinados temas públicos.

 

Al modo de lo ocurrido estos días con un asunto judicial de Elsa Pataky con tufo de montaje para su negocio de «striptease», publicado por todos los medios de comunicación españoles sin la más mínima pregunta sobre la verdad del caso, puesto que todos querían, al fin y al cabo, tener una excusa para reproducir nuevamente los desnudos sin ser acusados de caer en el porno. Pues un síndrome de este tipo, no pregunte usted, afecta igualmente a muchos de los métodos sucios o ilegales del Estado.

 

Y lo digo por el escandaloso silencio político y ciudadano que ha seguido a las increíbles declaraciones de Miguel Ángel Moratinos negando que España negocie con terroristas o pague rescates. Hace unos días en una entrevista, y nuevamente el jueves, en la rueda de prensa con el ministro de Exteriores argelino.

 

Ni una sola voz de la oposición, ni una asociación ciudadana, ningún movimiento en la red, ha protestado por lo que es una de las más grandes y bochornosas mentiras de Estado de los últimos tiempos. Que se produce, además, pocas semanas después de una negociación y pago de rescate a los piratas del Alakrana y que coincide con una nueva negociación con Al Qaeda, con un obvio rescate de por medio.

 

O el síndrome Pataky, mucho más fuerte que el supuesto rechazo ciudadano a los métodos sucios del Estado.