El policía malo y el pésimo
La estrategia para au-mentar los impuestos parece haberse dividido en dos frentes. Por una parte, el Ejecutivo y el Congreso negocian los términos de la extorsión fiscal. Por otra, la dirigencia sindical magisterial efectúa medidas violentas y toma como rehenes a los estudiantes del sector público. ¿Quién puede creer que semejante comportamiento le puede traer expectativas de un mejor amanecer a la nación como lo dice la propaganda oficial?
Hay una técnica muy conocida para obtener la cooperación de una persona cautiva. Uno de sus captores asume el rol del “policía malo” mientras que el otro el del “policía bueno”. Frente a la perspectiva de tener que sufrir los abusos del primero, generalmente la persona termina colaborando con el segundo. Así es como nos tiene el Gobierno; nada más que, en nuestro caso, la perspectiva es de lidiar con el policía malo o con el policía pésimo.
El dirigente sindical magisterial Joviel Acevedo se ha dedicado a aquello, para lo cual es un reconocido experto. Tomar como rehenes a los estudiantes del sector público para obtener un mayor botín político del presupuesto de gastos de la nación. La absurda exigencia de obtener 12 mil millones de quetzales para el Ministerio de Educación es acompañada con la amenaza de no iniciar clases y paralizar las carreteras del país. Además, que se aumenten los impuestos.
La complicidad del Gobierno es vergonzosa. La propaganda oficial alienta y felicita las acciones violentas de la Asamblea Nacional del Magisterio (ANM) y de otros alcaldes del país. Además, admite que se violen los derechos ciudadanos permitiendo el bloqueo de calles y carreteras. Mientras todo esto ocurre, el Ejecutivo en contubernio con sus diputados leales se encarga del proceso de extorsión —mal llamado diálogo—. “¿Cuánto se van a dar las empresas telefónicas?” “Mejor ofrezcan algo bueno, no vaya a ser…” “Está bien pues… hay les vamos a dar una su rebaja en el aumento de impuestos”. “Colaboren… porque si no, no habrá seguridad ni educación, ni forma de calmar a Joviel”. Es el mismo diálogo que muchos otros ciudadanos tienen; nada más que, en este caso, las llamadas no se originan desde las cárceles, sino desde el Palacio Nacional y el Congreso.
La propaganda oficial nos alienta a pensar que “lo estamos logrando” y que “está amaneciendo una nueva Guatemala”. Desgraciadamente, ese nuevo amanecer se está dando en medio de una obsesiva extorsión para expropiar más recursos de los ciudadanos. Recursos que, por ejemplo, serían entregados a personajes como Joviel Acevedo. No hay nada de optimista en semejante panorama. Como ciudadanos, no debemos caer en el engañoso juego oficial. Debemos luchar para impedir que el Gobierno suba los impuestos.
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