Barcelona: Delirios de invierno
La Vanguardia, Barcelona
"La confusión está clarísima", aseguran Les Luthiers, y eso deben pensar en el Consistorio barcelonés. Jordi Hereu quiere que Barcelona organice los Juegos Olímpicos de invierno del 2022, y para ello contará con las subsedes de Masella y La Molina. Hace bien el alcalde, porque programar las pruebas de esquí alpino en el Tibidabo habría quedado un poco raro.
Así pues, y después de mucha esterilidad, el equipo de gobierno ha parido una cosa, aunque no se sabe si se trata de una idea o de un huevo. Está tan clara la confusión, que a lo mejor Barcelona ha dejado de ser una magnífica ciudad del Mediterráneo, y acaba de descubrir sus raíces alpinas. "Siempre quisimos ser Milán", me decía un socialista de los de antes, y parece ser que Hereu ya se siente con la vara del milanesado. Si nadie lo remedia, por tanto, la ciudad de los prodigios se presentará para albergar sus segundos Juegos Olímpicos, aspirando a ser la única del mundo que ha organizado los de invierno y los de verano.
Grandiosa idea, deben pensar los amantes de las huidas hacia delante, muy típicas, por cierto, de los gobiernos sin fuelle. Ahí está la sombra alargada del Fòrum de les Cultures, cuyo máximo hito fue dejar deudas millonarias y una horrible plaza de Tiananmen en pleno litoral marítimo. Pero como los tiempos pasados siempre fueron mejores, especialmente cuando uno gobierna un ayuntamiento endeudado hasta las trancas, incapaz de resolver problemas endémicos, sometido a una falta alarmante de proyectos y con las encuestas a la contra, entonces está claro que la desesperación se refugia en la nostalgia.
Fuimos algo en la vida cuando organizamos los Juegos Olímpicos del 92, así que a buscar otros, desesperadamente, no fuera caso que nos quedáramos sin fuegos artificiales para celebrar la fiesta. Puede que Jordi Hereu esté entusiasmado, pero personalmente no tanto, no sólo porque parece fuera de todo lugar, sino porque me preocupan los delirios de grandeza, especialmente cuando la realidad está ahogada de pequeñeces.
A la espera de una reflexión más de fondo, algunas apreciaciones. Primero, de modelo. En plena crisis y con el déficit público por las nubes, ¿es hora de estimular ideas faraónicas que solamente reportan gastos astronómicos si no salen bien? Segundo, ¿Catalunya debe tender hacia un crecimiento de sus infraestructuras de alta montaña? Hablamos de grandes autovías hasta los Pirineos, aumento de las pistas de esquí… y todo ello cuando los socios ecologistas nos hablan de cambiar de modelo de alta montaña… No pueden ser más coherentes. Finalmente, además, compitiendo con Zaragoza-Jaca, que llevan años trabajando por el proyecto. Alucinante.
Perdonen, pero esto no parece un proyecto de ciudad, parece la última ocurrencia desesperada de un alcalde sin ideas.
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