Contra los prejuicios sobre la inmigración
La inmigración no sólo no es una amenaza para los empleos de los nativos, sino que el ajuste hacia arriba de las inversiones correspondientes a la creación de un empleo ocupado por un inmigrante se realiza casi instantáneamente. O sea que el producto bruto interno (PBI) crece al mismo ritmo que la inmigración.
¿Es posible, no obstante, que la llegada de trabajadores inmigrantes (sobre todo poco calificados) traiga aparejada una baja en los salarios?
Un estudio llevado a cabo por el economista Giovanni Peri con datos relativos a Estados Unidos entre 1960 y 2006 demuestra que no es así. Al contrario. Un aumento del 1% de los trabajadores inmigrantes en la población activa incrementa un 0,5% el ingreso medio de los trabajadores nativos. Este aumento beneficia esencialmente a los más calificados viéndose muy poco afectados los salarios de los trabajadores menos calificados. Estos resultados confirman además una amplia bibliografía.
Los beneficios directos de la inmigración para los países receptores son, por ende, sustanciales pero los ciudadanos de la mayoría de los países europeos son masivamente hostiles a la inmigración. Esta constatación llevó al Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo a insistir, en su último Informe mundial sobre el desarrollo humano, en la necesidad de "tranquilizar a la población nativa, de manera que dejen de percibir la inmigración como una amenaza a su persona o a su sociedad".
El autor es economista de la Universidad de la Sorbona
- 28 de marzo, 2016
- 23 de julio, 2015
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