La jugada de Chávez
En los últimos días se ha escrito mucho sobre el impacto económico de la maxidevaluación anunciada el 8 de enero por el presidente venezolano Hugo Chávez. Pero el impacto político de la devaluación podría ser igualmente importante, si no más.
Al devaluar drásticamente la moneda venezolana, Chávez podrá transformar los dólares que su gobierno recibe de las exportaciones de petróleo en el doble de bolívares, la moneda local. Así, mientras el ingreso petrolero del gobierno seguirá siendo el mismo en dólares, una vez convertido a moneda local aumentará de 47 mil millones a 94 mil millones de bolívares, incremento que le permitirá a Chávez gastar más en programas sociales y aumentar los salarios en los meses anteriores a las elecciones parlamentarias de septiembre.
A la larga, si no se adoptan medidas para reinvertir en la deteriorada infraestructura petrolera estatal o acabar con el despilfarro del gobierno, esto no es más que una pirueta financiera que acabará por hundir aún más la economía. Pero a corto plazo, le podría dar a Chávez el dinero que necesita para evitar una derrota en las cruciales elecciones legislativas de este año.
En varias entrevistas telefónicas, los líderes de la oposición venezolana me dijeron que no creen que la devaluación ayude mucho a Chávez en las elecciones de septiembre, entre otras cosas porque la moneda local será consumida por una inflación galopante. La inflación de Venezuela superó el 25 por ciento el año pasado –la más elevada de Latinoamérica– y lo más probable es que siga subiendo este año, afirmaron.
"Esta devaluación le va a dar más comida al monstruo,'' me dijo Julio Borges, presidente del partido opositor Primero Justicia. "Pero que Chávez venga ahora con una bolsa llena de bolívares no importa, porque son bolívares que no van a valer nada''.
Bueno, ¿pero acaso repartir dinero como loco antes de una elección no le ha funcionado muy bien a Chávez en el pasado?, le pregunté. Pero esta vez no funcionará, dijo Borges.
"Históricamente, la palabra `devaluación' en Venezuela es el diablo'', dijo Borges, añadiendo que la gente todavía recuerda con horror la devaluación del "Viernes Negro'' de 1983, que dejó a todos los venezolanos mucho más pobres. "Hicimos una encuesta el año pasado, y descubrimos que el 70 por ciento del país estaba en contra de una devaluación. La gente sabe que se empobrecerá mucho más''.
Borges agregó que, en septiembre, «la gente le va cobrar la cuenta a un presidente que tuvo muchos dólares y se los gastó en regalos a otros países, compras militares y pagos por estatizaciones, no en el pueblo''.
El alcalde de Caracas, Antonio Ledezma, un líder de la oposición, me dijo que además de la creciente inflación hay otros factores que amenazan el futuro político de Chávez, como los frecuentes apagones, los cortes de agua, el aumento de la corrupción oficial y el incremento de los índices de criminalidad que azotan a Venezuela.
"El va a apostar al cortoplacismo, y no me sorprendería que duplique el monto de subsidio, o regale más licuadoras o neveras'', dijo Ledezma. "Esa es la receta de este tipo de gobierno: empobrecer al país, para que sociedades deprimidas se hagan cada vez más dependientes de la beneficencia pública. La gente termina cambiando un porvenir provechoso por un presente de migajas''.
Los que apoyan la devaluación de Chávez señalan que el dólar más caro estimulará las exportaciones y encarecerá las importaciones, mejorando así las finanzas del país.
Mark Weisbrot, un economista del Centro de Política Económica e Investigación, de Washington D.C., que generalmente apoya las políticas de Chávez, me dijo que la experiencia de la devaluación de Brasil de 1998 y de Argentina del 2002 demuestra que esas medidas pueden conducir a un crecimiento sostenido.
"La devaluación venezolana no hará subir los precios al consumidor al doble, ni por asomo'', me dijo Weisbrot. "Por el contrario, estimulará la economía y aumentará los ingresos disponibles para el gobierno'' Mi opinión: En casi todos los otros países latinoamericanos, con una buena administración económica, las devaluaciones pueden manejarse sin disparar una hiperinflación. Pero Venezuela importa casi todo lo que consume, por lo que es casi inevitable que un dólar más caro hará que importadores aumenten sus precios, y se dispare más la inflación.
Chávez está apostando a que el aumento del precio del petróleo lo salvará, o a que mediante la infusión de dólares del Banco Central logrará evitar una hiperinflación antes de septiembre. Si eso le resulta, quizás logre ganar las elecciones legislativas y luego –cuando se terminen de apagar las luces en Venezuela– tratará de hacer lo de siempre: culpar al «imperio'' norteamericano y a la "oligarquía'' por la destrucción económica y el aumento de la pobreza en Venezuela.
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