El colmo del populismo

Ante la creciente escasez de dólares, el gobierno se vio obligado hace años a establecer un racionamiento de dólares —estableciendo límites a la cantidad de dólares que el Banco Central le venderá a importadores y viajeros— y recientemente a devaluar estrepitosamente la moneda. Es decir, el gobierno echó mano de los dos mecanismos principales que tiene para reducir la demanda de dólares: restringir la cantidad y el precio de los dólares que el Banco Central vende en el mercado. Estas son medidas desesperadas.

Pero el caso de los dólares no es el único en el que un producto que debería de abundar en Venezuela se ha vuelto escaso. Es también increíble que Venezuela, que produce una sustancia que es esencialmente energía, tenga un déficit grave de energía. El presidente Chávez ha tratado de culpar la escasez a la sequía que existe en el país en este momento, que ha bajado a niveles peligrosamente bajos los niveles del agua en las presas.

Pero sequías siempre ha habido, y no han resultado en racionamientos porque Venezuela había invertido en fuentes no hidráulicas de electricidad, que producían lo suficiente para compensar por la falta de agua en las hidráulicas. Pero en su populismo, el gobierno de Chávez no ha invertido en generación eléctrica, malgastando los recursos que deberían de haberse invertido allí en demagógicos rubros que no daban beneficio al pueblo. El desperdicio y la falta de inversión en el sector se ve claramente en la gráfica adjunta, que muestra las pérdidas que se dan en la transmisión y distribución de electricidad, es decir, la electricidad que se produce pero que no llega a los consumidores, porque se pierde en el camino como consecuencia del mal estado de las líneas.

Como se ve en la gráfica, las pérdidas, que eran similares a las de El Salvador hasta mediados de los noventa, subieron en Venezuela hasta llegar al 25 por ciento, mientras que en El Salvador se estabilizaron alrededor del 12 por ciento. Por falta de inversión en alambres, Venezuela desperdicia la cuarta parte de su producción eléctrica, el doble de lo que se pierde en El Salvador. Esta es una cantidad que podría eliminar el problema si Chávez hubiera invertido los dólares del pueblo en vez de desperdiciarlos.

Para enfrentar la escasez el gobierno decidió reducir la demanda efectiva de electricidad a través de racionamientos cada vez más largos y extendidos geográficamente. Esto generó enérgicas protestas de la ciudadanía. El presidente Chávez hizo entonces algo que describe muy claramente su personalidad: canceló el racionamiento y despidió al funcionario de segundo rango, que formalmente había endosado la orden de Chávez mismo de establecer el racionamiento.

Ya es el colmo del populismo el malgastar los recurso de tal manera que sea necesario tener que racionar dólares y petróleo en un país en el que ambas cosas deberían de abundar. Los límites del populismo se sobrepasan cuando en un país en el que hay una escasez enorme de energía no se toma ninguna medida que reduzca la demanda por electricidad, como racionar o subir los precios. Sin reducir la demanda las reservas de agua en las represas se van a terminar, y en ese momento habrá apagones incontrolados y bajones de voltaje que van a arruinar los aparatos eléctricos en todo el país, causando un desastre sin paralelo, ya que en Venezuela el 72 por ciento de la energía eléctrica es producida por centrales hidroeléctricas.

Si eso pasa, sería el final político de Chávez. El hecho que él esté tomando esta medida tan loca sugiere que él se ha creído sus propias mentiras populistas y que cree que puede detener las olas y las mareas del mar y hacer que alcance una energía que es insuficiente. Chávez parece creer que diciendo "alcanza electricidad", ésta va a alcanzar. Dicen que a cada populista le llega su día, en el que la realidad lo alcanza, mostrando las mentiras en sus promesas. El del presidente Chávez se está acercando a gran velocidad.

El autor es Máster en Economía, Northwestern University y columnista de El Diario de Hoy.