Escenarios para Chile tras las elecciones
Santiago. - Nada será igual en Chile tras las elecciones presidenciales del domingo. Si gana Sebastián Piñera porque pondrá fin a 20 años de gobiernos de la Concertación y llevará al poder a la centroderecha a través de las urnas, algo que no ocurre desde 1958.
Si triunfa Eduardo Frei la Concertación alargará su estancia en el poder por cuatro años más hasta sumar 24, pero deberá afrontar una profundísima remodelación interna así como tratar de recuperar parte del voto perdido a manos de Marco Enríquez-Ominami.
El Chile de Piñera
Sebastián Piñera parte como favorito para ganar las elecciones presidenciales del domingo ya que todas las encuestas le dan como ganador, con entre 2 y 5 puntos de ventaja sobre su rival, Eduardo Frei. Sobre quienes conformarían un posible gobierno piñerista sólo hay rumores, pues se ha mantenido en secreto su posible conformación.
El diario La Segunda adelantaba el pasado domingo que ese hipotético gabinete se apoyaría en tres pilares: Rodrigo Hinzpeter, Cristián Larroulet y Ena von Baer y en el asesoramiento de tres think tanks de la derecha: el Instituto Libertad y Desarrollo, la Fundación Jaime Guzmán (ambos cercanos a la UDI) y el Instituto Libertad, vinculado a RN.
Los rumores dicen que Hinzpeter, mano derecha de Piñera, sería ministro del interior, Larroulet, director del think tank Libertad y Desarrollo, se convertiría en el operador político del candidato y von Baer sería la portavoz del gobierno. Ninguna de estas tres figuras responde a lineamientos partidistas ya que Hinzpeter es hombre de Piñera antes que de RN y Larroulet es cercano a la UDI, pero mantiene buenas relaciones con todos.
La UDI, que es el partido con la bancada más fuerte en la Cámara de Diputados (37 diputados frente a 19 de la DC, y 18 del PPD y de RN) estaría posiblemente representada en el ejecutivo a través de Joaquín Lavín en el área social del gobierno y Pablo Longueria.
Tradicionalmente la derecha (la UDI y Renovación Nacional) han ido aliadas a las elecciones pero entre comicio y comicio han mantenido serias peleas y agrias disputas. Los graves problemas entre la UDI y Piñera son históricos y se remontan a comienzos de los años 90 como mínimo.
Lo que es seguro es que "no habrá cuoteo ni reparto de cargos por adscripción partidista ni a los derrotados en los comicios legislativos", han confirmado a Infolatam fuentes vinculadas a Piñera. Las relaciones con su propio partido, Renovación Nacional, también serán complicadas mientras esté al frente del mismo Carlos Larraín, cuya relación con Piñera es cuando menos gélida.
Lo que parecen ser más que rumores es que los primeros cien días del gobierno de Piñera serán frenéticos. Fuentes cercanas al candidato han confirmado a Infolatam que "ho hay tiempo para aterrizar en el gobierno con parsimonia porque cuatro años es un tiempo corto y desde el primer día hay que empezar fuerte" lanzando numerosas iniciativas en los terrenos económico, social y político.
No en vano, Piñera creó los llamados grupos Tantauco, equipos de trabajo destinados a delinear su plan de acción en caso de llegar a la presidencia y que han estado produciendo documentos desde hace dos años.
Dentro del comando piñerista no hay temor a estallidos sociales o ingobernabilidad pero sí a que algunos sectores como los sindicatos, en especial la CUT, asuman posturas de mayor dureza por tener enfrente a un gobierno de centroderecha. En cuanto al tema mapuche, el piñerismo cree tener respuestas para el conflicto pues formó un grupo de trabajo que lleva tiempo analizando propuesta de solución.
El Chile de Frei
Eduardo Frei, al igual que intentó Michelle Bachelet cuando fue elegida, quiere formar un gobierno joven, con caras nuevas e independientes que transmitan aires de renovación y cambio. Además, sabe que debe contar con personas cercanas o vinculadas, no primeros espadas, a Juntos Podemos, la coalición de izquierdas que le ha apoyado en la segunda vuelta, y al marquismo.
Un futuro gobierno de Frei debe contar con los seguidores de Marco Enríquez-Ominami, sobre todo después de que éste haya anunciado su apoyo al expresidente sin nombrarlo: "con la derecha tenemos un abismo de diferencias irreconciliables, diferencias de ideas y además por historia, y con una parte de la Concertación nos llevamos bien (…) ante esta coyuntura histórica y ante la incertidumbre de que la derecha pueda llegar a impedir la marcha de Chile hacia el futuro, es de mi responsabilidad contribuir en lo que pueda para que eso no ocurra, por tanto, declaro formalmente mi decisión de apoyar al candidato de este pueblo, el del 29% de chilenos que votaron el 13 de diciembre", dijo junto con destacar que deja en "libertad de acción".
Dentro de un futuro gobierno de Frei la figura que se alza como más importante es la de Carolina Tohá, exministra del Michelle Bachelet y generalísima de la campaña en la segunda vuelta. Analistas creen que Tohá sería la ministra del interior del futuro gobierno.
Un ejecutivo en el que el candidato quiere tener autonomía con respecto a los partidos que integran la Concertación: "les he comunicado a los presidentes de los partidos de la Concertación de mi decisión, de que tanto durante mi campaña como mi futuro gobierno, tomaré con absoluta libertad, autonomía e independencia las determinaciones que me competen".
Ésta independencia de los partidos es también la misma táctica que empleó la propia Bachelet al principio de su gobierno aunque luego tuvo que buscar el apoyo de los partidos para conseguir gobernabilidad, dados los graves problemas que tuvo que afrontar al inicio de su mandato (huelga de estudiantes y mala paxis del Transantiago).
El factor MEO
La Concertación, si subsiste, y los partidos que la componen deben iniciar un proceso de amplia renovación interna y reconfiguración. Más si cabe porque los seguidores de Marco Enríquez-Ominami trabajan para crear un polo progresista que articule ese 20% obtenido en la primera vuelta.
El propio Frei ya pidió un cambio en la coalición oficialista: "he escuchado el mensaje, para que se produzcan cambios verdaderos. Hay un descontento ciudadano con la forma en que se hace política en nuestro país, la gente está molesta con las prácticas políticas".
Por su parte, MEO quiere llegar a 2014 con una agrupación de carácter nacional y bien estructurada que le permita aspirar a la presidencia: "cuando obtienes el 20% de los votos y se construye una épica como la nuestra, es imposible abstraerse de un debate que llegó para quedarse. Esto es irreversible. No llegamos hasta aquí por aventura, no es turisteo, esto es para siempre. Nos estamos preparando para conquistar la confianza de muchos más chilenos y eso es un empeño que no parará nunca. Me estoy preparando para eso".
Al dar el miércoles su apoyo y su voto a Frei, Enríquez-Ominami ya se postuló para 2013: ''ésta es la última elección en la que se enfrentan dos líderes de la transición. Pero les prometo algo: esto no volverá a ocurrir. Es mi compromiso de futuro que he venido a confirmar hoy".
Patricio Navia lo decía claremente en su columna de ayer en La Tercera: "ME-O apoyó a Frei omitiendo el nombre del candidato. También, sin anunciarlo formalmente, dibujó el campo de batalla para los años que se vienen y plantó bandera de candidato en esa izquierda desde donde hará oposición independientemente del resultado del domingo".
Sabe que en esa batalla tendrá una rival de altura pues Michelle Bachelet dejará el gobierno con el 80% de popularidad una buena plataforma para tratar de volver dentro de cuatro años. ME-O y Bachelet podrían disputar en 2014 la batalla por conquistar el centroizquierda.
Pactos o choque de trenes
Gane Sebastián Piñera o Eduardo Frei, ninguno tendrá mayoría en el legislativo. La Concertación es más fuerte en el Senado y la coalición de centroderecha tiene más escaños en la Cámara de Diputados. Ese panorama en otros países podría conducir al bloqueo institucional y a una pelea entre el gobierno y el legislativo.
Pero en Chile, y conociendo a los dos candidatos, todo indica que no será así. Piñera es pragmático, como buen empresario, y Frei ya sabe lo que es gobernar, y transar, y además también procede de la empresa privada. Así, por ejemplo, Pablo Longueira, el posible hombre de Piñera para coordinar las bancadas, tiene experiencia a la hora de pactar importantes temas de estado con la Concertación, como lo hizo en la época de Ricardo Lagos.
En la Concertación hay dos partidos que apuestan por hacer una oposición dura a Piñera (PPD y PRSD) y otro que parece más dispuesto a negociar con el posible futuro oficialismo, la Democracia Cristiana.
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