Los histéricos de todos los tiempos
El Heraldo, Tegucigalpa
Con la perturbación que los caracteriza, los dictadores encubren los males vociferando histéricos e inventándose conflictos y amenazas inexistentes.
Utilizan la neurastenia propia para contagiarla colectivamente y seguir en el poder fingiendo defender los intereses del pueblo.
Fidel Castro aplicó esa táctica por décadas. Señalaba que los imperialistas planeaban matarlo, invadir la isla y que son responsables del hambre que sufre su gente.
Siguiendo las enseñanzas, Hugo Chávez está imitando el esquema de su mentor, pero lo supera con los actos histéricos, el esquema del socialismo dictatorial con censura de prensa incluido, aumenta las amenazas y caza peleas inútiles.
Por ejemplo, se empecinó en advertir a sus compatriotas que Colombia es un peligro militar, manipulando la noticia de que llegan a ese país soldados y asesores militares estadounidenses, un tema añejo porque existen desde hace décadas. De esa manera genera inestabilidad fronteriza, encubriendo la propia.
Como todos los gobernantes tiránicos, Chávez esconde la crisis social y económica calificada por expertos como "vergonzosa", desde la falta de alimentos de la canasta familiar, los apagones por errores en programas eléctricos, la inflación que empobrece a la clase media convirtiendo a Venezuela en una sociedad igualitariamente pobre (el comunismo justo), hasta la feria del billete en donde se distribuyen contratos en lo que llaman la nueva "oligarquía bolivariana". Cuando no sirven a los intereses de "la revolución" manda a intervenir bancos y responsabiliza de los errores a sus aliados que se convierten en enemigos.
Pero lo que más escandaliza a los venezolanos son los millonarios regalos que Chávez entrega a sus amigos en el exterior, en especial a los miembros de la Alba, el grupillo de presidentes que lo sigue como hijo bobo.
Julio Borges, del partido opositor Primero Justicia, de Venezuela, descubrió la bicoca de US$8,352 millones que Chávez regaló a terceros países. Borges le pidió que diera cuentas en la Asamblea Nacional.
Desde 2005, Chávez ha tenido privilegios de disponer de grandes presupuestos discrecionales, los cuales hacen parte de lo que usan algunos gobernantes del mundo para ganar influencia en áreas geopolíticamente convenientes.
China, por ejemplo, de acuerdo a estudios realizados por la Universidad de Nueva York, invirtió US$25 mil millones en ayuda internacional, especialmente en África y el sudeste asiático. Estados Unidos hace lo mismo, combatiendo el narcotráfico en Latinoamérica.
Según Borges, Venezuela, en los últimos cuatro años, ha regalado US$61,408 millones. Lo que hace la diferencia con las potencias es que esta es una nación que tiene necesidades internas y no es justificable que su presidente dé la plata del pueblo que él dice defender.
Pero Chávez, como buen alumno de Castro, alega que su política exterior "se funda en la promesa de la cooperación entre los pueblos"; los millonarios regalos son "consecuentes con el plan del socialismo del siglo XXI".
Mientras tanto ¡qué viva la histeria! ¡Las falsas amenazas del imperialismo! Y ¡la irreal guerra con Colombia!
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