Argentina: ¿Qué cambió para que ahora quieran pagar la deuda?
El artículo 2 de la ley 26.067 de febrero de 2005 (conocida como “Ley cerroj”) decía, refiriéndose a los bonos que no entraban en el canje: “El Poder Ejecutivo nacional no podrá, respecto de los bonos a que se refiere el artículo 1º de la presente, reabrir el proceso de canje establecido en el Decreto Nº 1735/04 mencionado”. Y el artículo tercero expresaba: “Prohíbese al Estado nacional efectuar cualquier tipo de transacción judicial, extrajudicial o privada, respecto de los bonos a que refiere el artículo 1º de la presente ley”. Néstor Kirchner, Roberto Lavagna y Alberto Fernández firmaron el decreto correspondiente.
La pregunta es: ¿qué cambió para que Kirchner esté desesperado por arreglar con los hold outs si él mismo, en su momento, impulsó la llamada “Ley cerrojo” por la cual el que no entraba en el canje se jorobaba de por vida? ¿No es que gracias a la política económica de Néstor, luego continuada por Cristina Fernández, Argentina crece como nunca antes en 200 años, según repite insistentemente la presidenta? ¿Por qué este repentino ataque de arreglar con los hold outs y el que se opone es un conspirador internacional? Si antes estaba bien cerrarle la puerta en la nariz a los hold outs, ¿por qué ahora el que se opone a abrirles la puerta de cualquier manera es un antipatria?
Obviamente que muchas cosas han cambiado. En primer lugar, cambió el discurso del Gobierno como ya es costumbre. Hoy dicen A y mañana, sin que se les mueva un pelo, pueden sostener Z y descalificar A.
En segundo lugar, también se acabó el financiamiento “barato” del comandante Chávez. La última vez que el impresentable comandante le prestó a la Argentina le tiró un salvavidas de plomo. Pero ahora el venezolano tiene la economía de su país fuera de control. Hasta recomienda bañarse en tres minutos y usar la linterna para ir al baño a la noche. Así que el tío rico se quedó pobre y el matrimonio no puede apelar más a su billetera.
En tercer lugar, el descomunal aumento del gasto público que impulsó el matrimonio como si los recursos pudieran crecer hasta el cielo, entró en déficit fiscal y la caja le hace agua a pesar de las confiscaciones y artilugios contables que utilizaron para disimular un déficit fiscal mucho mayor al que se informa desde el Ministerio de Economía.
En cuarto lugar, la gente se dio cuenta de qué lejos estaban los Kirchner de ser los salvadores de la patria. Por lo tanto ya no disfrutan de la imagen positiva que tenían hasta el 2007. Ahora son piantavotos y, encima, ya no tienen mayoría en el Congreso y la justicia empieza a reaccionar luego de una larga siesta.
Con una imagen negativa del 60% o más y sin caja, hasta Martín Redrado se atreve a enfrentarlos. Es de imaginar que con semejante imagen negativa y sin caja para domesticar intendentes y gobernadores, va a llegar el momento en que cuando toquen el timbre para que les lleven un café, hasta el mozo les va a decir que se los sirvan ellos.
La desesperación es que sin caja no hay poder hegemónico. Y sin poder hegemónico se acaba el manejo del país como si fuera una monarquía. Lo más importante que se acabó es que el matrimonio ya no tiene el apoyo de la población, caja en abundancia ni domina el Congreso a su antojo.
Ahora bien, desde el punto de vista económico, la falta de caja tiene que ver con un gasto público que el matrimonio lo llevó hasta niveles récord. Cuando el gasto se dispara y no hay suficientes recursos para financiarlo, siempre quedan dos alternativas: a) bajarlo o b) buscar dinero debajo de las piedras para no bajar el gasto.
Por el lado impositivo es poco lo que puede hacer el matrimonio, aunque viven tan desconectados de la realidad que no sorprendería algún intento por este lado.
Tampoco tienen activos para vender y hacerse de caja. Es más, aunque los tuvieran, nadie les daría un dólar con tanta inseguridad jurídica.
El matrimonio podría confiscar depósitos, pero ello implicaría reeditar el corralito y luego el corralón. Hacer un remake de la película 2001/2002 sería lo peor que podría pasarle a los Kirchner, aunque, de nuevo, viven tan desconectados de la realidad que, ante la desesperación, son capaces de cualquier cosa.
Pero antes de confiscar depósitos decidieron ir por el BCRA. El activo líquido que les queda son las reservas y por eso inventaron lo de reservas excedentes. Algo que no existe. Necesitan manotear las reservas para financiar el gasto.
Y aquí viene un punto que no es menor. Tanto los Kirchner como los escasos kirchneristas que defienden a ultranza la postura del matrimonio, sostienen que pagando la deuda con reservas bajaría el riesgo país y con ello la tasa de interés. En rigor, al avanzar sobre el BCRA lo que hicieron fue disparar más el riesgo país. Pero supongamos que el gobierno se sale con la suya y se apodera de las reservas y también supongamos que baja el riesgo país o, lo que es lo mismo, sube el valor de los bonos. ¿Habría por ello más inversiones? ¿Alguien se endeudaría para financiar inversiones en el sector real de la economía?
Luego de los desquicios económicos perpetrados por Moreno, es decir por Néstor, nadie va a arriesgarse a invertir en Argentina. Ni siquiera para poner un maxi kiosco. En otros términos, este Fondo del Bicentenario y la supuesta intención de arreglar con los hold outs para tener acceso a crédito más barato luce más a necesidades de financiamiento del gasto público que a crear las condiciones para atraer inversiones.
Con esto no estoy diciendo que no haya que arreglar con los hold outs, sino que el camino no pasa por manotear las reservas del BCRA y todo se arregla mágicamente. El camino es mucho más largo, se necesita seguridad jurídica, disciplina fiscal, un sistema tributario racional, una moneda confiable, ahorro interno y externo para financiar inversiones y previsibilidad en las reglas de juego. Nada de esto puede ofrecer el matrimonio por el desprestigio en que ha caído y las reiteradas oportunidades en que ha violado los derechos de propiedad. Esta arremetida contra el BCRA no es una forma de recuperar confianza, es una muestra del empecinamiento de los Kirchner por no respetar las instituciones, lo cual incrementa el riesgo país en términos de hundir capital en Argentina.
¿Qué ha cambiado, entonces, para que los Kirchner hayan pasado de la ley cerrojo a su desesperación por pagarle a los hold outs? Ha cambiado la imagen que tiene la gente de ellos. Ha cambiado la economía con una inflación que derrite diariamente el poder de compra de los salarios, una desocupación que ya es preocupante, una pobreza e indigencia que golpea duro a la población y un déficit fiscal que ya no les permite comprar intendentes inaugurando algún poste de alumbrado para que Cristina Fernández de su consabido discurso como si estuviera dictando cátedra.
Sin el apoyo de la gente y con la caja agonizando, el Fondo del Bicentenario, más que un acto para recuperar la confianza en el país, luce más como el salvavidas del que parece querer aferrarse el matrimonio para sobrevivir como pueda hasta el 2011.
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