De cuántas maneras los gobiernos hacen la guerra a sus pueblos (III)
(Pueden vesre también las dos primeras partes de este trabajo)
Entre los derechos humanos fundamentales el derecho a la vida es supremo, porque sin él resulta inconcebible cualquier otro derecho. El segundo prioritario de acuerdo con la escala universal de los valores es la libertad en cada una de sus instancias morales, porque sin ella la vida no valdría la pena ser vivida.
Concuerdo con que la vida y la libertad sean tenidas por las preseas que habríamos de situar en la cumbre de nuestra escala ontológica de valores. Pero desde un punto de vista “práctico”, esto es, histórico, tal jerarquía se configura de otra forma. Pues sin el derecho a la propiedad (privada, o plural como la llamaron algunos liberales clásicos) devendría imposible la defensa de todo otro derecho frente a quienes intenten arrebatárnoslos, y se nos haría imposible mantenernos con libertad y con vida.
Los esclavos morían jóvenes, no se rebelaban, porque si de nada disponen como propio, ¿con qué armas podrían defenderse? La tan mencionada excepción de Espartaco la hizo posible aquella hermenéutica del derecho romano según la cual a los esclavos gladiadores se les reconocía en su “ius peculii” la posesión legítima de sus armas en cuanto “instrumentos” propios de su trabajo.
Durante el siglo XX, la abolición del derecho a la propiedad privada bajo los regímenes totalitarios comunistas fue la razón última de la perdurabilidad de los mismos, como todavía lo atestiguan las tristes experiencias de Corea del Norte y de Cuba.
Los hombres y mujeres de poder nunca gustan de tener que enfrentar a competidores, si lo pueden evitar. Por eso, por ejemplo, para la consolidación de las monarquías absolutas hubieron de someter violentamente a los aristócratas a su dominio. Igual ocurrió en la España de Felipe II y más tarde en la Francia de Luis XIV. Lo que le fue facilitado a Pedro el Grande por la retrógrada Rusia de los boyardos…
A partir de la revolución industrial, los gobernantes han visto con aprehensión, por razones parecidas, el surgimiento de burgueses sumamente exitosos, ya sean fructíferos terratenientes, ya sean empresarios destacados en el comercio, la industria, o la banca.
Hoy, los aspirantes demagógicos a dictadores no menos enfocan su artillería pesada hacia los dueños de los medios masivos de comunicación, o de las grandes cadenas comerciales y las de crédito de mayor renombre, o aun hacia los intelectuales de mayor ascendencia sobre las masas de lectores, incluidos líderes religiosos como el Dalai Lama, que a semejanza de los gladiadores de antaño, se les reconoce un “peculium” pero espiritual suficiente para que se sientan capaces de responder con un altisonante “NO” a los políticos.
Claro que por el costo tan alto de las confrontaciones, las democracias prefieren las “concertaciones” pacíficas, y que por eso se ha llegado a la multiplicación de “matrimonios de conveniencia” entre gobiernos y partidos de oposición entre los poderosos o los que aspiran a serlo, aliados para la consolidación de sus privilegios.
El mejor “ejemplo” de tales alianzas nada podría constituirlo la propiedad del subsuelo sobre el que políticos y “empresaurios” pactan para explorarlo.
Así pudieron los Hasburgos en los siglos inmediatamente posteriores a la Conquista extraer todo el oro y la plata de América para financiar sus guerras en Europa, como hoy lo hacen Hugo Chávez y Evo Morales, o ayer el PRI de México, en la compra de votos de entre las masas más ignorantes y sin la más mínima visión de largo plazo.
Y donde la minería no es opulenta, siempre la astucia encuentra otros cauces, por ejemplo, el de la “cohesión social”.
- 23 de enero, 2009
- 23 de diciembre, 2024
- 24 de diciembre, 2024
Artículo de blog relacionados
El autor presentará su último libro "El atroz encanto de ser argentinos 2"...
5 de mayo, 2007Por Armando Ribas Diario Las Americas Las próximas elecciones en Estados Unidos, en...
31 de octubre, 2008Por Kathryn Westcott BBC Mundo A las doce en punto del mediodía de...
1 de marzo, 2007- 18 de enero, 2013