El Virrey cubano
Acida contradicción que la revolución bolivarista se apreste a conmemorar el bicentenario de la Independencia de Venezuela, con el recibimiento triunfal del virrey cubano Ramiro Váldés, tercero al mando de la gerontocracia habanera, y quien viene a "coordinar" las plenipotentes operaciones de los hermanos Castro Ruz en nuestro país.
Y es que la "asesoría eléctrica" sería el pretexto para justificar la misión central del comandante Valdés: tratar de impedir que el acelerado deterioro de la realidad venezolana se lleve por delante el propósito continuista y despótico del régimen de Chávez. Al fin y al cabo, el castro-comunismo tiene en Miraflores a su bombona de oxigeno, y la salud de semejante soporte es una prioridad existencial para la atribulada revolución antillana.
El catedrático cubano Carmelo Mesa-Lago, profesor emérito de la Universidad de Pittsburg, y uno de los expertos más rigurosos de la situación socio-económica de su país natal, acaba de señalar los aspectos principales del "aporte" bolivarista: "El comercio y la ayuda económica de Venezuela a Cuba fueron cruciales en el 2009: suministro de 115.000 barriles diarios de petróleo sin costo; compra de servicios de profesionales cubanos que trabajan en Venezuela (por más de 3.000 millones de euros en el 2008) y la mayor inversión extranjera (173 proyectos por 1.300 millones de euros en el 2009)".
Se hace obvio, por tanto, que Cuba mantenga en Venezuela una presencia virreinal, con decenas de miles de "asesores" que vienen colonizando al Estado venezolano en tareas que van mucho más allá de la simple cooperación deportiva o médico-asistencial, para ramificarse en la supervisión de la seguridad política, el comercio exterior, la identificación y extranjería, las comunicaciones públicas y hasta el dominio militar. Una auténtica ocupación imperial en pleno siglo XXI, y en nombre de la defensa de la soberanía…
Tal aparataje busca asegurar la permanencia del señor Chávez en el poder, aún por las malas y las peores. Y para eso se requiere centralizar su comando en la figura más conspicua del ya cincuentenario despliegue dictatorial del castrismo, el comandante Ramiro Valdés, artífice del sistema represivo cubano.
De electricidad, desde luego, debe saber mucho menos que de espionaje, censura, intimidación, guerra sicológica y coacción pura y dura.
En honor a la verdad, Ramiro Valdés tiene varios años ocupándose de los asuntos venezolanos, pero llama la atención que ahora sea ungido por la dupla Fidel-Chávez con la preeminencia propia de un procónsul o un virrey. Antes lo era de hecho y ahora parece serlo de forma pública y notoria. Lo que seguramente indica la extrema preocupación que embarga a los Castro por los efectos políticos de la mega-crisis en Venezuela.
De las innumerables transgresiones que la revolución bolivarista ha perpetrado a la venezolanidad, la consagración de un virrey en los propios inicios del ciclo bicentenario es quizá la más vistosa y probablemente la más deshonrosa. El virrey bicentenario hará todo lo posible para que no sea la última.
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