Los estereotipos
Los estereotipos y el autoritarismo suelen ir de la mano. En efecto, el mecanismo habitual para, supuestamente…, refutar una idea que disgusta rara vez consiste en discutirla en el plano intelectual, pues ello requeriría estudiarla. Es más fácil estereotiparla.
Es decir, dedicarse a construir una "imagen o idea aceptada comúnmente por un grupo o sociedad con carácter inmutable". Eso es, precisamente, lo que el diccionario de la Real Academia define por estereotipo.
Para avanzar en su faena, quienes estereotipan ideas comienzan manipulando el lenguaje: es realmente fácil sacar ventaja de la pereza mental con que los humanos tendemos a aceptar los estereotipos.
Y una vez lograda, supuestamente…, la descalificación de la idea, el camino queda pavimentado para imponer la opuesta, algo que invariablemente se hace con criterios autoritarios. La libertad es siempre la primera víctima.
No se trata de izquierdas o de derechas. Que no son sino otro estereotipo con el cual los unos tratan de descalificar a los otros, creyendo que la razón depende del color de una etiqueta y no del uso de las neuronas.
Las implacables evidencias, fácilmente observables con la lectura de los diarios…, muestran que cuanto más cargado es el color de una etiqueta, más diluído está el contenido de ese cráneo. Hablo de los unos. Y hablo de los otros.
Entre los estereotipos más famosos está el de la "mano invisible", expresión con la que se pretende transformar a Adam Smith, el padre de la economía, en un defensor doctrinario de la libertad del zorro en el gallinero. Para descalificar tanto a él como a la economía de mercado.
Resulta notable (notablemente sospechoso digo…) que quienes pueden encontrar la expresión "invisible hand", citada sólo una vez en un libro de más de 1,200 páginas…, sean incapaces de descubrir párrafos en los cuales Smith siembra válidas sospechas sobre toda propuesta de política económica que provenga de los empresarios.
Por ejemplo, en "La riqueza de las naciones" el autor indica que tales propuestas "…deben considerarse con suspicaz atención. Provienen de un orden de personas cuyos intereses nunca son exactamente los mismos que los del público, puesto que generalmente están interesados en engañar e incluso oprimir al público…" (pág. 429).
Si usted le preguntase a 100 personas, instruídas quien escribió lo anterior, quizás 99 le contestarían que fue el Che Guevara. Eso es el triunfo del estereotipo.
Otro estereotipo, en este caso supuestamente indefendible…, es el del "laissez-fair, laissez-passer", expresión acuñada por el economista Jean-Claude Gournay (1712-1759), quien nació en Francia y murió en Cádiz. La Cádiz del mágico González.
Ocurre que Gournay expresaba el reclamo de ciertos comerciantes que con el "laissez-faire" pedían libertad manufacturera a las autoridades. Es decir, que se los "dejara hacer".
Y con el "laissez-passer" reclamaban libertad aduanera. Es decir, que se "dejara pasar" libremente las mercaderías en el comercio internacional.
Los citados conceptos "no desencadenan supuestas fuerzas siniestras e incontrolables", para utilizar palabras del economista austríaco Mises. Simplemente piden librarse de los designios del mandamás de turno.
La manipulación dialéctica, obviamente, hizo que una enorme mayoría de personas instruídas (¿99 de cada 100?) asocie actualmente la expresión "laissez-fair, laissez-passer" con la apología del caos, el egoísmo y la anarquía. Es otro triunfo del estereotipo.
El laissez-passer, puntualmente, era un reclamo para que los gobernantes eliminasen barreras arancelarias que habían sido decretadas para favorecer a ciertos pseudo-empresarios mercantilistas, quienes no querían competencia externa.
La expresión, de no haber sido intencionalmente deformada en todo el planeta (principalmente por gente que dice ser de derecha…), sería actualmente una excelente bandera para quienes dicen ser de izquierda, dado que va en contra de los privilegios mercantilistas.
Pero no la levantan porque, paradójicamente, compraron el estereotipo. ¿Será que la verdadera izquierda somos quienes la levantamos?
Es cierto, no hay regla sin excepción: hubo unos Estereotipos (con mayúscula) que en 1982 sonaban muy bien, aunque luego cambiaron de nombre. ¿Quiénes eran? Otro día le cuento.
Gracias totales.
El autor es Ingeniero, Máster en Economía (ESEADE, Buenos Aires) y columnista de El Diario de Hoy.
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