¿Quién financia la destrucción de Venezuela?
Los venezolanos escuchamos a diario discursos en cadena nacional del teniente coronel Hugo Chávez lanzando adjetivos al “imperio” quien es, según el propio hablante, el responsable de la mayoría de las desgracias que ocurren no sólo en Venezuela, sino en gran parte del Continente.
Con este discurso incendiario, Chávez se ha ganado el afecto de muchos quienes creen que el imperio es el culpable de todos nuestros males y miserias y que además, ha sido solo quien se ha atrevido a “cantarles las cuatro” a los “pitiyanquis” como él los llama, hasta en su propia casa.
Pero resulta que esta revolución mil millonaria en dólares, pero también mil millonaria en pobreza y corrupción, es mantenida por ese imperio. Gracias al ingreso por venta de petróleo y los negocios que se hacen con Estados Unidos es que esta revolución tiene oxígeno para seguir comprando conciencias y voluntades.
En días pasados una de las empresas más importantes de Estados Unidos, la Chevron, se adjudicó un proyecto millonario para extraer una producción potencial de entre 400 mil y 480 mil barriles diarios de crudo por unos $30 mil millones.
Repsol, la petrolera española y la japonesa Mitsubishi hicieron otro tanto y todas con sendas representaciones en el Palacio de Gobierno recibieron, no solo el abrazo del teniente coronel, sino la garantía del respeto y seguridad jurídica en sus inversiones.
Con cifras nada desestimables, Estados Unidos, España y Japón ponen más gasolina a la revolución marxista-narcisista con el aval garantizado de quien a diario grita: “Exprópiese” y con esa palabra mágica se cierran empresas, algunas hasta con 50 años en el país; salen a la calle miles de desempleados, venezolanos por supuesto, mientras la inseguridad jurídica, económica, política y social campea para otros que no hacen el mismo aporte a la ideologización.
En este estado de cosas, incomprensibles por demás, Venezuela vive una de las crisis más profundas de sus últimos años. La renuncia en tan sólo dos semanas no sólo de ministros, sino del propio Vicepresidente de la República, así lo refleja, y los venezolanos aún esperamos por alguna explicación.
Un Presidente que en su discurso diario intenta liberarse del capitalismo tiene sus mayores negocios con los Estados Unidos. Construye un socialismo donde se importa el 90% de lo que se consume, léase, productos de la canasta básica; no funciona la salud, ni la educación y lidera una revolución sin estudiantes, obreros ni intelectuales. Llama a sus adversarios “vendepatrias” y en Venezuela viven más de 60 mil cubanos ocupando cargos en los registros públicos, encargados de la cedulación y ahora también dentro de las Fuerzas Armadas. Se desconoce el número de iraníes y rusos que llegan a diario a Venezuela y no se sabe a qué.
El país se destruye a paso de vencedores, los venezolanos pagamos multas por consumir más luz que la que impone el Gobierno y ahora también por consumir más agua que la que él decide. Esta es la farsa de una revolución que comienza a hacer cuenta regresiva.
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